A las 10 de la mañana de este miércoles el cineasta Claudio Chea será reconocido como Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en un acto en que se leerá la siguiente semblanza de Claudio Chea, a cargo del profesor de Sociología Carlos Castro:
Hablar de Claudio Chea podría implicar una mirada irónica y graciosa sobre los efectos migratorios en la República Dominicana. Se podría hacer un paralelo fabulado y fabuloso sobre el mito de qué si el Santo fue Pedro Infante o qué si Claudio Chea una vez fue Yituey. Nunca se pudo descubrir la leyenda vinculante entre el luchador mexicano y el cantante; pero un día, bajo los efectos de unas copas de vino, el maestro Chea me confesó que él una vez fue Yituey, y que, a diferencia del cantante mexicano, él nunca ocultó su pasión de cineasta-fotógrafo detrás de una máscara.
Para resolver el mito étnico Claudio Chea-Yituey, bastaría examinar el físico y el temperamento del distinguido fotógrafo-artista. La atmósfera de su personalidad está signada por el vínculo genético de un padre chino y una madre negra dominicana.
Su mirada lejos y penetrante es la de un búho que con solo observar la presa ya está digerida. Hay en su rostro, unos rasgos cincelados asiáticos, mezclados con tez y nariz africana. Su conducta en el trabajo refleja el instinto introspectivo de un maestro del oficio fotográfico. Su gestualidad contiene la sobriedad de su cultura china.
Referirse a Yituey es imaginar las travesuras de un niño correteando en el corazón de la Ciudad Colonial donde se crió. Sería recrear la historia de un imberbe de rostro singular y exótico, viendo una y otra vez las películas que exhibían en las salas del cine Capitolio, el Olimpia, el Apolo y en el legendario cine Independencia. Supe por boca de un portero de cine de aquella época, que el amor del chinito por el 7mo. arte era tan pasional y único, que fue declarado un activo fijo de las salas de cine de la ciudad capital.
En los primeros años de gobierno del enano ciego, ya el joven Yituey andaba con una camarita encima como si fuese un chip genético insertado en sus ojos, fotografiando la ciudad en onda “camán ahí o capú no te abajes”. Varias décadas después, ese niño nunca imaginó, que como un eterno retorno, volvería a fotografiar con cámaras modernas la ciudad y casi todos los rincones de la República Dominicana.
Y qué abundar sobre la herencia de su cultura materna, que Yituey es más dominicano que un mango de Baní; él sabe valorar y disfrutar con ahínco el folclor musical y culinario de esta media isla.
Existen pocos aspectos de la dominicanidad que su lente no haya escudriñado en busca de una antropología del paisaje y del sujeto, en especial rural o “pueblerino”. Más superlativo aún, su paladar criollo contiene un GPS programado para localizar antojitos dominicanos: un pedazo delicioso de chicharrón de Villa Mella, un jalao, una rica habichuela guisada, un sándwich de Payan, un “yaniqueque” o un pescado frito de Boca Chica. Nada dominicano ha sido ajeno a su cultura y su temperamento. Y para cerrar el combo, su torbellino interno solamente encuentra reposo contemplando la belleza de un paisaje rural de esta media isla.
Revisemos otros aspectos relacionados al oficio y la formación del gran maestro de la fotografía cinematográfica-dominicana; él dice que nació en 1950 en la ciudad de Santo Domingo, yo creo que fue antes porque su rostro chino-negro es atemporal.
Aun siendo un jovenzuelo, el maestro Chea, inicia sus labores como camarógrafo en 1966 hasta 1968 en el “Noticiario Dominicano”, más adelante, en 1969 labora con la productora “fílmica dominicana”; y con apenas 19 años, en 1969 completa sus estudios de cine en el “New York Instituto de fotografía”, y en los años setenta se enrola en la dinámica de comerciales y documentales para la televisión en Santo Domingo, siendo parte importante de “CINEMATEC, Guede Films”; y en 1978 decide crear su propia productora, “Claudio Chea Films”, que en 1981 pasó a llamarse “Videotel”.
