TOULOUSE, Francia.- Varios de los directores invitados y los organizadores del festival Cinélatino de Toulouse lamentaron hoy la escasa distribución de películas latinoamericanas y el casi inexistente intercambio de cintas entre los distintos países de esa región, lo que genera piratería en internet.
El creador de la muestra cinematográfica hace un cuarto de siglo en esa ciudad del sureste de Francia, Francis Saint-Dizier, explicó a Efe que la industria cinematográfica en América Latina ha evolucionado mucho y que el nivel de producción ha aumentado notablemente en los últimos años, pero falta reforzar la distribución de las cintas.
"El problema no es tanto la producción como la distribución y la circulación de esas películas, incluso dentro de la propia región latinoamericana, sobre todo teniendo en cuenta que hablan la misma lengua", apuntó.
Ese intercambio de cintas entre los países latinos "apenas existe" debido a que "las tradicionales salas de cine han ido desapareciendo en beneficio de los cines Multiplex, pertenecientes a la gran industria cinematográfica, que muestran muy poca filmografía regional", lamentó Saint-Dizier.
En el caso centroamericano, la costarricense Laura Astorga, que presenta hoy su película "Princesas rojas" en la sección oficial del festival, lamentó que ese país sea "uno de los que más se opone a una integración" en esa región, y que la distribución en Costa Rica se rija por "las reglas de Estados Unidos, que no tiene nada que ver" con la cultura de esa nación.
Otros países han restituido su industria nacional aunque con modelos diferentes, como Argentina, Chile y México, apuntó Saint-Dizier.
La escasez de películas independientes o de bajo presupuesto de las salas en América Latina también tiene efectos perniciosos para la propia industria
El modelo argentino cuenta con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), dedicado al apoyo del cine, mientras que en México se inclinan más por el "cine independiente" y en Brasil, por una solución "mixta", mientras que otros se fijan en el modelo francés, que destina directamente parte del dinero de las entradas de cine a la producción de futuras películas.
La escasez de películas independientes o de bajo presupuesto de las salas en América Latina también tiene efectos perniciosos para la propia industria, pues propicia la aparición de la piratería en la red.
"Sin internet, yo no podría conocer el trabajo de mis colegas", más allá de los festivales de cine, aseguró Astorga, quien por otro lado opinó que mucha gente, de tener la oportunidad de pagar e ir al cine, no vería las películas en casa.
La brasileira Marcela Lordy, que firma el documental "Escuchar el río", describió la experiencia cinematográfica como "un ritual, algo sagrado, colectivo", y añadió que no cree que el cine se vaya a extinguir a causa de internet porque "una cosa fortalece a la otra".
Otro de los retos del cine latinoamericano es la participación de las mujeres en el séptimo arte, donde han conquistado "un espacio público muy grande" en los últimos 25 años.
"Empiezan a cambiar las cosas que miramos, hay más protagonistas femeninas y no solo hombres hablando sobre hombres", explicó la directora, quien considera "saludable" que el cine ofrezca visiones tanto masculinas como femeninas.
Astorga, por su parte, echa en falta la presencia de más mujeres en el ámbito "macroeconómico, donde se toman las decisiones", como en los comités, consejos o jurados de cine.
La cineasta se estrenó hoy en Toulouse con su film de tintes autobiográficos "Princesas rojas", un retrato "intimista" de dos niñas en la Centroamérica de los ochenta, en plena Guerra Fría, cuando esta región constituía un "patio de juegos donde el poder de Estado Unidos se batía con los cambios políticos que se estaban produciendo" en la zona, explicó.
Con la política como tema principal de este 25º aniversario de Cinélatino, Astorga quiso adentrarse con su film en "lo íntimo de la política", puesto que "cada decisión aparentemente política tiene un origen íntimo, personal", explicó.