SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Acento inicia este martes la publicación, por capítulos, de la novela de Alanna Locward "Marassá y la nada". La crítica de arte y escritora Alanna Locward reside en Alemania, en donde terminó de escribir su obra. La periodista Sara Pérez la presenta para los lectores de Acento.

“Marassá y la nada” terminó de escribirse en el 2004, en Berlín. La han comentado muy positivamente en el país y en Alemania quienes han tenido acceso a la misma. La obra no está impresa, pero existe una versión de ella disponible para la compra a través de Amazon.com en formato ebook. Los 32 capítulos, muy cortos, se publicarán, gracias al acuerdo entre Acento y la autora.

Alanna Lockward ha publicado, desde 1994, ensayos y entrevistas para El Listín Diario, la Revista Rumbo y distintos medios internacionales. Bailarina clásica, crítica de arte, curadora de diversas exposiciones, desde 1988, e integrante del jurado de premiación de la  Bienal Nacional de Artes Visuales celebrado en Santo Domingo, en este año, 2011, la ensayista incursiona en esta ocasión, por vez primera vez, como narradora de ficción.

 

Bienvenida para Alanna

Por Sara Pérez

 

Cuando Alanna Lockward, alada, curiosa y dulce, como una mariposa de múltiples y brillantes colores,  pero decidida, osada y voluntariosa, como una cabra de montañas escarpadas, comenzó a escribir  muchos años atrás sobre arte, a varios periodistas aficionados a esos temas nos pareció todo un acontecimiento esperanzador y excitante.

Medio hada y medio bruja, el personaje, inquietante y hermoso, llegó como una brisa fragante y arremolinada, sacudiendo algunos de los mohos y limando varios óxidos en el frecuentemente momificado mundo de la crítica de arte.

El petulante enrevesamiento esnobista y artificioso en el discurso de muchos críticos dominicanos era un tema de conversación habitual entre determinados círculos  en las redacciones de los medios de comunicación,  que con frecuencia hasta devenía en  imitaciones humorísticas de alguna personalidad particularmente estirada.

También se consideraba un problema grave, porque acrecentaba una exclusión deliberada y contribuía a hacer el arte un asunto para muy reducidas élites, ni siquiera definidas por una singular  ilustración, sino por una vacuencia terriblemente ridícula.

En vez de propiciar un real y potable  interés y aproximación  al arte y  a los mundos creados por los artistas, ciertos críticos –ocupantes de los espacios sociales disponibles para esos menesteres- definitivamente alejaban  a los interesados y potenciales espectadores, con el muro plomizo de un lenguaje tan muerto y tan hinchado como el cadáver azul de un ahogado con una semana boyando en el río.

Fue en ese escenario un tanto tétrico, en el que se prestigiaba excesivamente lo ininteligible (ininteligible no por lo profundo, sino por lo idiota) y para colmo controlado por unas mafias más rencorosas que los cantantes de rancheras y más implacable que la banda de Al Capone, que Alanna Lockward irrumpió con una prosa saltarina, fresca y límpida para hablar de arte, pintura, escultura, literatura, cine,  ballet, o lo que eligiera, sin los rígidos encorsetamientos habituales y con una mirada sensible, aguda, desprejuiciada, exquisitamente cultivada, segura y con una sedosa pero enérgica confrontatividad que la hace muy elegantemente provocativa.

Tiene el talento de la ironía, la gracia de la sencillez y la densidad del conocimiento no encajonado.

Su libro “Apremio. Apuntes sobre el pensamiento y la creación contemporánea desde el Caribe”, publicado en Murcia, en el 2006 por el Cendeac, es una antología de ensayos y entrevistas realizados para El Listín Diario, la Revista Rumbo y diversos medios internacionales, con el que nos pasea, con afable desenvoltura  por  hechos y sujetos creativos, que tomados de sus manos y transportados por sus palabras, nos revelan sus enigmas,  nos sugieren diversas interpretaciones o nos proporcionan preguntas alternativas.

