Tecnociencia y Filosofía.

Es una cuestión de estado que todos los ciudadanos tengan la capacidad de acceder a las tecnologías y al conocimiento tecnológico necesario para poder innovar y, de ese modo, poder usar las tecnologías como aliados en el desarrollo personal y local.

(A.M): Cuando me dediqué al estudio filosófico de la informática  (Ciudad de Nueva York en la década del 90)  en sus aspectos técnicos y epistemológicos, pude darme cuenta cómo  el software libre contribuye a que los sujetos cibernéticos tengan la libertad de usar dicho programa; indagando su funcionamientos y readaptándolo, mejorándolo o modificando libremente y hacer réplicas (copias), de manera estratégica y para su distribución pública y beneficiosa para los que utilicen. El filósofo tecno-científico Richard Matthew Stallman ha sido  considerado como el creador de este concepto en la década del 80. ¿Qué relación hay entre la Filosofía del software libre y  la ética? ¿Dónde situar el discurso filosófico?

. (R.F.O) Bueno, la ética del software libre se basa en un imperativo categórico muy claro: la información procedimental (la que nos sirve para hacer cosas) es libre y debe ser siempre libre. Un programa de ordenador, como una receta de cocina, es una secuencia de órdenes que nos permite hacer algo con elementos más simples. Resolver una búsqueda en una base de datos o comer una rica tortilla a partir de unos huevos. No hay mejor metáfora que la nueva ciberesfera de la información, en la que se puede copiar, distribuir y modificar la información sin ninguna restricción física, para entender la necesidad de revisar nuestros conceptos éticos, legales y sociales sobre la información y sus contenedores. La ciberesfera está compuesta por ciberinformación, es decir, información digital. Y la digitalización de la información cambió todas las justificaciones prácticas del modelo de negocio asociado a la información, es decir, la producción y distribución de productos hechos con información, como software, libros, revistas, discos de música o de cine, etc. Cuando hay un cambio de ese tipo, hay que recurrir a la ética, a la filosofía, para volver a refundamentar todas las normas.

Doctor Roberto Feltrero, en su conferencia en la Universidad de Diderot, Paris, Mayo 2019.

Igual que existe una filosofía del derecho que justifica normas y procedimientos sobre la base de convicciones éticas y morales relativas al ser humano y sus relaciones sociales, ahora podemos pensar en una filosofía de la información que se fundamente en ciertos principios básicos como esa libertad de acceso a una ciberinformación que no encuentra impedimentos físicos para circular libremente. La filosofía nos puede proporcionar esa visión general, basada en valores y hasta cierto modo externa e independiente a los intereses particulares de cada disciplina. Esa visión general es necesaria para reevaluar el significado de la información en nuestra cibersociedad y, por tanto, para elaborar nuevas normas acordes a estos cambios.

Esto no es novedoso. La filosofía de la educación y el principio de igualdad fundamentan la educación básica obligatoria y gratuita o las bibliotecas públicas para que todos tengan acceso al conocimiento. Ahora que la ciberesfera permite que toda esa información y conocimiento circulen libre y gratuitamente, es necesario replantear muchos marcos legales para seguir garantizando los mismos principios éticos.

Por otro lado, es interesante considerar la filosofía del software libre como un conjunto de filosofías aplicadas. Lo que muestra el caso del software libre es que, desde ese principio de libertad de la información procedimental, se ha llegado a construir todo un entramado de normas y prácticas de trabajo, desarrollo e innovación que son de naturaleza epistemológica. Y desde una ética y una teoría epistemológica sobre cómo debe ser el desarrollo de conocimiento tecnológico, se construye una filosofía colaborativa de las prácticas técnicas y científicas, una filosofía de la economía basada en los servicios y no en las licencias y, sobre todo, una filosofía de la innovación como un movimiento social abierto y participativo. En realidad, la mayoría de esas ideas ya estaban a la base de la ética del conocimiento científico, al menos en su versión más positiva. La ética de la ciencia devino en ética tecnocientífica gracias al impulso del software libre.

