Principado de Asturias: Montes del Sueve.

Alberto Hidalgo Tuñón (Oviedo) es un  filósofo y Humanista Laureado por The Academy of Humanism (Buffalo,N.Y., 1985)  que  formó parte del equipo de pensadores que desarrollaron  la teoría del cierre categorial bajo la dirección de G. Bueno.  Obtuvo una Cátedra de Filosofía (1975), que desempeñó en el Instituto Nacional de Enseñanza Media (INEM) “Virgen de la Luz” de Avilés hasta 1987 junto con el cargo de Vicedirector.

Andrés Merejo y Alberto Hidalgo Tuñón

En 1976 fue secretario de la Comisión Gestora que fundó la Sociedad Asturiana de Filosofía (SAF) bajo la presidencia de Don Pedro Caravia Hevia, discípulo de Ortega y Gasset. Como Colaborador de la Cátedra de Lógica y Profesor de Teoría de la Ciencia, ayudó a crear la especialidad de Filosofía en Oviedo y entró  formar parte desde 1978 del Consejo de Redacción de El Basilisco. Revista de Filosofía, Ciencias Humanas, Teoría de la Ciencia y de la Cultura y escribe Historia de la Filosofía para la editorial Anaya. En 1981 fue elegido Presidente de la SAF y organizó cuatro Congresos internacionales de Teoría y Metodología de las Ciencias (1982-87),  invitando a pensadores como Mario Bunge, F. Ayala, K.O. Apel, L. Geymonat, M. Harris, A. Moles, K. Pike, R, Thom, etc, con los que mantuvo relación. Por su contribución al desarrollo del humanismo científico y racionalista fue nominado en 1984 Humanista Laureado por The International Academy of Humanism de Buffalo, New York, junto a los Doctores Mario Bunge y José Rodríguez Delgado. Es firmante en 1988 de la Declaración de Interdependencia, A favor de una Ética Global, y en 1999 del Manifiesto Humanista 2.000 (hacia un nuevo humanismo planetario), en la orientación de la eupraxofia formulada por Paul Kurtz (1925-2012), que intenta convertir el progreso científico en una guía para la mejora crítica y  ética de la humanidad. En esta línea de buscar contrapesos a la globalización económica, tecnológica y financiera, del siglo XXI en 2006 contribuye a la formulación de la Declaración de Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz, que amplía el conjunto de los Derechos humanos.

. En 1987 pasó a desempeñar la cátedra del ya Instituto Nacional de Bachillerato (INB)“Alfonso II” de Oviedo, donde impulsó un grupo experimental Cives para la implantación de la ética en el nuevo Bachillerato desde la Liga Española para la Educación y la Cultura Popular. En 1987 escribió con Bueno e Iglesias el manual Symploké para 3º de Bachillerato, que fue prohibido por el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC). Como presidente de la SAF (1982-1999) dirige su actividad hacia la defensa de espacios de reflexión en materia de ética, ciencia, tecnología y sociedad, ante la disminución horaria que para la filosofía administrada lleva aparejada la reforma de las Enseñanzas Medias, publicando un manual con el mismo título.

En 1990 obtuvo el Grado de Doctor con Premio Extraordinario en la Universidad de Oviedo con la tesis «Gnoseología de las Ciencias de la Organización Administrativa: La organización de las ciencias y las ciencias de la organización» y en 1992 obtuvo plaza de Titular de «Sociología del Conocimiento» en la misma, siendo nombrado Coordinador de Filosofía COU, cargo que desempeñó hasta 2003.

  Miembro fundador en 1991 del Movimiento por la Paz, el desarme y la Libertad en Asturias, desempeñó el cargo de Vicepresidente entre 1991 y 1993. En 1995 fue elegido Presidente del Movimiento por la Paz el Desarme y la Libertad de Asturias (MPDLA), orientando su actividad hacia la Cooperación Internacional al Desarrollo y fundando junto a Román García y otros la Editorial Eikasía y el Instituto de Estudios por la Paz y la Cooperación (IEPC), del que fue Director de Programas en Asturias hasta 2018. La praxis académica en el terreno de la cooperación se traduce en la confección y dirección de distintos Cursos a distancia, en particular el Título propio de Experto en Cooperación y la coordinación del programa interdepartamental de Doctorado sobre “Cooperación y bienestar social” que la Universidad de Oviedo ha llevado a la Universidad de Guadalajara (México) y República Dominicana entre 1998 y 2010.