La novela corta, o cuento largo, “Marassá y la nada”, melódica y sensorial, expresa mucho de la condición de bailarina clásica de Alanna Lockward, en su delicada estética de ritmo, precisión y armonía, pero también se parece mucho  a ella porque es un texto complejo de alta precisión pero no domesticado. Es coqueto, tramposo y travieso. Ligeramente salvaje y con una vocación de aventura y libertad.

Las esmeradas imágenes literarias le confieren un tono poético y tiene sombras frescas y suaves remansos y también callejones y acechanzas. Es un texto abierto en el que quien lee, tiene que poner una parte.

La autora disfruta con los desafíos y con los desconciertos de un/una lector/a ante quien actúa como  una gata sensual y cruel jugando con un ratón que tiene que emplearse a fondo para que no se lo traguen.

La narración, a varias voces, tiene una estructura experimental que responde  tanto a exorcismos dolorosos como a intenciones lúdicas. La novela no es lineal, porque la vida tampoco lo es. De cierta forma cuenta historias de unas Ulises hembras, que andan de un lado a otro por un mundo que dejó de ser un solo país o una isla, para ser una multiplicidad simultánea que transcurre y habla al mismo tiempo desde todos los ángulos.

 

 

Marassá y la nada

Por Alanna Lockward

 

 

PERSONAJES PRINCIPALES

MOIRA: Es la narradora de la historia. Prima de Mara y Laura.

MARA: Hija de Manuela y el poeta revolucionario Porter. Madre de Manuela-bebé.

LAURA: Hermana de Mara, vive y se suicida en Francia. Medallista deportiva, en nado sincronizado.

ANDRÉS: Cineasta dominicano, una especie de Némesis de amor, de amor perdido, involucrado con Laura, Mara y Moira.

CASANDRA: Cabalista y astróloga dominicana residente en Haití.Alanna Lockward por Rivka Rinn, 2010

CARMEN: Bióloga mexicana que investiga al solenodonte para la Cornell University.

JEAN: Fotógrafo haitiano empeñado en registrar unas tumbas misteriosas y las montañas depredadas de Haití.

Y OTROS SECUNDARIOS: José Antonio Porter Cabral (padre de Mara, poeta y héroe de la Revolución Cubana); Niní Porter (la abuela pintora anti-haitiana de las hermanas y la prima); Manuela-bebé; Dr. Pereyra (psiquiatra de Mara).

SINOPSIS

Con el trasfondo de la búsqueda del cadáver de doña Manuela Ricart de Porter, supuestamente fallecida en territorio haitiano, Moira, la narradora principal, entreteje una historia que conduce al lector por escenarios impredecibles de París, Puerto Príncipe, Nueva York y Santo Domingo, entre otros.

En la capital francesa se ha suicidado Laura, hermana de Mara, quien a su regreso a Santo Domingo, luego de adelantar los trámites pertinentes al sepelio de la finada, se sumerge en una depresión letal, teniendo que acudir en su ayuda su prima Moira, quien se traslada desde Nueva York hasta la capital dominicana. Durante los cuidados que presta a su prima Mara, Moira tendrá noticia de la imposibilidad de ésta de cobrar los derechos de autor del libro de su ya fallecido padre –José Alberto Porter Cabral– en el que da cuenta de su participación en la Revolución Cubana. El motivo por el cual Mara no puede acceder a los derechos en cuestión es que no existe prueba alguna del fallecimiento de su madre –la mencionada doña Manuela– quien luego de un viaje a la India empezó a buscar respuestas de índole espiritual a su vida, tomando luego el camino hacia Haití, para proseguir sus pesquisas existenciales. Por ello y con la intención de ayudar a su prima a resolver el problema, Moira parte hacia Puerto Príncipe con el propósito de hallar algún indicio sobre el paradero final de su tía política.

El entramado narrativo, le permite a Moira no sólo tejer la saga de la familia Porter desde el Siglo XIX, en los Estados Unidos, hasta el presente, sino que va más allá y analiza con gran agudeza las tensas relaciones entre la blanquitud y la negritud (no entre haitianos y dominicanos) que define la otrora isla de La Española, donde a pesar de lo que sostienen los discursos xenófobos imperantes a un lado y otro de la isla, ambas identidades tienen  una historia común ubícua, obstinada e inescapable.

