Segunda parte

A.M: En tu visión de la Filosofía  (Vol.1) tú reivindicas a Gustavo Bueno cuando se refiere a que el saber filosófico no es un saber atrapado en el pasado, un saber de Sócrates,  Epicuro, Platón, Aristóteles o  Hegel, sino que el saber filosófico  es un saber acerca del presente y que como saber de segundo grado, presupone otros saberes previos, ya sea cibernético, sociológico,  político o matemático; de tales saberes surgen ideas que cobran importancia cuando en medios de comparaciones, confrontaciones y  criticas  la Filosofía se ocupa de ellas. ¿Qué definición tiene para la filosofía y cómo la concibes? ¿Las preguntas filosóficas se quedan en el propio campo de la filosofía?

(R.G): Podría resumirlo en decir que pensar es pensar sobre algo. Tanto Gustavo Bueno, como Santiago González Escudero, aunque también otros profesores han influido en mi manera de concebir la filosofía. Definir la filosofía es una tarea ardua, porque conlleva nuestra posición dentro de la filosofía. No pueden definir la filosofía de la misma manera Hegel o Marx. La filosofía frente a otras disciplinas cuando se pregunta por: ¿qué es la filosofía?, se queda en el campo de la filosofía. Es ella misma una pregunta filosófica. Cuando un físico se pregunta ¿Qué es la física? O un químico ¿qué es la química? Estas preguntas se extralimitan del propio campo, se salen de la física y de la química. El físico o el químico no están haciendo física o química. Yo le pongo a mis alumnos el ejemplo de que cuando Stephen Hawking se pregunta por el origen del universo no está mucho más allá de las soluciones de Empédocles de Agrigento o Anaxágoras de Clazomene, e incluso, no está ni siquiera a la altura de la solución más elaborada del atomismo de  Demócrito de Abdera.

La escultura, el culo más grande del mundo (Oviedo), del escultor Eduardo Úrculo, en la fotografía: Román García, Yvelisse Melo, Emma Alvarez Valle y Andrés Merejo.

Preguntarse por ¿qué es la Física? ¿Qué es la Matemática? ¿Qué es la Historia? O ¿qué es la Antropología?…, no son preguntas que nos remitan a la propia disciplina. Ese es el gran error que se ha producido desde la administración del conocimiento, desde los Ministerios de educación, desde las Rectorías, pero también desde muchos profesionales de la filosofía. Así nos encontramos en muchas Facultades asignaturas de fundamentos o, por lo menos, el tema primero de muchas disciplinas tratan sobre ¿qué es…? En el mejor de los casos se trata de especulaciones que se reducen a cuestiones etimológicas que no nos llevan más que a confusiones, pues lejos de aclarar el termino nos traslada a nuevos problemas: Antropología: ciencia que estudia el hombre, parece que hemos dicho algo, pero sin embargo nos remite a toda la tradición, a un debate mucho más amplio y una tradición filosófica: ¿Que es la ciencia? ¿Qué es el hombre?. Sin embargo, tampoco podemos culpar completamente a los especialistas, se trata de que desde la filosofía se pretende sustancializar el propio método y considerar que el filósofo puede plantearse estas cuestiones sin estudiar física, química, antropología o en sí la disciplina en cuestión. Si la filosofía ha establecido métodos de análisis, estructuras de razonamiento estas no pueden estar al margen de los contenidos, a riesgo de convertirse en erística, como señaló Platón. Kant en la Crítica de la Razón Pura planteó de forma precisa: "Pensamientos sin contenidos son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas" (A51). Por eso el filósofo no puede intentar establecer categorías o métodos al margen de los conocimientos concretos. Los contenidos son fundamentales sin ellos el pensamiento está abocado a meros juegos retóricos y ahí está la comprensión de la Historia de la Filosofía no como un rescate de reliquias del pasado, no se trata de referencias exóticas que adornan los trabajos para que con sus florituras den un aspecto erudito a los escritos. Pero también el conocimiento de la historia de la filosofía nos da herramientas, pues nos facilita conocer los límites y alcances o incongruencias de determinados enfoques.