El valor del pensamiento de Stallman radica en haber puesto en práctica ese imperativo ético a través de una herramienta legal, la licencia del software libre. Y esta es la mejor prueba de lo que estamos afirmando, pues esa licencia obliga a que el que usa y modifica software con licencia libre solo puede distribuir su nuevo software con la misma licencia libre. Esa imposición legal es la base para crear una sensación de comunidad, de trabajo y reto colaborativo que lleva a un proceso de innovación abierta y constante que no puede ser superado por ningún modelo de innovación empresarial cerrada. Y eso nos lleva al punto en el que estamos hoy en día: ya ninguna de las grandes empresas de informática piensa en el software libre como un enemigo de su modelo de negocio, sino como el mejor aliado para la innovación y el desarrollo de nuevos productos.

El modelo de innovación abierta ya ha sido adoptado unánimemente por todas las grandes empresas de software. De igual modo, su modelo de negocio del pago por servicio en lugar del pago por la licencia de software está a la cabeza de sus nuevas estrategias comerciales (por ejemplo, el sistema operativo Android para Google o toda la nueva infraestructura en la nube que Microsoft comercializa con el proyecto Azure).

No es fácil explicar a los usuarios que toda la tecnología que se está diseñando hoy en día, y que sustituirá a ese modelo que conocemos, está basada en el software libre. Como tenemos tantas capas tecnológicas en nuestros artefactos tecnológicos, como no tenemos mucha información para entender que el sistema Android de nuestro teléfono está basado en software libre (y que no pagamos por él) o como seguimos viendo que los computadores se venden con Windows instalado, no nos damos cuenta todavía del cambio. Pero el cambio ya sucedió y quizá el sistema operativo Android es la mejor prueba pues ha permitido que la gran mayoría de los teléfonos funcionen gracias al software libre y su modelo de innovación y desarrollo. Ahora es necesario divulgar ese cambio y explicar que se basa en el imperativo categórico de la libertad de la información procedimental, en su modelo de negocio, en su modelo de desarrollo abierto y, en gran medida, en su filosofía sobre la innovación y la apertura. Por eso el software libre, al menos en estos aspectos, no tiene nada de utopía ni de modelo alternativo, es ya el modelo dominante y está para quedarse para siempre como modelo de innovación tecnológica abierta.

En resumen, la filosofía nos ayuda a entender que lo importante del software libre no es si lo podemos conseguir gratis, si podemos o no copiar un programa de software. Lo importante es que si la información tecnológica y procedimental es libre, todos podremos adaptar y reconstruir las herramientas tecnológicas conforme a nuestras necesidades y preferencias. Algo que, como vimos cuando hablamos del cerebro, es un proceso cognitivo básico para entender qué hace al ser humano inteligente: la capacidad de construir sus tecnologías cognitivas y de adaptarlas a sus tareas. 

(A.M):¿Dónde situarnos con la Filosofía de software libre en lo político y lo social?  ¿Cobra importancia implementar el software libre como política de Estado, específicamente, en el plano educativo y para personas con discapacidad?

Esa pregunta nos hacer regresar al imperativo ético. Es decir, igualdad, accesibilidad, funcionalidad abierta o tecnología para todos son conceptos con una fuerte base ética y moral. Las tecnologías de la ciberesfera, por ser tecnologías cognitivas, pueden ayudar en muchos aspectos a la igualdad. O puede imponer más brechas. Si antes las desigualdades sociales venían determinadas por la educación o el poder adquisitivo de las personas, ahora el acceso a las tecnologías y a la información puede suponer nuevas brechas sociales. Por eso, más que el software libre, el tema de estado por el que preguntas es el del acceso a la información y a las posibilidades de innovación y desarrollo de tecnologías para todos. El software libre es útil para diseñar ese modelo y proporciona muy buenos ejemplos de cómo hacerlo pero no es en si un tema de estado. Es una cuestión de estado que todos los ciudadanos tengan la capacidad de acceder a las tecnologías y al conocimiento tecnológico para poder innovar y, de ese modo, poder usar las tecnologías como aliados en el desarrollo personal y local.