Durante el 2004-2008 desempeñó el cargo de Director de Área de Profesorado de la Universidad de Oviedo, fue el primer firmante del Manifiesto del Grupo Eikasía. “La filosofía en los inicios del tercer milenio”, en el número 18 de la Revista electrónica de filosofía, Eikasía, que dicho grupo publica desde 2005. A partir de 2009 dicha revista en cumplimiento de su manifiesto publica números monográficos sobre la realidad virtual, el sujeto de la globalización, ontología de los derechos humanos, etc hasta que en 2011 organiza un curso sobre la refundación de la fenomenología para incorporar con Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, Pelayo Pérez, Silverio Sánchez Corredera, Álvarez Falcón, Román García, etc. el pensamiento y la obra del fenomenólogo belga no estándar Marc Richir, fallecido en 2017. Bajo la acepción de Materialismo fenomenológico se inicia un proyecto de reconstrucción filosófica, cuya primera sistematización fue escrito por Ricardo Sanchez Ortiz de Urbina con el título de Estromatología. Teoría de los niveles fenomenológicos. (Brumaria, Eikasia, 2014).

Desde agosto de 2017 está jubilado como funcionario por la Universidad de Oviedo tras 45 años de servicios,  6 quinquenios de docencia universitaria reconocidos, 3 sexenios de investigación, 26 tesis doctorales dirigidas, unos veinte libros editados, unas 40 colaboraciones en libros y  más de un centenar de artículos publicados.

Primera parte

Andrés Merejo (A.M).:  A principio de los ochenta del siglo pasado, en mi etapa final de la  adolescencia,  conocí el pensamiento y  la filosofía de la cibernética a través del Manual de “historia de la filosofía”, que formaba parte de  la enseñanza de esta disciplina en el Bachillerato en España. Este manual lo escribiste junto a Carlos Iglesia Fueyo y Sánchez Ortiz de Urbina. El mismo fue publicado por ANAYA y  fue  para mí como especie de hierba aromática que contribuyó a la libertad de pensar y de  orientación adecuada frente a los manuales de ideología marxista  que encarnaban la verdad  única en cuanto a la historia de la filosofía, que  el  materialismo dialectico e histórico simplificaba en  idealismo y materialismo. ¿Cuándo fue elaborado este manual y si llenó la expectativa en su momento?

Alberto Hidalgo Tuñón (A.H.T).:

Mario Bunge

Contextualizo brevemente el Manual que hicimos en colaboración Ricardo Sánchez y Carlos Iglesias, que a la sazón éramos catedráticos de Instituto y habíamos coincidido en el IES Aramo de Oviedo entre 1972 y 1976 como equipo docente. Fue redactado con celeridad (en unos tres meses) a principios de 1979, debido a que la asignatura Historia de la Filosofía se programó en sustitución de una supuesta Lógica matemática y epistemología que iban a tener que estudiar los alumnos del COU (Curso de Orientación Universitaria), de acuerdo con el modelo  implantado por la Ley General de educación de 1970. En los ensayos experimentales aquella asignatura nueva resultó ser un desastre, de modo que se volvió a un planteamiento más clásico con el enunciado de 19 temas históricos, siguiendo una vieja tradición.

Como estábamos en plena transición democrática, la situación era muy abierta y  ante la falta de orientaciones didáctica y de curriculum oculto, la editorial Anaya encargó dos manuales: uno de derechas que firmaron Tomás Calvo y Navarro Cordón y el nuestro que era el de izquierdas. Eran dos proyectos didácticos muy diferentes, pero lo mejor es que ambos equipos pudimos proceder con total libertad, de manera que ni el de derechas resultó ser un libro escolástico, ni el de izquierdas era un catecismo marxista. Una suerte de manifiesto acerca de nuestra concepción de la filosofía que insiste en la íntima relación  estructural con las ciencias apareció en  la Revista del Bachillerato del MEC, abriendo el Suplemento nº 4 con un artículo titulado «El papel de la filosofía en el Bachillerato» (1980, pp. 3-17).

