(Kenia Liranzo Núñez/Actriz, cantautora y autora de teatro/Colaboración especial) He vivido esta experiencia en diferentes etapas de mi vida.
Muchos extremos se dan justo para producir un cambio.
Sería muy bueno reconocer esos momentos críticos y aprovecharlos para realizar importantes transformaciones para el bien colectivo.
En los últimos meses, parece que se han vuelto una moda escenas de discriminación hacia mujeres dominicanas negras, por su cabello rizo o crespo al natural. Esta situaciónes apenas un síntoma del verdadero mal.
Sin referirnos a ningún caso específico, son muchas las historias recientes de este tema que conocemos a través de las redes sociales: Colegios que no aceptan estudiantes con el cabello crespo, empresas que le solicitan alisarse el cabello, a la aspirante a un cargo, como condición para ser aceptada, la funcionaria que protagoniza escena de rechazo por igual motivo.
En todos los casos, el dolor y la sensación de impotencia, hansido los sentimientos que describen las víctimas.
Todoesto nos muestra una realidad: No estamos en sintonía con los avances que tanto proclamamos en materia de igualdad.
Un aspecto preocupante son los testigos que, alrededor de estas escenas, se comportan de manera indiferente haciéndose cómplices.
Estoy orgullosa de mi cabello, y de mi color. No existe una raza linda y otra fea, y si existiera un cabello más lindo, creo que sería el natural, sinónimo de verdad y de libertad
Posiblemente la explicación para estas actitudes sea que por generaciones, en nuestro país, se ha tenido la creencia de que el cabello crespo, al natural, es sinónimo de descompostura.Todavía hoy,muchos padres, madres, abuel@s,tí@s, y maestr@s lo creen así.Lo ven como salir descalzo, o con la ropa manchada.
Esto lo he vivido desde niña. Muchas veces fui víctima de escenas como las que refiero, por tener mi cabello rizo al natural. En el colegio, ya encontré a la directora en la puerta, esperándome (aunque con todo cariño). Quería ver si llegaba otra vez con mi peinado afro, para no dejarme entrar.
Aún en tiempo más reciente, siendo ya adulta, mitad broma, mitad en serio, escuché colegas y directores del coro en el que cantaba,decir: “Alas niñas quese peinen todas”, antes de cierto concierto importante.
Eran personas que me querían bien. En su mente, esa era la actitud correcta de los mayores hacia los más jóvenes. Era lo que tenían en sus mentes, corazones y hasta en los huesos.
En otra ocasión, siendo estudiante de la escuela de arte dramático, en Bellas Artes, antes de filmar un comercial de un famoso producto de una multinacional, se quejaba el cliente por mi cabello. Quería que me lo “arreglaran”. No fue nada sutil.
“No se puede hacer algo con el cabello de Kenia?”. Dijo.
Le argumenté a la directora artística, que en la época era mi profesora de actuación, que en el casting me escogieron con el cabello rizo. No tenía por qué cambiarlo para la filmación. Ella me dio todo el apoyo.
No estoy justificando ninguna actitud, solo propongo una reflexión. Es posible que sea necesaria una orientación planificada, realizar campañas que enseñen a la ciudadanía que tener el pelo crespo es normal en la raza negra.
Que así como no nos podemos teñir la piel de blanco, del mismo modo no podemos cambiar nuestro cabello, si no queremos.
Pensemos en nuestros abuelos y abuelas, tíos, vecinos mayores de edad. Estoy segura de que la inmensa mayoría cree que una mujer negra debe alisarse el cabello, y si no, por lo menos recogerlo hacia atrás. Se creen que el cabello crespo es feo, porque eso es lo que han aprendido desde que tienen memoria. Algunos jóvenes también lo creen, producto de la crianza.
Primero tenemos que aceptarnos sin temores, antes de pedir, casi de favor, que nos acepten.
Sobre el reconocimiento de los derechos humanos, existen muchas teorías y pocas acciones,
Muchas veces se vuelve muy trivial la defensa de estos derechos, por el sentimentalismo en el tratamiento. Se debilita, pierde el verdadero objetivo.
Existen muchos instrumentos para hacer valer los derechos humanos, individuales y sociales, entre los cuales podemos citar: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y una serie de pactos y convenios internacionales.
De manera local, la Constitución de la República Dominicana establece claramente el respeto a la dignidad humana, y el derecho a la igualdad. El país posee las instituciones llamadas a velar por tales garantías, También, el país es signatario de pactos, convenios y tratados internacionales sobre derechos humanos.
Clatro está que sin la concienciación de la ciudadanía no serían ni reconocidos, ni mucho menos respetados estos derechos.
Me despido expresando mi solidaridad a todas las jóvenes dominicanas que se sienten discriminadas. Por difícil que sea, estamos haciendo camino al andar…
Estoy orgullosa de mi cabello, y de mi color. No existe una raza linda y otra fea, y si existiera un cabello más lindo, creo que sería el natural, sinónimo de verdad y de libertad.
Lisboa, 27 de julio de 2016