SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Antonio Sánchez Valverde es un personaje importante de la historia de la isla española, y los historiadores discuten mucho sobre su influencia en el porvenir de la futura república creada por Juan Pablo Duarte, pero aún hoy se concibe como el bisabuelo y tatarabuelo de familias importantísimas, de varios ex presidentes dominicanos, y como el iniciador de la historia del criollismo.

Roberto Cassá, José Luis Sáez, Amadeo Julián, Fray Cipriano de Utrera, Vetilio Alfau Durán, Raymundo González y algunos otros historiadores, intelectuales escarban y revisan el más valioso de sus aportes (Idea del valor de la Isla Española, y utilidades que de ella puede sacar su Monarquía), y no terminan de ponerse de acuerdo sobre la influencia posterior de ese libro publicado en 1785.

Miguel Decamps Jiménez acaba de publicar una investigación responsable sobre este sacerdote que dejó por lo menos cinco hijos, y que fue castigado por los reyes de España por haber viajado de la isla sin su autorización, y que deambuló por España, Venezuela, México, Cuba y terminó dejando sus huesos en un frío monasterio de la capital azteca, hasta donde llegó Miguel Decamps buscando los más mínimos detalles para incluirlos en su libro El criollo: Antonio Sánchez Valverde, su época, su vida, su obra.

La obra de Miguel Decamps es ambiciosa, plural, no se detiene en la búsqueda de conexiones, y tiene la virtud de documentar cada uno de sus argumentos y descubrimientos. Como editor que es el autor, se excede en los detalles de la vistosidad del libro, pero en cuanto a la documentación hay que guardarle el mejor de los reconocimientos.

Qué tiene que ver Anto0nio Sánchez Valverde con Frank Cabral Canagno, con Ramón Báez Figueroa, con Buenavantura Báez, con Juan Bautista Vicini Cabral, o Juan Vicini Lluberes, y con muchos personajes pasados y actuales, lo encontrará en este interesante libro.

Al igual que Sánchez Valverde, hubo un sacerdote de Santiago de los caballeros, llamado Pedro Agustín Morel de Santa Cruz y Lora, que fue virulentamente atacado por el clero local, de ascendencia española o evidentemente español. Estos sacerdotes criollos, mulatos, por ser negros y de padres de la isla recibían un tratamiento discriminatorio de la jerarquía, no los ascendían ni les reconocían sus méritos.

Pedro Agustín Morel de Santa Cruz tuvo que irse de la Isla y recalar en Cuba, en donde se le tiene como el padre de la historiografía cubana. Fue el primer criollo en ostentar la mitra de obispo, en León Nicaragua.

Miguel Decamps desmiente a varios historiadores que se han copiado uno a otro sobre la idea de que Antonio Sánchez Valverde es el primer historiador criollo. Sostiene que no es así y que el primer historiador criollo es Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, prácticamente desconocido en la República Dominicana de hoy.

Desmiente la versión de Roberto Cassá en el sentido de que Antonio Sánchez Valverde haya sido esclavista y racista. Sí, era el racionero de la catedral de Santo Domingo durante 20 años, pero respondía a los criterios de su época.

Decamps también niega la idea de Pedro L. San Miguel, que lo sitúa como un representante de la élite de la isla. La historia personal de Sánchez Valverde, dice, “muestra a un individuo que trató de subsistir y escalar entre esa élite, sin lograrlo, y de ahí su destierro y sus muchas amarguras”.

Sánchez Valverde había nacido en 1729, mientras que Pedro Agustín Morel de Santa Cruz había nacido en 1694, y había desarrollado sus ideas criollistas antes que Sánchez Valverde, tanto en Santiago como en Cuba.

El libro de Miguel Decamps es profuso en documentos y detalles sobre estas ideas. Cita  Juan Bosch opinando sobre el libro de Sánchez Valverde, la Idea del valor de la Isla Española: “Es un libro fundamental para el que se proponga estudiar la composición social dominicana”, habría dicho el ex presidente e intelectual dominicano.