A estas preocupaciones se suma el misterio de Andrés -amor complejo que como un hilo invisible une la vida de las tres primas.- que deja un sobre sellado con un secreto que nunca se revela en la novela. Finalmente, Mara muere, y Moira se ve empujando el carrito con Manuela-bebé, hija de Andrés y Mara, y con el sobre secreto sin saber qué hacer…Dibujo de Gabriela Vainsencher.

“Marassá y la nada” (que en haitiano signifca: gemelos) es una novela corta o un cuento largo, según el criterio de quien la lee. Las muchas imágenes que contiene la novela, sin embargo, no ocultan el sentido ni la comprensión (no se convierte en poesía, como en algunas narraciones). “Marassá y la nada” es una especie de alegoría, porque parece más denotar que connotar, más sugerir que decir. La obra construye una simbología de la reciprocidad entre la modernidad y la colonialidad. La acción narrativa se mueve por la periferia quebrando lo lineal y la manera directa de contar.

“Marassá y La Nada” se nos presenta como un ambicioso proyecto literario, no sólo a nivel temático sino también formal. El concebir un relato totalmente fragmentado y en el que se alternan diferentes voces narrativas, rol en el que sobresale Moira, pero sin llegar a ser una presencia excluyente, convierten a la obra en un atractivo rompecabezas novelístico, frente al cual el lector se ve obligado a afinar su olfato literario para saber ubicar cada fragmento narrativo en su lugar adecuado.

 

Dedicatoria

-A mi hijo Marlon, por insistir y creer.
-A mi hermano Jorge, por respirar conmigo cada línea de esta historia.
-A mi Abuelo, George Augustus Lockward Stamers, que me enseñó a amar la isla en tres idiomas.

"…the absolutistic differentiation
between here and there
loses meaning as here and there,
being so mutually accessible,
become, in effect, almost identical."
Maya Deren

“… como a ti mismo.
Alanna Lockward

 

Capítulo 1

No pasa nada. Cuando alguien muere todo deja de pasar y lo único que ocurre es esa muerte. Con el paso del tiempo uno llega a olvidarla un poco: La Nada se transforma a sí misma en algo menos pesado. Pero al final su esforzada ligereza nos recuerda que ella fue, y sólo nos pesa un poco menos.

Tal como lo sentí la primera vez, el olor seguía siendo como la sombra de un bosque fantasma. En la estela aromática a sabina, sándalo, roble, cedro, caoba, guayabo y palo de rosas se anunciaban estanterías repletas de inciensos, cristales y velas de todos los colores y tamaños. Entre los pétalos de una flor de loto un Buda flotante bendice con aplicado sigilo la atmósfera sosegada de la tienda. Reflejándose en la puerta de la pequeña oficina, un prisma parecido a las esferas que entretienen el ocio de los bebés formaba un arcoiris redondo. Casandra abrió la puerta y el círculo sicodélico se proyectó en medio de su espalda como la prolongación natural de una ecuación impenetrable, y encendió casi al mismo tiempo una vela blanca y su laptop.

-Toma -le dije, impaciente por despedirme y entregarle el paquete de inciensos que desde hacía tres semanas esperaba en mi cartera -¿Adivina a quién me encontré cuando buscaba tus inciensos?

Una diminuta tortura recorriéndome el pecho: hormiguitas hacendosas encantadas de picarme sin parar, el corazón a caballo entre las manos húmedas y los ojos secos y rojos como el color de su camioneta. Duda y parálisis: las dos patas de una tijera tullida por un rayo de dolor. ¿Por qué siempre encuentro lo que no estoy buscando? ¿Qué hacía Andrés en una tienda hindú? ¿Estaría comprando props para su nueva película, o para su nuevo amor?

Los benditos inciensos de rosa que sólo se consiguen en la capital habían resucitado el perpetuo cuestionario, como un espejo ruinoso que se negara a olvidarme.

 

CREDITOS DIBUJO: Gabriela Vainsencher. Lotus Flower, 2005

CRÉDITOS FOTO: Alanna Lockward por Rivka Rinn, 2010