SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Morir en Bruselas, de Pablo Gómez Borbón, es una novela atípica, iniciando porque, desde los motivos de escribirla, no fueron los ímpetus de la ficción los que mueven al autor. Es literatura por estilo, pero investigación a partir de sus hallazgos. Literatura documental.
Es un título documental que resume siete años de investigaciones, de revisión de documentos en cinco países, las consultas y la colaboración de más de 50 testigos, participantes en los hechos e historiadores además de 11 técnicos y profesionales de la documentación histórica en el Archivo General de la Nación.
En apariencia, por la sugerencia que implica el género que intenta definirla, la novela, su base es la descripción, elegante, fluida y de un estilo que resalta por su manejo de los detalles descriptivos, apoyada en la fuerza de la realidad de sus hechos.
El proyecto literario que Literatura forense, similar por género que adopta pero distinto por su metodología, a otros que se han editado sobre hechos de la historia reciente (Los que falsificaron la firma de Dios, Viriato Sanción, escrita en 1993; La fiesta del Chivo, Mario Vargas Llosa, 2000; El olor del olvido, Freddy Aguavivas, 2001), para solo citar tres, y no complicarnos.
En Morir en Bruselas, hechos y personajes son reales. No apela el autor a licencias de la fantasía a seudónimos (con excepción de dos personajes, dos investigadores belgas), empleados para conectar información que levanta.
El autor desempeña un doble papel: el del cronista periodístico de investigación a profundidad y como escritor que respeta el estilo y las normas de la narrativa hermosa y bien terminada.
Volver al hecho
El motivo del autor es exponer, en procura de responsabilidades ,un hecho cruel e indescriptible: el asesinato de dos personas en la capital de Bélgica, contra el secretario general del Movimiento Popular Dominicano y Miriam Pinedo, viuda de Otto Morales, acontecido el 23 de mayo de 1971 y que legalmente proscribió porque han pasado ya cincuenta años, pero con la clara idea de que crimen impune no signifique crimen olvidado, por lo que el objetivo trasciende el deseo de generar el placer de la lectura en si misma.
Morir en Bruselas puede ser leída con la fruición de quienes disfrutan de una narrativa inteligente, sensible y detallada, rica en documentación, con giros emotivos en sus personajes y sus hechos, expuestos con nobleza textual. Transcurre como impactante narrativa, propia de un thriller cinematográfico, desde sus primeras páginas, cuando el autor se luce.
El libro de Gómez Borbón deja tremendas lecciones sobre el irresponsable olvido colectivo ante un hecho de esta magnitud y las irresponsabilidades irresueltas.
Gusto por la literatura
Morir en Bruselas desarrollada con una extraordinaria y formidable estructura narrativa, que convoca la fuerza de sus datos, tan hermosamente expuestos en el cual sorprende agradablemente la elegancia, la fuerza de su imaginario, marcada por la información de variadas fuentes, que se revela trascendente ante las cortinas del olvido histórico y la inconsciencia colectiva.
Al efecto, el autor no se deja llevar de las pendiente cómoda y enjabonada para señalar culpables del crimen (sobre todo el más minimizado a pesar de su crueldad extrema, el de Miriam Pinedo), pero arroja suficiente información sobre la geografía humana que constituía el cuadro que la enmarca, en el cual, sin duda alguna, están los asesinos, dando al lector la llave mágica para que abra las puertas del misterio. Están ahí. Solo hay que saber leer más allá de lo escrito.
Notable como literatura
Morir en Bruselas es un título marcador que debe ocupar un espacio por la metodología de lo investigado, su diversidad de fuentes y la responsabilidad que exhibe el autor, uno que desde ahora debe ser visto y tratado con el respeto que merece alguien capaz de transformar y reivindicar un hecho de la magnitud del enfocado, sentando un modelo al tono de los tiempos para establecer luz y certidumbres sobre un garrafón descriptivo con riqueza imaginativa, Una obra que parteaguas. Morir en Bruselas permite batir las palmas de la literatura y la historia.
Un feminicidio ignorado
El asesinato de Miriam Pinedo, a la luz de los datos que expone Morir en Bruselas, es el feminicidio político más importante contra una dominicana, luego del triple asesinato de las hermanas Mirabal, pese a lo cual la víctima, en lugar de ser recordada y honrada, además de ignorada, ha sido denostada, otorgándole una muerte tan grave como la física: la moral.
Pineda fue decapitada y desmembrada y sus partes corporales fueron envueltas en papel transparente e introducidas en dos maletas, dejadas en dos puntos de la capital belga. Una muerte como la que nadie merecería. Pese a lo cual, solo se recuerda, cada 23 de mayo, a Maximiliano Gómez, con quien compartía apartamento en Bruselas.
Pablo Gómez Borbón, autor del libro sostiene: “Todo asesinato es horrible, y el del Moreno sin dudas lo fue. Pero el asesinato de Miriam Pinedo, tan horroroso como el de las hermanas Mirabal, lo fue mil veces más. El asesinato – el feminicidio – de Miriam Pinedo no debe ser olvidado.
De esta desigualdad hay muchos ejemplos. No hay un solo artículo, no hay un solo reportaje que se centre en la muerte de Miriam Pinedo. Cuando se le menciona, si es que se le menciona, siempre es en relación con el de Maximiliano Gómez. Sobre Maximiliano Gómez se han escrito artículos buenos y numerosos (particularmente, en los de Ángela Peña en el diario Hoy).
Y cierto, no hay registro de actos públicos a su memoria, la víctima de un feminicidio de esta magnitud, una muerte en extremo cruel, probablemente ejecutada por manos dominicanas, independientemente de los autores intelectuales.
Este título es recomendable en primer lugar como reconocimiento a la labor del autor, por la luz que arroja sobre un hecho histórico, por su responsabilidad y constancia en el levantamiento de los datos y por la belleza seductora de su narrativa.
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