(“La lectura no es caminar en las palabras; es tomar el alma de ellas”. Paulo Freire)

Dicen que una historia, luego de ser publicada, no pertenece más al autor sino al que la lee. Y esto es precisamente lo que ha hecho la escritora Carmen Natalia Martínez: tomar varias clásicas, hacerlas suyas  y “recontarlas” en su propia visión, a través de la poesía.

En esta colección de textos tomada de la edición póstuma, En el País de las Hadas (poemas), leemos acerca de dos “Caperucitas”, una roja y otra azul. La primera es ingenua y amorosa, “lleva luz en los ojos y a su paso despiertan las blancas margaritas que cubren la pradera”. Pero también es lo suficientemente intuitiva como para descubrir la verdadera razón por la que el lobo es tan fiero. Por ello le dice, mientras acaricia su cabeza:“Manso lobo, estás triste y muy solo en la selva…¿es que acaso no tienes quien te aliñe y te quiera?”

En esta versión de la historia de Perrault, el animal confiesa que le ahoga la pena y “no sabía de caricias tan bellas”. Promete entonces cuidar los pasos de la niña y quitar la maleza de su camino.

Por otro lado, “Caperucita Azul es la más pequeña” de todas.  Tiene una canasta llena de “sonrisas, melodías, aromas y flor”. “Canta con la aurora, ríe con la luz, es amiga del lobo, le cuenta historias y le invita a comer torta de miel”. Este, por su parte, es como “un chiquillo que quiere ser su aliado”. “Ríe y ríe con su boca dentada, pidiendo más historias” y pastel.

Un personaje que también es diferente es Blancanieves. Ella permanece “en su castillo blanco hecho de alboradas” como si fuera un sueño eterno, mientras alguien afuera “sueña con pasados días”.

Mientras, en el poema “Plegaria”, la autora habla de un sueño en donde llega a un castillo encantado y encuentra a varios personajes, desde Cenicienta hasta Aladino,  Piel de Asno y el gran Mago Merlín, que “entre luces extrañas”, le ofrecen sus mejores tesoros: “La lámpara fulgurante, el sutil zapatito de cristal y botas aladas del gentil Micifuz”.  Mas ella no quiere “tales prendas”. Solo pide que “los males se transformen en bondad y amor”.

En otros de sus versos, le pide a los “duendecillos, silfos y luciérnagas” que no hagan ruido, porque “sobre su lecho de encajes la Bella Durmiente sueña” y aunque el bosque quedó en silencio, por ella vela, la luna.

Culmina este conjunto de poemas-historias con su visión del bien conocido “Patito Feo”. Esta composición está llena de hermosas imágenes como las que siguen:

Las avecillas que rompen su encierro de “días y noches iguales”, donde todo era “sombra y silencio”. “La madre amorosa que les besaba con ansias y plegaba sus alas para darles calor”.

Este otro“Patito Feo” que “no tenía ni luz en sus ojos ni donaire al andar”, también tuvo que sufrir la burla y escarnio de todos y hacer de la luna su confidente. Pero la“plegaria” y amor de su madre, quien lo consideraba suyo, aunque no hubiera nacido de “su entraña”, hace que “se vuelva gallardo, cobren gracia sus alas y su caminar”.

Carmen Natalia, con una poética impecable y profunda, rítmica y emotiva, ha compartidosu mirada en estos textos y ha creado algo nuevo. Nos ha mostrado cómo, a través de la imaginación, podemos contar o cantar “nuestras historias”, transformando los moldes, aunque al hacer esto se nos considere, como ella misma se nombra: “una romántica loca y obstinada”.

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Nota: Esta colección de textos tomada de la edición póstuma, En el País de las hadas (poemas), fue publicada por Editorial Santuario y contó con el cuidado de edición  y labor  editorial Ad Honorem de la escritora Ylonka Nacidit Perdomo.