Avenida Mella.

La ciudad no da para más. Colapsa todos los días desde la una de la tarde hasta más allá de la caída del sol.

Si a eso le agregas las visitas inoportunas del polvo de Sahara, las desquiciantes sensaciones térmicas entre los 35 y 40 grados sobre tu cabeza desde que amanece el día y el uso obligado de la mascarilla por si acaso ronda la muerte y no lo sabes, entonces lógico pensar que transitar por las calles del Santo Domingo de hoy, es una verdadera pesadilla.

La ciudad se ha convertido en un monstruo que nos devora energía y tiempo, que ya se acorta.  Se respira impaciencia entre conductores y peatones. Pero nada, la Agobiante City se pasa nuestros encajonamientos por donde pocas veces le da el sol.

¿Soluciones la carencia de movilidad urbana y violación de las normas de tránsito? Las soluciones no las vislumbro por ningún lado. Uno va haciéndose la idea de que no hay soluciones.

Alguna vez fue amada por “los turcos” con sus “tiendas de fantasías” y sus grandes almacenes…

Décadas van y vienen de sesudos seminarios, talleres y planes estratégicos diseñados para el primer mundo con la intención de replicarlos en este Caribe Caótico y Cervecero. Error, Nunca funcionan o se atascan por algún lado.

El desfile de consultores de organismos internacionales saliendo del país con la paca buchúa en el bolsillo,  no ha parado hasta la fecha. Sin embargo,  el problema persiste o se profundiza cada segundo.

Claro, la tradicional  “educación vial” de los ciudadanos hace lo suyo. Una  “educación vial” inexistente, malísima e irracional que genera casi la totalidad del problema.

Habrá que reciclar nuevos dominicanos . Hacerlos de nuevo . Los de ahora son adictos por violar las leyes y a creer que mi yipeta o el carro público con que me gano el moro tiene derecho a llegar primero y a meterse en vía contraria si es necesario.

Para que no se quejen de tanta amargura vial en este otro domingo caluroso,  les dejo con esta avenida tan particular, la Mella.  La prima hermana de la calle El Conde -ahora las dos tan pobres-. Dos hermanitas huérfanas que tienden sus manos para esperar la mano amiga que las rescatará.

#Avenidamella Destartalada, seca y ojerosa. Un pedazo de la ciudad olvidada. Siempre en batica de dormir esperando en la salita de su casa al hombre de su vida.

Alguna vez fue amada por “los turcos” con sus “tiendas de fantasías” y sus grandes almacenes…  Alguna vez por sus aceras caminaron los caballeros de sombreros y las damas de vestidos anchos y refajo grande. Alguna vez la #AvenidaMella no solo era el feo ulular de la sirena a la doce del mediodía sino la estrella comercial de aquel Santo Domingo de cuatro calles sin tapones ni ansiedades.