En este sentido, coincido contigo cuando planteas que se requiere partir de una visión holística e integradora del conocimiento tecnocientífico, como marco teórico de este nuevo mundo ciberespacial conformado por plataformas de redes digitales que han hecho posible la irrupción de un nuevo sujeto humano que se mueve gran parte de su tiempo en esta nueva realidad existencial.
A.M: En tu libro “La Compleja Existencia de la Tecnología”, además de lo que explicaste, hay toda una visión en el ámbito de valores, de responsabilidad en cuanto norma de nueva racionalidad del desarrollo y por tanto, del hombre que deviene en ser responsable y ético no solo de preservar su existencia, sino también la existencia de las demás especies vivientes y de los sistemas que soportan la vida. Desde su perspectiva, ¿cuál es su valoración de la visión de un nuevo modelo de desarrollo sostenible en este siglo XXI?
(C.C.N):
Efectivamente, este libro abordo el tema del modelo de desarrollo insostenible y depredador en que vivimos y, como contrapartida, discuto ampliamente la propuesta de un modelo de desarrollo diferente, que sea sostenible en el tiempo y en las dimensiones social, económica, cultural, medioambiental, institucional, etc. Pero hago mucho énfasis en que este modelo sostenible de desarrollo hay que verlo desde la complejidad, lo que implica, una visión diferente de la relación del ser humano con la naturaleza y consigo mismo. Como tal, se trata de un proceso que requiere de una nueva actitud, una nueva conciencia y una nueva cultura. Una actitud de respeto por la naturaleza, la integridad de sus ecosistemas y sus sistemas de soporte vital. Una conciencia, que no se reduce a la mera racionalidad científica y tecnológica predominante en la actualidad, sino que incluye otros elementos importantes de la praxis humana material y espiritual que hoy día son ignorados parcial o totalmente. Una cultura, que conduzca a la superación de los valores antropocentristas, sexistas, racistas, clasistas y biocentristas predominantes, integrándolos en una síntesis de valores universalistas y locales en donde ser humano y naturaleza, a pesar de sus muchas contradicciones, tiendan al equilibrio. Se trata, en fin, de redimensionar al ser humano y su relación con los demás seres y elementos con quienes comparte su existencia en el mundo y en su realidad cotidiana. Se trata de caminar hacia una armonía imperecedera entre lo humano y lo natural, que elimine por una parte la arrogancia humana frente a lo natural y, por otra parte, la actitud sumisa y supersticiosa que aliena la condición humana. Visualizado de este modo, es claro que el desarrollo para que sea sostenible debe potenciar tanto lo humano como lo natural, en el entendido, de que lo humano, a pesar de su diferenciación racional, es continuación y a la vez un complemento insoslayable de lo natural y de la vida en particular.
(A.M): En el “Manifiesto por la vida” (2002), el cual fue elaborado en el Simposio sobre “Ética y Desarrollo Sustentable”, celebrado en Bogotá, explica que la crisis de nuestro tiempo, es una crisis ambiental, económica, tecnológica y moral, donde el conjunto de las instituciones políticos – jurídicos se han caracterizado por una dominación social injusta y por acelerar el calentamiento global del planeta y como tal, va más allá de lo ecológico, ya que, se ha ignorado los limites biofísico de la naturaleza y de las diferentes culturas. Dada la magnitud de esta crisis ambiental, económica, tecnológica y moral de nuestro tiempo que revela el Manifiesto por la vida, ¿cómo cree usted que se debe abordar e implementar un desarrollo que sea sostenible en lo social, económico y medioambiental?
(C.C.N): El progreso social como meta del desarrollo no puede hacerse sobre la base de profundizar la separación que tradicionalmente se ha dado en el modelo capitalista de sociedad entre seres humanos y naturaleza, presentándolos como enemigos encontrados, dispuestos a avasallar unos a la otra y viceversa. Tampoco puede darse sobre la base de proteger y preservar la naturaleza olvidándose de la gente, de sus necesidades y aspiraciones. Como acertadamente se plantea en el “Manifiesto por la vida, 2002”, al cual haces referencia en tu pregunta, la crisis ambiental provocada por el modelo de desarrollo predominante “es una crisis moral de instituciones políticas, de aparatos jurídicos de dominación, de relaciones sociales injustas y de una racionalidad instrumental en conflicto con la trama de la vida”.