A.M.: ¿Qué ha pasado con los dos colegas que participaron contigo en la elaboración de dicho Manual?  ¿La parte del panorama del pensamiento actual, que presenta ese texto y la cibernética y disciplina afines la escribiste tú?

Respecto a nuestra trayectoria ha sido variada. Ricardo Sánchez se había trasladado a Madrid, donde ejerció como profesor de instituto,  leyó su tesis sobre Husserl en 1976 y tras ganar una Cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad de Valladolid en 1985, capitaneó la implantación de nuestra especialidad allí, por lo que desde su jubilación en el año 2.000 ostenta la condición de catedrático emérito, lo que no le ha impedido abrir una nueva línea de trabajo denominada Materialismo fenomenológico. La fuerza y originalidad de Ricardo puede observarse no sólo en sus artículos de Eikasia, sino en su importante obra  Estromatología: Teoría de los niveles fenomenológicos (Brumaria, Madrid, 2014, 472 pp.)

Karl Popper

Carlos Iglesias, que sacó la cátedra de Instituto en Gijón, siguió como yo, colaborando con Gustavo Bueno, primero publicando el famoso manual Symploké (Nobel 1987) que fue prohibido por el Ministerio, hizo la tesis sobre el cierre categorial de las Ciencias Filológicas, que ha dado lugar a su obra El nacimiento de las ciencias filológicas (Eikasia, Oviedo, 2011), pero sobre todo ha llevado la información y coordinación de las páginas y suplementos culturales en el periódico El Comercio de Gijón, lo que le ha permitido hacerse un experto en gastronomía y  publicar varias obras de impacto y éxito editorial como la Historias del Vino (2014), Historia del comer, Vol I y II ( 2016, Blanco y Negro), etc. Eso es también filosofía materialista.

Alberto Hidalgo Tuñón

Volviendo a la Historia de Anaya que acabamos de perfilar Carlos y yo en Asturias aquel verano de 1979,  se que llegó a República Dominicana cuando fue descatalogado y veo que ha tenido una excelente repercusión. De mi cuenta corrieron las introducciones a las distintas edades, así como los cuadros cronológicos correspondientes. Además redacté íntegramente los temas de filosofía griega y después la orientación más cientifista y anglosajona de la Historia de la Filosofía, como el tema de Ockham, el de la revolución científica, el del empirismo y, sobre todo, el tema final en lo que respecta a la teoría de la ciencia, de la que daba clases en la Universidad de Oviedo, así como el tema de la Cibernética y la Teoría General de Sistemas que tuve que manejar para mi tesis doctoral sobre Gnoseología de las Ciencias de la Adminitración en cuatro volúmenes que defendí en 1990 y con la que obtuve el Premio Extraordinario de Doctorado. En efecto, en ese manual para bachillerato se recogen unos rudimentos de esa problemática a la que dediqué varios artículos más críticos en El Basilisco (primera época). Estábamos en los inicios del ciberespacio que estallaría una década más tarde, por lo que no es extraño que recoger esta problemática fuese tan novedoso. Por ejemplo el libro de derechas no hace exposiciones comparables de esta problemática.

A.M.: En ese Manual de Filosofía  se ofrece una panorama histórico sobre el auge y el declive de esa disciplina (fundada por Wiener), aunque no se incluyan otros saberes afines, como el caso de la cibernética de segundo orden que se coloca en lo filosófico y epistemológico articulado al lenguaje, a la hermenéutica, la relación del sujeto y el objeto, la implicación del observador dentro de la observación. ¿Qué relación hay con la filosofía de la tecnología y el renacer del filosofar cibernético e innovador como lo he llamado en estos tiempos?