A.M: En el primero de los  volúmenes tú asumes la visión de Carlos Marx y Federico Engels al decir que al filósofo no solo le ha interesado la fuerza del pensamiento sino también el progreso de  las ciencias de la naturaleza y la industria. De esto se desprende que sin caer en un reduccionismo en cuanto a las ciencias o condiciones  sociales de determinada época, no podemos dejar a un lado, como bien dices en ese volumen, la actividad y practica del sujeto, a sus labores productivas (en sentido amplio de este término).   Estudiar estos textos tuyos nos permite viajar por el mundo filosófico de lo griego, pero ese viaje es para situarnos en el aquí y el ahora, para trabajarlo en lo actual, en el acontecimiento y no un mero presente, ni caer en reduccionismo social. ¿Qué importancia cobra  esta trilogía en  la historia de la Filosofía clásica en estos tiempos cibernéticos? ¿Hay un ejercicio articulado de estos textos con los temas actuales? ¿Tu tesis doctoral es sobre Una teoría de la Imagen de Platón?

(R.G): Como muy bien señalas, mi interés por el pasado radica en poder entender el funcionamiento del presente. No pretendo descifrar el significado exacto del término logos o el de nomos dentro del contexto de la Grecia arcaica. Se trata de entender a que corresponden esos términos para poder encarar los problemas fundamentales a los que nos enfrentamos en la actualidad: problemas sin los cuales no podemos entender el lenguaje, la razón, las leyes y las normas. No se trata de entender a Tales, Platón o Zenón, se trata de entendernos a nosotros mismos y para ello nos son útiles estos autores,  en la medida que lo han intentado antes y que son los responsables de las estructuras y herramientas que hoy utilizamos. No se trata de que los griegos lo pensaron todo, por supuesto que vamos roturando nuevos espacios, pero los principios y las operaciones son las mismas o por lo menos se basan en ellas.

Como bien señalas, “estudiar estos textos nos permite viajar por el mundo filosófico de lo griego”, pero no se trata de un viaje arqueológico, de rescatar una reliquias o anécdotas del pasado, se trata de un doble camino de ida y vuelta, que está planteado en el mito de la caverna de Platón, en un regresus que necesita un progresus que nos sitúa nuevamente en el presente, pero de una manera distinta, crítica. La era actual se caracteriza fundamentalmente por un enfoque tecnológico. Estamos acostumbrados a plantearnos el ¿para qué sirve esto?. Las técnicas se caracterizan por ser acríticas, por ello es importante la filosofía, el volver a las estructuras y procesos dialécticos que se han dado en el pasado. Nuestra sociedad sigue utilizando mitos, procedimientos mágicos, modos de razonar acientíficos. En mi tesis doctoral he tratado de ver como las estructuras analizadas por Platón son utilizadas en la construcción del discurso actual, sobre todo en la publicidad y la propaganda.

A.M: Hay un texto del filósofo Javier Echeverría titulado Entre cavernas: de Platón al cerebro pasando por Internet (2013). En este se explica, como en el diálogo La República, el filósofo Platón construye toda una alegoría de la caverna implicando toda una ontología en cuanto que vivimos entre cavernas. La representa  como morada cerrada en forma de prisión, en la cual hay unos hombres encadenados de espalda a la entrada de la caverna, imposibilitados de percibir el mundo real tal como es. Solo pueden ver sombras de ese mundo, percibiéndolo como si fuese real. Para Echeverría, el cibermuno viene siendo una caverna electrónica o un tercer entorno digital, diferente a la caverna física del primer entorno natural y de la segunda caverna de la polis o ciudad. ¿Tus reflexiones sobre Platón y ese mundo alegórico de la caverna articulado con lo virtual lo has seguido trabajando? 

