SAN PEDRO DE MACORÍS, República Dominicana.- El arquitecto Carlos Báez Brugal, presidente de la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana (SARD), advirtió que la República Dominicana se está quedando “sin patrimonio arquitectónico importante”, por lo que considera necesario conservar las edificaciones antiguas como forma de preservar la “memoria histórica” del pueblo dominicano.

Al pronunciar una charla en la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Central del Este, Báez Brugal lamentó que la destrucción del paisaje urbano “siga siendo una realidad cotidiana”, y dijo que Santo Domingo se ha convertido en una metrópoli que ha tenido “un crecimiento repentino, desordenado, mal pensado y con resultados absurdos”.

Considera su eliminación como un atentado contra la memoria histórica, pues en ellas ocurrieron hechos históricos que representan valores intangibles.

A su juicio la construcción de “elevados por doquier” y el crecimiento sin límite, horizontal y vertical, con grandes torres han dividido la capital del país en dos, convirtiéndola en un espacio para vehículos donde se “deshumaniza el paisaje urbano”.

 “Don progreso se llevó el dinero al polígono central y sus alrededores, donde sectores emblemáticos para las elites, como Gazcue hoy lucen deteriorados, donde obras significativas han sido remodeladas y otras destruidas para dar paso a edificios de apartamentos”, puntualizó.

En su discurso citó como ejemplo la Zona Colonial y enumeró edificios arquitectónicos que formaban parte de la historia dominicana y que han demolido como El Jaragua y el hospital Marion; además de la construcción de la avenida 27 de Febrero, que mutiló la calle Teniente Amado García Guerrero, escenario de la batalla del puente Duarte en Revolución de 1965, colocándose allí un busto del patricio Juan Pablo Duarte para borrar la memoria de la resistencia de esa época.

Un planteamiento polémico: la casa de Trujillo

El arquitecto y presidente de la SARD mencionó que con la construcción de la Plaza de la Cultura se descartó la memoria histórica de la casa de Trujillo y sus familiares, acción que evitó que adeptos pudieran usar el lugar para ritos de veneración.