Miguel Decamps profundiza en la vida secreta de Antonio Sánchez Valverde, que siendo sacerdote, hizo votos de castidad y abstinencia sexual, pero tuvo que confesar por escrito, pidiendo perdón a las autoridades españolas, que “después de 23 años como de Racionero en una Catedral pobrísima, que antes se ha servido de consumir su Patrimonio, con perjuicio de cinco sobrinos huéranos, y de familia honrrada…”. Dice Decamps que el uso de la frase sobrinos huérfanos es importante, “porque esa es la forma en que los sacerdotes se han referido tradicionalmente a sus hijos”.

Decamps sostiene que Sánchez Valverde sigue presente en el país a través de sus descendientes. Dejó un hijo con una mujer casada, y que llamaron Pablo Altagracia Báez, y quien fue identificado como sobrino del racionero. Dice que Emilio Rodríguez Demorizi sostiene que ciertamente Pablo Altagracia Báez era hijo de Sánchez Valverde, y que fue exp[osito, abandonado en la capilla de la Altagracia del Tempo de San Nicolás, contiguo al Hospital San Nicolás de Bari. Por eso fue que a Pablo le pusieron el nombre de Altagracia.

Sánchez Valverde tuvo a Pablo Altagracia Báez con la esposa de un hombre apellido Filpo de Azua. Mientras Filpo no estaba,Sánchrez Valverde tuvo sacrílegas relaciones con La esposa de Filpo y de esa relación nació Pablo Altagracia Báez. Fue educado y aprendió el oficio de platero y tomó el apellido Báez de un francés que le dio protección y educación. Pablo Altagracia Báez se trasladó a Azua y en 1821 ya era alcalde.

Pablo casó con María Quezada, pero no tuvo hijos. Escogió a una hermosa joven negra, esclava, de apellido Camateta, y tuvo con ella 7 hijos. Uno de ellos se llamó Buenaventura Báez Méndez, quien llegó a ser cinco veces presidente de la República.

La historia de la descvendencia se va explicando en el libro con lujos de detalles, y si es cierto que Antonio Sánchez Valverde fue el padre de Pablo Altagracia Báez habría que decir que son descendientes de Sánchez Valverde un gran número de líderes económicos, militares políticos, intelectuales, artistas dominicanos en los últimos 200 años. Entr los biznietos hay que mencionar a Ramón Báez Machado, presidente interino de la República en 1914 y rector de la Universidad de Santo Domingo.

Otros descendientes son Fernando Arturo Báez, Pedro Pablo Báez González (sacerdote), Mario Fermín Cabral y Báez, José María Cabral y Báez, José Ramón Báez Lopez-Penha, Marcos Cabral Bermúdez y Eduardo Sánchez Cabral, así como el poeta Manuel del Cabral y elempresario Ramón Báez Romano.

Miguel Decamps sigue mencionando descendientes de Antonio Sánchez Valverde, entre los cuales incluye a Fernando Báez Mella, José Báez Guerrero, José Enrique Hernández Machado, Juan Bautista Vicini Cabral, Manuel José Cabral Tavares, Pedro Ramón Espaillat Cabral, , José María Cabral Arzeno, Lucía Amelia Cabral Arzeno, Leonor Porcella de Brea, Frank Cabral Calcagno, Alberto Despradel Cabral y Ramón Báez Figueroa.

La descendencia no termina ahí. Sánchez Valverde sería sexto abuelo de los empresarios Felipe Augusto Vicini Lluberes, Manuel Diez Cabral, María Amalia León Cabral de Jorge, Marco Cabral Franco, Patricia Reid Baquero, Ana Thomén Cabral y José María Cabral González.

La lista de la descencia de Sánchez Valverde va desde la página 204 hasta la página 302 del libro de Miguel Decamps. Una pieza verdaderamente insólita en la biografía dominicana, de personajes importantes del clero y la intelectualidad de la isla.

Antonio Sánchez Valverde falleció en México, el 9 de abril de 1790, donde fue sepultado con la pompa correspondiente.

El libro de Miguel Decamps generará polémicas, seguro, pero una cosa hay que reconocerle, es la obra más completa, más audaz y documentada sobre el criollo Antonio Sánchez Valverde.