El Filosofo Román García y Andrés Merejo

(R.G): El mito de la caverna de Platón tiene una dificultad interpretativa. Ya el propio enunciado supone una interpretación: si se trata de un mito o una alegoría es una cuestión interesantísima. La mayoría de los intérpretes, incluido Javier Echeverría, quedan atrapados dentro de la caverna, pues se sitúan en una interpretación analítica del mismo. Parece que el hombre tiene una imagen distorsionada del mundo y que la tarea del conocimiento es romper las cadenas que no nos permiten ver la realidad tal y como es. Sin embargo cabe otra interpretación más dialéctica. Una interpretación del mito, mucho más de acuerdo con la posición que yo mantengo sería la de Descartes y el genio maligno. Existe una realidad que nos envuelve. Descartes termina rechazando esta posibilidad, sin embargo, Marx, Nietzche y Freud van a aceptarla. Ciertas estructuras envuelven nuestra conciencia y no nos permiten entender el mundo porque nuestra conciencia está deformada. Un ejemplo de esta interpretación llevada al extremo podría ser la película Matrix (1999) de los hermanos Wachowski, en la que la realidad es una recreación de un programa de ordenador. La interpretación que llamo analítica interpreta en términos de falsa realidad y auténtica realidad mientras que una interpretación dialéctica, como creo platea Platón, tiene que considerar las sombras como reales. El mito no plantea salir de la caverna sino volver a ella (progresus). La categoría verdadero/falso no es válida para la mayor parte de los procesos. Un anuncio no es verdadero ni falso, es un anuncio, por tanto lo que podemos plantear es si lo entendemos o no y si somos capaces de decodificarlo e incluso volver a construirlo de otra manera o con otros elementos. Eso es lo que consiguió Platón.

A.M: Hoy recuerdo, cuando en diciembre 2008 participé como expositor en el congreso en Gijón, Asturias,  organizado por la Sociedad Asturiana de Filosofía, sobre ¿La realidad virtual es real?, y del que Carlos González Penalva y tú eran responsables; entre los expositores de ese evento estaba el filósofo  Félix Duque con el tema sobre: Noúmeno y realidad virtual. Para ese tiempo teníamos bien definido como desde la Filosofía, dada su condición crítica y no dogmática, se podría realizar una construcción discursiva sobre el mundo de lo virtual y lo real, porque esta como tal, siempre  ha venido indagando, preguntándose  por la realidad y por las construcciones de nuevas realidades en lo físico y conceptual. En ese congreso de filosofía llegué a plantear el Ciberespacio y realidad virtual como un filosofar articulador de  nueva realidades. ¿Cuál es tu visión desde la filosofía sobre este mundo virtual, ciberespacial, que hoy configura el cibermundo tecnológico digital? ¿El filósofo puede vivir al margen de este cibermundo?

R.G: Empezando por el final. Está claro que el filósofo no puede estar al margen de este mundo virtual, ciberespacial, que hoy plantea nuevos horizontes y, a la vez, está trasformando no solo la tecnología, sino también las relaciones sociales, laborales, incluso las personales.  En definitiva, el filósofo no puede vivir al margen de las nuevas realidades y el cibermundo como parte de este.

El problema que da sentido a la filosofía es el propio proceso de cambio del mundo, bien uno se posicione con Parmenides bien con Heraclito. La ciencias categoriales, así como las ideologías en cuanto constructos morales fijan la realidad, pero el mundo es un mundo en transformación por ello se necesita la filosofía que es una disciplina dinámica cuando ella misma no se convierte en ideología o se deja instrumentalizar por el Estado. El tema del ciberespacio y la realidad, como muy bien tú has estudiado, vuelve a poner en solfa los viejos problemas de la filosofía. Por una parte, los conceptos, las ideas, no se pueden despachar con que no son reales; es con ideas como se construyen catedrales, ciudades, naciones o imperios. Recordemos que Platón le dio tanta importancia a la realidad de las ideas que llegó a plantear que eran lo único realmente existente.