El caso que citas de la discapacidad es muy buen ejemplo. Las tecnologías computacionales ayudan a los colectivos con necesidades diferentes. Las tecnologías computacionales asistivas ayudan a la inclusión de todos los ciudadanos y a su participación en la ciberesfera. Lectores de pantalla, interfaces de voz, teclados braille, sistemas para manejar la computadora con el movimiento de la cabeza, etc., etc. son tecnologías que permiten a las personas superar dificultades físicas para manejar cualquier tecnología. Debe ser un derecho, basado en la igualdad de oportunidades, el acceso y la formación en estas tecnologías. Pero, y justo en este caso, es igual de importante el derecho a innovar, es decir, a modificar estas tecnologías para que se adapten con precisión a cada caso particular.

El filósofo tecnocientífico Richard Matthew Stallman, creador de la Filosofía del software libre

Ya lo comentamos anteriormente. Las mal llamadas “personas con discapacidad” no son personas con menos habilidades, son simplemente personas con otras habilidades funcionales. Ellos resuelven las mismas tareas que los demás, solo que con sus propias habilidades. Por eso las tecnologías deben ser abiertas para que se adapten a las personas con necesidades especiales. Esto es lo que he denominado en algunos trabajos el principio de “funcionalidad abierta”. Principio que el software libre cumple en la medida en que otorga la libertad a cualquiera para estudiarlo y modificarlo, es decir, para ajustar sus funcionalidades.

En realidad, de una u otra manera, todos somos “discapacitados” frente a la tecnología. Es decir, nuestra aproximación a las tecnologías de la ciberesfera está basada en la diversidad. Dependiendo de nuestras necesidades, nuestra actividad o nuestro interés, cada uno adquiere un grado diferente de manejo y dominio de la tecnología. Por ello, el principio de funcionalidad abierta de la tecnología no se restringe al problema de la discapacidad, sino que se extiende a todos nosotros. Todos necesitamos adaptar las tecnologías a nuestro caso particular. Por eso, el principio básico para garantizar la igualdad y el acceso para todos es el de la funcionalidad abierta, es decir, que la tecnología pueda ser modificada para garantizar la accesibilidad y la inclusión de todos, independientemente de sus habilidades físicas o intelectuales, de sus condicionantes culturales o de su situación económica.

Como ves, estas ideas encajan perfectamente con las conclusiones valorativas sobre nuestros sistemas cognitivos. Esa necesidad de apropiación cognitiva (apropiación fuerte) de los recursos tecnológicos obliga a que existan vías para estudiarlos y modificarlos. Recuerda que la libertad de estudiar el código (código abierto) y de poder redistribuir las modificaciones que lleguemos a hacer, son dos de las libertades básicas del software libre según la definición canónica de Stallman.

Pero regresando a punto de la política de estado que mencionas, creo que para la ciberesfera no es necesario llegar a ese tipo de conceptos. Las tecnologías computacionales, la ciberesfera, se han desarrollado de manera abierta y sin necesidad de normativas específicas. Eso ha posibilitado opciones privativas radicales, pero también opciones completamente libres de innovación social abierta. Y, por cierto, estas últimas, como ya comentamos, van ganando la partida. La intervención del estado la veo más desde un punto de vista ingenieril.

En todos los campos de la ingeniería existen protocolos de interoperatividad para garantizar que todos los recursos tecnológicos se pueden combinar y conectar entre si. Piensa por ejemplo en la red eléctrica. Todos los artefactos que la constituyen y que se conectan a ella cumplen con protocolos básicos de seguridad e interoperatividad. Imagina que la red que te instalaran en tu casa solo fuera compatible con una determinada marca de electrodomésticos. Eso te condicionaría mucho y sería, con los reglamentos actuales, ilegal.