Entonces, como fenómeno complejo, el desarrollo sostenible es la superación teórico-práctica de la esencia fragmentaria, cortoplacista y meramente utilitarista del modo de pensar y actuar del actual sistema socioeconómico. El fracaso de trescientos años caminando las sendas del actual modelo de desarrollo, obliga a la humanidad a buscar otras alternativas, obliga a asumir un modelo diferente de desarrollo o si se quiere, de evolución del género humano. Un modelo de desarrollo más completo y multidimensional, que limite el movimiento económico de la sociedad a la capacidad de la naturaleza para auto regenerarse, que coloque el mejoramiento de la condición humana (el desarrollo humano y social) como su meta fundamental, en síntesis, que coloque el respeto por la calidad del medio ambiente y el bienestar humano en el centro de cualquier política económica, social y cultural. En una sociedad que se desarrolla en forma sostenible, la acumulación de capital y la maximización del beneficio privado no pueden seguir siendo la prioridad principal de la producción social. Entendido de esta manera, el desarrollo sostenible requiere redefinir todos los principios de la industrialización, la producción agrícola, la innovación tecnológica, la producción científica, la urbanización, la producción artística y otras manifestaciones de la cultura que han dado forma a la insostenible civilización economicista, cientificista, tecnocrática e individualista en que vivimos en la actualidad.
(A.M): Dada la complejidad de la crisis ambiental, tecnológica y social, el ingeniero computacional, cibernetico como arquetipo, diseñador no puede quedar atrapado en lo unidimensional, en lo meramente tecnológico al margen de las implicaciones sociales que conlleva el desarrollo tecnológico, que hoy es sustentado por los principales países del cibermundo. Ellos no pueden vivir al margen de los valores y como si la dimensión humanísticas fuesen un epifenómeno en el mundo tecnológico. Desde esta perspectiva, ¿cree usted que se hace necesario que los ingenieros y tecnólogos entiendan las repercusiones sociales, medioambientales y ética derivadas del desarrollo tecnológico?
C.C.N:
Mi respuesta a esta pregunta es, sí, necesitan entenderlas, más bien, yo diría siguiendo a Jonás (The Imperative of Responsibiliy, 1984), que este entendimiento es para los ingenieros y tecnólogos un imperativo categórico, es parte de su obligación y responsabilidad social. Ello implica, en consecuencia, que las acciones de los profesionales de la ingeniería tienen que estar sujetas a valoraciones y enjuiciamientos éticos y sociales, que llevan a que éstos tomen en cuenta, no sólo los efectos beneficiosos de las tecnologías, obras y productos tecnológicos que diseñan, producen y manipulan, sino también sus efectos e impactos indeseables en la sociedad, los individuos y el medio ambiente. En este sentido, los códigos de ética de las organizaciones de profesionales de la ingeniería, deben formular con claridad estas obligaciones y responsabilidades de los ingenieros en su práctica profesional. Desafortunadamente, el Código de Ética Profesional de los ingenieros dominicanos agrupados en el Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), no contempla estos compromisos éticos. Se trata de un código que fue aprobado en 1969, hace ya 50 años y nunca, que yo sepa, ha sido actualizado, a pesar de los inmensos avances que ha tenido la tecnología y la práctica ingenieril en general en ese medio siglo transcurrido. Sin embargo, códigos de ética como el del Colegio de Ingenieros de Chile, por solo poner un ejemplo, incluye de manera explícita, entre otros cánones, que:
Los ingenieros en su actividad profesional deben cuidar la seguridad de las personas, proteger la salud y el bienestar público, cumpliendo con los principios del desarrollo sustentable y de la protección del medio ambiente (Código de Ética del Colegio de Ingenieros de Chile A.G, sf.).