Hablar de Claudio Chea como cinematógrafo merece hacer un antes y un después en la fotografía cinematográfica dominicana, más de 4 décadas en la industria de producción audiovisual. Sin su ojo artístico sería imposible recordar la belleza de aquellos comerciales de TV que indagaron de forma humorística-folclórica y poética en las tradiciones de todas las regiones del país. Cómo olvidar la singular campaña publicitaria de carácter antropológico de “Barceló” años 80. Los paisajes rurales y los simpáticos personajes de Macondo (como agua lluvia) hubiesen sido áridos e insulsos sin las fotografías artísticas captadas por el lente-ojo maestro de Claudio Chea.
Quién se atrevería a contar la historia de la industria audio-visual dominicana sin hacer un punto y aparte en el sello vanguardista-estético-visual que su empresa aportó a la fílmica de comerciales de tv. Sería un pecado capital no admitir que Claudio Chea Film fue todo un icono respecto a la fotografía fílmica publicitaria. Ahí están los registros de centenares de comerciales que abarcan tópicos diversos: productos de mercados, campañas políticas, educativas y variados aspectos culturales.
Ahora registremos las andanzas del maestro como director de fotografía en la industria del cine local y norteamericana. Es importante indicar, que ha sido el único fotógrafo-cineasta dominicano que ha trabajo como director de fotografía para la industria Hollywoodense. Ya en 1972 se inicia como primer asistente de dirección fotográfica en la película “Order to Kill” dirigida por José Maeso. Y en 1974 fue asistente de cámara en la película “The Godfather II”, dirigida por Francis Ford Coppola.
Narrar la filmografía donde Chea ha participado como director de fotografía es una larga proeza que incluye más de 19 largometrajes para el cine americano y dominicano, más de 10 series filmadas para la televisión norteamericana, varios cortos metrajes, tres documentales, entre ellos uno relacionado a la épica que implica subir al pico Duarte, donde en un acto casi heroico, junto a 9 personas, el Señor Chea tuvo al perder la vida en un accidente de helicóptero, hurgando en la utopía patriótica de instalar la estatua del patricio Duarte en la cima del pico más alto de las Antillas.
Entre las películas fotografiadas por el Maestro Chea, es preciso hacer un alto en el camino sobre “Azúcar Amarga” dirigida por su gran amigo cubano americano, León Ichaso. La fotografía de este film es unos de los trabajos más experimentales y artísticos que yo haya visto en la filmografía dominicana. Es poesía de la imagen en blanco y negro. Es un trabajo donde la cámara se mueve al ritmo de la trama. En “Azúcar Amarga” el encuadre y la iluminación consiguen reproducir la atmósfera convulsa de la Cuba años 60…
Y cómo no mencionar el film “Piñero”, rodada en el año 2001. Es la historia trágica de un poeta de origen puertorriqueño. Cuando el celuloide era todavía el formato indiscutible del cine, Claudio Chea se atrevió a experimentar con el vídeo, logrando una factura que nada tenía que envidiar a la granulación ni a la profundidad en el plano que solo se lograba con la imagen celuloide. El experimento fotógrafo fue elogiado por revistas especializadas de cine de EUA por sus logros fotográficos en el film “Piñero”. En este film, el maestro Chea, no solo demostró su gran habilidad como fotógrafo sino que fue unos de los pioneros en filmar cine en vídeo, consiguiendo el look del celuloide.
Y por qué no mencionar su trabajo fotográfico en el film “Bio-Degradable”, dirigida por el cineasta dominicano Juan Basanta, el retrato futurista que logra conseguir no tiene precedente en el cine dominicano. La atmósfera visual y social del film logra una imagen casi monolítica de la decadencia.
En este merecido “profesor honorifico” al Señor Chea, es preciso agradecer a la Universidad Autónoma de Santo Domingo y al profesor July Melo, director de la escuela de Cine de la universidad más antigua de América.
Este merecido reconocimiento al maestro Claudio Chea no debe quedar en el vacío. Es importante que trascienda y sea práctico. Debe tocar la sensibilidad de la joven generación de cineastas dominicanos. Propongo, que el señor July Melo y la escuela de cine de la UASD organicen una muestra en la Cinemateca Nacional con el lema: “Films fotografiados por el maestro Claudio Chea.”