En Blanca Espuma, la escritora, poeta y publicista Leibi Ng nos cuenta la historia de Marinita Nereida, que era constantemente vigilada por su abuelo Océano quien, desde un gran sofá de coral, gobernaba o, mejor dicho, “espantaba” a los peces, pulpos, medusas y demás seres marinos de la zona.

En su relato, la autora emplea una extraordinaria creatividad y recursos que incluyen metáforas, personificación, así como personajes definidos y diálogos animados, contribuyendo a la fluidez del mismo y comprometiendo al lector hasta el final.

Marinita era una nereida* que pasaba gran parte de su tiempo nadando en el lago Enriquillo, lo cual tenía prohibido, o jugando con sus fieles amigos, “Hipócrates, alias Hipo, un caballito de mar”, y Güelo, la vieja tortuga tinglar. Éstos habían sido asignados para cuidarla desde que era pequeña, luego de la muerte de su madre, aunque siempre buscaba la forma de escabullirse y llegar a la isla Cabritos donde se divertía con garzas e iguanas.

Güelo fue hasta allá para advertirle que Océano la estaba llamando. Pero este último se desesperó y la alcanzó.  Alterado, le advirtió que era peligroso estar allí. Los humanos podrían ponerla de accesorio en una vitrina en el “Acuario Nacional” ya que “esos bárbaros estaban acabando con los manatíes, con los cocodrilos, ¡con las tortugas de carey… y hasta con ellos mismos!”

Por esto, había decidido llevarla con él a las profundas y serenas aguas del Mar Adriático, donde pudiera tener un poco de paz. Pero la ninfa marina huyó. “Nadó y nadó hasta quedar exhausta…casi sin oxígeno”. Encontró el viejo galeón hundido donde vivía su amigo Tonina, “un vivaz delfín Hocico de Botella” quien tenía “un banquete de peces, crustáceos y pulpitos”.

El mamífero acuático, que gustaba nadar por los bancos marinos y la bahía de Samaná, supo escuchar a su amiga y apoyarla. Entre sollozos, la escuchó decir cómo “amaba cada gotita de agua del Lago Enriquillo, porque allí residía el espíritu de su mamá”.

Entonces Tonina recordó las palabras de un autor conocido**, que decía: “No hay arma más potente que la verdad en mano de los buenos”.

Por esto las criaturas marinas se unieron para brindarle su apoyo y hacer entender a Océano que, a pesar de los peligros, ella no estaba sola.

Al ver tal unidad y determinación, el abuelo aceptó su deseo, le aconsejó a ser libre y cauta, y se despidió.

La historia de Leibi Ng, nos presenta la leyenda de las nereidas o ninfas marinas de una manera creativa y magistral. Integra elementos propios de la mitología griega, la cultura taína y de la fauna y geografía dominicanas, en una especie de simbiosis entre la fantasía y la realidad, todo envuelto en bellas imágenes poéticas que permiten al lector sentirse dentro de la misma.

De igual manera, nos motiva a preservar la vida en nuestras costas y océanos, a vencer nuestros miedos aventurándonos a vivir con valentía e integridad, exaltando los valores de la resiliencia y la solidaridad y a ser leales a nosotros mismos.

Esta historia invita a creer y dar rienda suelta a nuestra imaginación y puede que quizás, “si alguna vez vamos a la isla Cabritos, en el lago Enriquillo, podamos ver una nereida… con su melodiosa voz mientras peina sus cabellos con un peine de coral, y hasta ver “como la incesante blanca espuma, regalo de las nereidas, besa todo el litoral dominicano” (Leibi Ng).

*Nereidas: Ninfas marinas, hijas de Nereo, mitad humanas mitad pez, correspondientes a la mitología griega.

**Autor citado: Juan Bosch.

Esta historia está incluida en la antología “Dominicana”, de Ediciones Altazor, Perú. (2018).