Johnny Ventura.

En los despiadados 70, bailé el pingüino en las fiestecitas familiares tan comunes, caóticas y divertidas que la adolescente más linda del barrio ofrecía a la muchachada, claro, con el permiso chaperón de los padres. Hasta las diez,  y  a las diez se van a sus casas.

La material girl, la anfitriona, nunca bailó con uno. Siempre con el pícaro pretexto de que estaba cansada rechazaba nuestras ganas de apretarla en cada vuelta.

“Ayy no, gracias, ese baile es como muy acelerao. Nada, a los diez minutos y desde la otra esquina de la fiesta,  observabas resentido a la niña bonita  quemándose con el figurín de la escuela, el más popular, el papichulo, el pepillito cabellito lambío.

Bailé el pingüino del Combo Show de Johnny Ventura con los tornillos de las caderas volando por los aires. Con los sudores y la euforia a millón de ser uno de los miles   protagonistas en la pista del ritmo más popular de la época. Uno de tantos. Una de las gozaderas desbocadas y febriles  de Los Caballos Mayores del Negro Que Botaba Miel Por los Poros. Nuestro Elvis Presley del merengue.

El Cuabero

Antes del Pingüino estuvo El Cuabero. Mi madre me contó sus andanzas con mi padre y su cofradía de amigos a principios de los 60. El Cuabero de Ventura era puro erotismo y segunda intención. “Venga vecina a buscar su estilla”. Una novedad. Una propuesta   franca y sincera al disfrute denla carne. Navidad con Libertad. Mataron al Chivo en la Carretera.    Venga a buscar lo suyo, vecinita. ¡Juiiiiiiiiiiga vecina!           

Y el Cuabero se escuchaba cientos de veces en ese pequeño bar restaurante frente al Parque Independencia donde mi padre Fermín Arias Belliard, su joven esposa y los amigos de la bohemia, tras la reciente decapitación de Chapita, disfrutaban en vivo y directo del tumbao y del  sabor  inédito e insólito de este muchacho espigado y gran bailarín, Juan de Dios Ventura Soriano.  Si, me hubiera gustado vivir esa experiencia.

Masámbula, Los Indioooos y el Tabaco

Los siguientes párrafos son caóticos.  Lo hice a propósito.  Todos fuimos testigos pasivos de los doce años de Balaguer, pero testigos al fin. Que también vale.  

Masámbula también está llorando la muerte del Caballo Mayor El teniente Masámbula, ahora en el infierno, añora volver a dar palos y pegar tiros en la UASD al son de Llegarooon Los Indioooos.    El Teniente Masámbula el juidero Johnny y sus indios, un grito de rebeldía para la muchachada de los liceos. Los doce años del Perínclito de Navarrete. Aquel tabaco era fuerte muy fuerte y había que fumárselo.

Nuestra banda sonora

Sí, quiero corroborar lo que dijo alguien en las redes sociales tras la muerte de Johnny Ventura, el gran proveedor de la alegría a borbotones para varias generaciones.

Ventura forma parte de nuestra banda sonora. Igual que los Beatles, los Stones, Raphael, Sandro, Leo Favio, Tito Rodríguez o Pirela, Héctor Lavoe y toda la Fania. Un referente musical, aunque nunca hayas comprado su música en cualquiera de los formatos.

Su música y su carisma la llevamos en el ADN. Estamos llenos de sus merengues. Bailamos y nos dejamos llevar por su gran sonrisa. Gracias, Juan de Dios.

 

¡Oye que rico mami!