En los últimos meses han aumentado las críticas a las políticas y condiciones de las redes sociales, especialmente debido al cierre y suspensión de cuentas durante el tiempo de pandemia. Distintos movimientos políticos y sociales han acusado a los propietarios de las redes sociales de formar un entramado que busca establecer un gobierno globalista y autoritario, al estilo del comunismo de Stalin o Mao Tse-Tung. Sin embargo, hay personas que observan este fenómeno desde una perspectiva diferente. La socióloga Shoshana Zuboff no identifica dicho fenómeno como parte de un gobierno globalista-comunista, sino del capitalismo de la vigilancia.

El capitalismo de la vigilancia consiste en la extracción de datos para, posteriormente, venderlos a empresas que se dedican a desarrollar productos que predicen y regulan nuestro comportamiento con la finalidad de aumentar el consumo y, en consecuencia, las ganancias. Bajo la lógica del capitalismo de la vigilancia, los clientes no somos nosotros, tampoco somos el producto. Más bien, nos convertimos en la materia prima a partir de la cual extraen lo necesario para convertir nuestras experiencias humanas en datos ya listos para la venta. Nuestras experiencias humanas son convertidas en datos y esos datos pasan a ser el producto. Todo esto siguiendo los estándares del mercado de ¨futuros conductuales¨, como lo ha llamado Zuboff.

No se puede asumir que el capitalismo de la vigilancia y la tecnología son la misma cosa

Bajo la lógica del capitalismo de la vigilancia, las grandes empresas de tecnología no pretenden reducir su presencia y respetar la privacidad de los usuarios, por el contrario, buscan tener una presencia cada vez más ubicua. La razón de esto es que hay una dinámica de competencia agresiva. Los grandes de la tecnología se pelean por acumular más información porque quieren que sus productos vayan adquiriendo cada vez más precisión y, consecuentemente, logren tener un mayor éxito en el mercado competitivo de la venta de datos. La consecuencia de esto es el surgimiento de un nuevo tipo de poder. Tomando el concepto de Zuboff, dicho poder se puede llamar ¨instrumentario¨.

El poder instrumentario es aquel que actúa a través de la automatización del ambiente en el cual se desenvuelve. Es decir, con el capitalismo de la vigilancia no sólo se automatiza el procesamiento de la información, sino que se nos automatiza a nosotros mismos para hacernos predictibles. Para eso, en vez de usar ejércitos o algún otro medio de violencia explícita, lo que hace el capitalismo de la vigilancia es conocer a fondo los patrones de conducta de los usuarios para posteriormente modificar y generar nuevos patrones de conducta que beneficien al mercado. Esto, como quizás ya se han dado cuenta, es una gran amenaza para la democracia y la ciudadanía.

La problemática del capitalismo de la vigilancia debe enfrentarse, pero no de cualquier forma. Shoshana Zuboff recomienda entender el capitalismo de la vigilancia como un fenómeno ¨que no tiene precedentes¨. Cuando enfrentamos algo totalmente nuevo, la tendencia es tratar de entenderlo con las categorías que ya conocemos. Se habla de monopolio o de dictadura. Pero el capitalismo de la vigilancia debe enfrentarse con conceptos nuevos que respondan a la complejidad de lo que es y no a la complejidad de fenómenos que existieron antes. Cuando se trata de entender un fenómeno nuevo valiéndose de conceptos viejos, rasgos y características importantes de dicho fenómeno siempre terminan quedándose fuera. Esta es una de las razones por las que a los Estados se les hace tan difícil limitar el poder que dichos fenómenos ejercen sobre la ciudadanía.

Además de tener la tarea de encontrar los conceptos adecuados para entender el fenómeno del capitalismo de la vigilancia, Zuboff resalta otras dos ideas fundamentales. La primera es que no se puede asumir que el capitalismo de la vigilancia y la tecnología son la misma cosa. Una cosa es el instrumento y otra cosa es la lógica bajo la cual dicho instrumento se utiliza. En ese sentido, hay que evitar extremismos. La otra idea es que cuando aceptamos el discurso de que la tecnología trae consigo esos problemas, estamos entrando en una falsa lógica de inevitabilidad. Se nos hace creer que la tecnología funciona así y solo así; que no hay otra alternativa más que resignarse, pero la verdad es que la tecnología es un instrumento y si se reformula la lógica bajo la cual se usa, sus frutos pueden ser diferentes.

Referencia:

Zuboff, Shoshana. Capitalismo de la vigilancia, Barcelona, Paidós, 2020.