No obstante, entiendo que no se les puede pedir a los ingenieros que con solo sus conocimientos técnicos dominen los aspectos que introduce al debate la filosofía de la tecnología, particularmente, los relativos a la ética de la tecnología, la epistemología de la tecnología, la ontología de la tecnología, entre otros. Por eso, lo que planteo es un acercamiento entre filósofos de la tecnología e ingenieros, con miras a un intercambio y enriquecimiento mutuos. Considero, que la filosofía puede ser de gran ayuda a los ingenieros, si éstos desean entender los problemas relativos a la naturaleza y significado de la tecnología, así como a la complejidad de los nexos entre tecnología, sociedad, individuo y medio ambiente. Hay que recalcar, que una acción tecnológica orientada exclusivamente por la visión ingenieril es ciega, unilateral y acrítica, y por ello, puede conducir fácilmente a riesgos y daños a la sociedad y al medio ambiente, así como a situaciones de enajenación del ser humano como creador frente a su creación. El daño de la visión instrumental de la tecnología radica, precisamente, en que termina separando al creador de su propia creación y convirtiendo al medio tecnológico en un fin en sí mismo, y así, en un ente independiente con vida propia. Esta situación de extrañamiento del ser humano con respecto a la tecnología lleva a una visión alienada del propio ser humano y sus condiciones sociales y naturales de existencia. De esta manera, como plantea el filósofo de la tecnología alemán Friedrich Rapp, 1981), en su obra Filosofía Analítica de la Técnica, el ser humano aparece fatalmente sometido a las regularidades objetivas de la tecnología, perdiendo la posibilidad de fijar por sí mismo metas de vida que trasciendan la realidad técnica sin prescindir de ésta.
Pero, aun así, los filósofos pueden aprender mucho de la experiencia, el know how y el conocimiento técnico y operativo de los ingenieros. Aquí, lo importante es entender, que, en lo concerniente a la tecnología, tanto la filosofía como la ingeniería tratan del mismo fenómeno, solo que desde perspectivas distintas. Y aunque sus enfoques sean muy diferentes, ambos están preñados de valores, de intereses y sesgos ideológicos y culturales.
(A.M): Ahora bien, dada estas reflexiones filosóficas tecnológicas y que hoy tiene su singularidad en el cibermundo, el ciberespacio, en redes sociales virtuales, el mundo computacional cuántico y ciberfísico ¿Cómo ha de focalizar el filósofo el mundo tecnológico, cibernetico y ciberespacial en este siglo XXI?
(C.C.N): El ingeniero se centra exclusivamente en la dimensión empírica, operativa e inmediata del fenómeno tecnología y esto es parte de la visión pragmática y utilitaria de la realidad y del accionar humano. En cambio, el filósofo ve la tecnología desde su significado y nexos recíprocos con la sociedad, los individuos y el entorno medio ambiental, desde luego, imbuido también de valores y subjetividades. El filósofo devela la dinámica desestructuradora y estructuradora del tejido social y cultural de la tecnología (Ladriere, 1978; Winner, 1979) y la integra en una visión dialéctica, compleja y holística del mundo. En este sentido, la filosofía está en condiciones de ver la tecnología no solo en su utilidad inmediata, sino en su mediatez estratégica, en su trascendencia hacia la totalidad de la existencia: social y natural, en una dinámica progresiva, que permite entenderla como uno de los factores fundamentales del cambio sociocultural contradictorio que ésta define y redefine constantemente (Winner, 1979).
Desde esta perspectiva es posible entender el tránsito disruptivo hacia formas de existir inéditas, como existir o ser en el tejido social ciberespacial y los nuevos comportamientos de los sujetos que interactúan en él y cómo son afectados en su orientación y percepción de la realidad ((Ihde, 2002. Bodies in Technology).El ingeniero en cibernética electrónica que diseña, construye e implementa equipos, redes y sistemas de computación es muy difícil que con solo el conocimiento técnico y operativo de que dispone llegue a comprender la gran trascendencia de las nuevas formas de existir en el mundo físico y virtual hechas posibles gracias a su ingenio y creatividad. En este sentido, coincido contigo cuando planteas que se requiere partir de una visión holística e integradora del conocimiento tecnocientífico, como marco teórico de este nuevo mundo ciberespacial conformado por plataformas de redes digitales que han hecho posible la irrupción de un nuevo sujeto humano que se mueve gran parte de su tiempo en esta nueva realidad existencial (Merejo (2015. La Era del Cibermundo). Esto, desde luego, está planteando un nuevo reto a la educación, consistente en adecuar el currículo para la formación de la nueva generación de profesionales de estas áreas a las exigencias de comprensión holística no solo del mundo ciberespacial, sino de éste integrado a la totalidad del mundo natural y sociocultural.
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