Esto ha ocurrido, y está ocurriendo a cierto nivel, con determinados modelos de desarrollo de software y es algo que se debería evitar. Piensa por ejemplo que un programador debe hacer una versión de su aplicación para iPhone y otra para Android. Afortunadamente las tecnologías computacionales son tan flexibles que esto no es demasiado problema. Pero también es cierto que hay veces que solo encuentras esa aplicación para uno de los dos sistemas de telefonía. Y si no es el tuyo, no la puedes usar. Son casos como este los que creo que se deberían regular de algún modo, sobre todo en el caso de aplicaciones e innovaciones de carácter social. No es posible que solo las personas que pueden acceder a un determinado perfil tecnológico puedan gozar de las ventajas de una aplicación con fines sociales.

(A.M): En estos tiempos cibernéticos, de innovación, de cambios disruptivos y de velocidad, la interoperatividad es básica para las personas con discapacidad que necesitan de la ayuda de tecnologías asistivas. Muchas de estas tecnologías son caras por ser muy específicas y, lo más importante, requieren un gran entrenamiento. ¿La estrategia para la implementación del software libre en el marco de la interoperatividad?

(R.F.O):

Esta cuestión es muy interesante si la vemos desde un punto de vista filosófico. Los recursos tecnológicos, como recursos cognitivos, deberían mostrar características de estabilidad y sostenibilidad para garantizar que todos avanzamos en una línea de progreso cognitivo, personal y social. Se suele decir que la ciberesfera nos somete a un proceso de aprendizaje continuo. Y es verdad y eso tiene muchas facetas positivas. Pero también es un hecho que parte de ese aprendizaje forzoso tiene que ver con opciones, novedades o innovaciones de desarrollo del software, de sus interfaces, de artefactos o protocolos que tratan de encontrar una nueva cuota de mercado. Eso está bien cuando las novedades son funcionalmente relevantes. Pero hay muchos casos en los que esa cuota de mercado se obtiene desplazando a otros recursos computacionales de igual funcionalidad. Es decir, no hay una mejora funcional o cognitiva. Si no hay ventajas funcionales evidentes, una visión filosófica y ética del desarrollo tecnocientífico puede justificar la necesidad de la sostenibilidad. El requisito de la interoperatividad sería un modo legal de conseguir que estos avances, en lugar de ser una imposición forzada por las modas comerciales, se pudieran elegir libremente por cada individuo, tomando como criterio básico su adecuación funcional, a la persona o a la tarea.

De nuevo, el ejemplo de las personas con necesidades especiales es muy bueno para entender esta problemática. Si una persona con discapacidad le dedica semanas, o meses, a aprender a manejar una tecnología asistiva, no puede ser que en un par de años esa tecnología no se pueda llevar a otros dispositivos o quede obsoleta por la nueva versión del sistema operativo de la computadora o del teléfono.

La solución, en la línea de tu pregunta, sería el establecimiento de protocolos de interoperatividad firmes e independientes de consideraciones comerciales. El software libre, por el hecho de ser código abierto, facilita la interoperatividad, pero también tiene sus problemas por la velocidad y cambios en el desarrollo de la programación. Esto es algo consustancial a las tecnologías computacionales, es cierto, pero puede ser minimizado y, de hecho, hay tecnologías y marcos de programación y ejecución que lo logran.

Sería muy interesante trabajar en un proyecto de este tipo porque hay opciones tecnológicas, la mayoría del mundo del software libre, muy bien preparadas para implementar esos requisitos de interoperatividad que garantizan la sostenibilidad de los recursos tecnológicos. Los estados, a través de pequeñas regulaciones tecnológicas, pueden garantizar que todos los ciudadanos adquieran el conocimiento tecnológico suficiente para fomentar la innovación y el desarrollo local. Garantizando y fomentando la innovación local sostenible en tecnologías computacionales, también se garantiza el avance cognitivo de los ciudadanos y, por tanto, el desarrollo educativo y social.