Antonio Díaz Paulino (Alex), el alcalde de San Francisco de Macorís tiene la intención de trasladar del lugar donde se encuentra la obra del artista Juan Trinidad, un homenaje al cacao, que fuera encargado por el ayuntamiento en el año 2011, y que se ha convertido en una obra simbólica en la entrada de la provincia Duarte.
La denuncia la hizo el intelectual Edwin Espinal Hernández en un texto publicado en las redes sociales, y que Acento confirmó con el propio artista Juan Trinidad, quien mostró su rechazo al traslado de su obra.
La primera versión que se ofreció es que en el lugar donde está instalada la obra sería colocada una estatua del patricio Juan Pablo Duarte, que habría sido donada por la Comisión de Efemérides Patrias. Juan Daniel Balcácer, presidente de la comisión, supuestamente negó tal donación. “Como artista, como autor de la obra de homenaje al cacao, y como responsable del diseño y creación de la misma tengo derecho a reclamar que la obra se mantenga en el lugar en que se instaló desde su entrega”, dijo Juan Trinidad a Acento.
El texto de denuncia de Edwin Espinal Hernández es el siguiente:
Un nuevo atentado contra el arte público podría verificarse en San Francisco de Macorís, donde, supuestamente, el ayuntamiento del municipio pretende movilizar el monumento al cacao ubicado a la entrada de la ciudad, obra del artista Juan Trinidad y pieza que el mismo cabildo contrató en 2011.
Un traslado realizado sin criterios técnicos podría afectar la pieza y su pedestal. Y si acaso se echase a perder definitivamente, fruto de un ejercicio arbitrario e injustificado del ejercicio del derecho de propiedad por parte del ayuntamiento sobre el soporte de la escultura, se violaría el derecho moral de integridad de Trinidad como autor y quedaría comprometida la responsabilidad civil del ayuntamiento francomacorisano.
Edwin Espinal Hernández
Exdirector Oficina Nacional de Derecho de Autor y especialista en Propiedad Intelectual.
Segundas intenciones….
Hasta el momento el Ayuntamiento de San Francisco de Macorís no ha ofrecido ninguna aclaración. El artista Juan Trinidad teme por la integridad de su obra, y hasta sospecha que con la intención del traslado pudiera tratarse de alguna rencilla o malestar personal y no institucional del gobierno de San Francisco de Macorís.
A continuación, un texto sobre la obra, escrito por la crítica e intelectual Marianne de Tolentino, y publicado por el diario Hoy el 23 de diciembre del 2011, luego de instalado el monumento:
Un monumento al Cacao, obra de Juan Trinidad
Realizar y presentar obras de arte accesibles a todos permanentemente, en la calle y en edificios comunitarios, se reconoce como un medio idóneo para acercar la gente a la realidad de las artes plásticas, dentro de sus actividades diarias, sin tener que ir a un museo o una galería, o tener el privilegio de una colección.
Ahora bien, no es propósito nuestro abordar el tema del arte público, su necesario progreso y actualidad, sino citar en ejemplo la iniciativa del Ayuntamiento de San Francisco de Macorís y el recién inaugurado Monumento al Cacao. Lo encargó la sala capitular al escultor Juan Trinidad, y hoy se yergue, con sus nueve metros de altura, en la Plaza de los Mártires, a la entrada de la ciudad.
El artista y la obra. En la escultura dominicana, sobresale Juan Trinidad, totalmente dedicado a la obra tridimensional, viviendo y trabajando en San Francisco de Macorís, a quien apreciamos especialmente por la talla directa en madera: trabajador incansable, él la practica con una convicción inquebrantable y admirable, contra viento y marea, exponiendo en muestras personales y colectivas, nacionales e internacionales.
No podemos olvidar cuán feliz se manifestaba Juan Trinidad cuando él expuso en París, en la colectiva dominicana de la Alianza Francesa. A cada paso parisino, él se detenía deslumbrado para mirar y disfrutar los edificios, su arquitectura, sus molduras, pero sobre todo los monumentos, enamorado de la Plaza de la Concordia y su Obelisco.
Él soñaba con realizar un monumento, diseñarlo, construirlo en su país. Ese día ha llegado: Juan Trinidad es el autor del Monumento al Cacao en San Francisco de Macorís, de algún modo su obelisco
A decir verdad, si el artista se siente orgulloso y feliz, se experimenta una satisfacción recíproca ante esa portentosa obra escultórica de bronce de Juan Trinidad, un heredero de las enseñanzas del maestro Antonio Prats-Ventós. Pues la escultura de Juan Trinidad pertenece a lo que se considera tradición dominicana e identidad afro-antillana.
Si la orientación del artista no cambia y siguen descollando en su obra las tallas totémicas en roble y en caoba centenaria, él domina también otros materiales, particularmente el bronce. Lo demuestra este impresionante homenaje a la provincia Duarte, a su riqueza agrícola principal, y a sus figuras heroicas, incluyendo a los productores y los trabajadores del cacao.
Juan Trinidad es, sin pretensiones de serlo, un pensador en el arte. Él reflexiona acerca de los reinos de la naturaleza, de la condición humana y sus valores morales, de los misterios de la creación, labrando rostros introspectivos entre formas y volúmenes geométricos. Ahora bien, vemos cómo él se puede interesar igualmente por una transmutación de la realidad anatómica y emitir un mensaje. Aquí recordamos una afirmación de Brancusi: No es solo la forma exterior que es real, sino la esencia de las cosas. Partiendo de esta verdad, es imposible expresar algo real imitando la superficie de las cosas.
Este autorretrato singular nos recuerda en intenciones al famoso pulgar gigante del gran escultor francés César que el artista dominicano desconoce, dedo emblemático exhibido en plazas francesas. Está integrado dentro de una estructura abstracta imponente, base realizada por el propio Juan Trinidad, cambiando el diseño original de las sempiternas bases de nuestras esculturas públicas. Como en todas sus esculturas, el artista concibe, combina y articula la abstracción. La meditación, la esperanza, el ideal se inscriben en una imagen tridimensional que expresa sabiduría interior y fe, voluntad y poder, poniendo en alto los recursos y riquezas naturales y humanos, de su tierra.
El artista
Trinidad no se limita a una arquitectura externa, representando la mazorca del cacao, sostenida por una mano, sino que la glorifica metafóricamente como especie natural y patrimonio de una región, sino también símbolo de fertilidad y don divino. Este conjunto escultórico monumental culmina, pues, en una síntesis, generosa en ritmos y modulaciones, de superficie a la vez brillante y mate, impecablemente patinada y con variaciones tonales. La figura se relaciona con la expresión directa y la reproducción moldeada de la mano del artista y su antebrazo, sosteniendo real y alegóricamente la fruta del cacao.