(A.H.T): El libro para bachilleres no recoge, por supuesto, los desarrollos que mencionas, ni hace predicciones de futuro porque es un libro de historia y está escrito para incitar la curiosidad adolescente. Mi tesis doctoral en cambio explora sistemáticamente lo que su subtítulo recoge, a saber “La organización de la ciencia y la ciencia de la organización”. Allí se estudian en detalle los complejos avatares que se producen a raíz de la revolución industrial a finales del siglo XVIII. Desde un punto de vista materialista los cambios en el modo de producción industrial exigieron modificaciones en las organizaciones sociales que se produjeron y ello repercutió a su vez en la ciencia, la tecnología, la filosofía y las ideologías concomitantes. Por lo que respecta a la filosofía, la explosión y proliferación de las ciencias naturales (la física y sus distintas ramas —Astronomía, Mecanica, Electricidad, Termodinámica, etc.— la Química tanto orgánica como inorgánica, que dieron lugar a los laboratorios, la Biología y sus disciplinas biomédicas) , pero  también de las Mataméticas y de las ciencias sociales, provocó un descrédito de la Epistemología (llamada hasta entonces Metafísica del Conocimiento) y  la fundación de un nuevo tipo de reflexión metacientífica que Bernard Bolzano llamó Wissenschaftlehre (Teoría de la Ciencia), William Whewell Philosophy of Science y Augusto Comte Positivismo. He dedicado artículos especializados a cada uno de estos padres fundadores de la Teoría de la Ciencia. Es sabido que la ideología positivista se hizo dominante durante el periodo de ascenso de la Europa Burguesa (1880-80), inaugurando uno de esos periodos de unificación forzosa, que  siempre acaban rompiendo y que, al menos en la edad contemporánea, parecen durar unos cuarenta años. En mi tesis señalo los paralelismos entre los contextos socioculturales determinantes y las figuras institucionales determinadas, que produjeron hacia 1880 crisis de distinto calado (económicas, políticas, culturales, de fundamentos en las ciencias positivas, etc.) dando lugar a un periodo de proliferación y enriquecimiento reflexivo, muy fértil, y que dura hasta la década de los veinte.

En el periodo siguiente que va de 1920 a 1960 (más o menos) se produce una fuerte presión hacia las grandes síntesis paradigmáticas, intentando superar los dilemas que se habían agudizado en el periodo anterior. Por ejemplo, en la propia teoría de la ciencia se impone el positivismo lógico que es una manera de articular la parte empirista de las ciencias (positivismo) con la parte matemática o apriórica de la axiomatización. Pues bien, la cibernética es una de esas síntesis que intentan cancelar la contradicción entre mecanicismo y vitalismo. Que Wiener, von Neumman, etc. por el lado de los matemáticos, y Von Bertalanffy, o Maturana y Varela, por parte de los biólogos concibiesen el proyecto de hacer robots, computadores o cyborgs  que funcionan como una máquina por su precisión gracias a programas diseñados con complejos algoritmos, al tiempo que simulan funciones vitales hasta parecerse a un organismo responde a la ambición de una gran síntesis paradigmática.

Pero como quiera que el desarrollo de las ciencias es siempre innovador, radical  e impredecible era inevitable lo que ocurrió después de 1960 con el desarrollo de las distintas escuelas postpoperianas (Kuhn, Lakatos, Hanson, Feyerabend, etc.) en teoría de la ciencia o con la revolución estructuralista en las ciencias sociales y humanas (Levi-Strauss, Foucault, etc.).  En el Manual del 79, en mitad de ese periodo  de deshielo teórico, me arriesgué a dedicar un apartado a la Cibernética y a la TGS porque el desarrollo de los computadores electrónicos estaba revolucionando ya todos los campos del saber, de la sociedad y de la industria,, del mismo modo  que la biología molecular atisbaba un crecimiento exponencial hasta el año 2.000, que abría un nuevo campo en la modificación biológica del propio ser humano. En mi tesis, en efecto, arriesgo la predicción que este último periodo de crisis y expansión, que dio lugar a la caída de la URSS y una especie de deshielo multilateral en los noventa, daría lugar a otro periodo  de contracción y unificación de signo conservador. Eso ha ocurrido ya con el eslogan de la globalización.