SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La Academia Dominicana de la Historia puso a circular del libro “La Española y el Caribe, 1501-1559”, del autor español Justo del Río, un tratado que en el que se analizan complicados procesos por los que pasó la economía colonial en el siglo XVI y se develan las prácticas para aclimatar semillas y plantas.
El volumen fue presentado por el historiador Frank Moya Pons durante un acto efectuado en la sede de la institución, donde manifestó que Del Río ha hecho el estudio de mayor amplitud y profundidad de la temprana historia económica colonial dominicana hasta la fecha.
Moya Pons, miembro de número de la academia, manifestó que las tensiones que generaban las crisis derivaron en numerosos conflictos entre los actores económicos y que estos repercutieron políticamente en la colonia involucrando a casi toda la población de la ciudad de Santo Domingo, la cual se acostumbró a una vida de litigios, jurídicos y de otro orden, que repercutían en el Consejo de Indias, en Sevilla.
“La obra ilumina muchos aspectos hasta ahora insuficientemente explicados de la temprana historia españolense que los especialistas apreciarán en su justa medida cuando descubran lo mucho que aporta al conocimiento historiográfico moderno”, agregó.
Explicó que los lectores podrán seguir los pasos dados por los primeros pobladores europeos para importar y aclimatar en la isla Española semillas y plantas que componían la base de la agricultura peninsular, como el trigo, el arroz y otros cereales, la vid, las judías, los garbanzos y otras legumbres, el melón, los dátiles, los cítricos y otras frutas, y las hortalizas, entre otros.
Sostuvo que en el libro se describen los primeros experimentos agrícolas realizados por gentes que tuvieron que adaptarse a la mudanza de un ambiente mediterráneo otro tropical.
“A diferencia del trigo, la caña de azúcar sí se adaptó bien a las condiciones de suelo y clima en la isla y en las demás Antillas, y durante varias décadas del siglo XVI se convirtió, junto con la ganadería, en la base de la economía colonial”
“Para ello Del Río Moreno se vale de una descripción del mundo agrícola en Andalucía y otras partes de España, así como de las políticas agrarias de la Corona española en aquellos años. Parte de esos experimentos fueron realizados con especies procedentes de África y Asia, como ocurrió con los plátanos y otras musáceas, con la cañafístula, el jengibre y la caña de azúcar”, agregó.
Sostuvo que esas plantas probaron ser muy rentables al ser cultivadas en plantaciones manejadas por mano de obra esclava y terminaron convertidas en los principales pilares de la agricultura comercial dominicana en el siglo XVI.
Añadió que además de los procesos de aclimatación de especies y del desarrollo de un sistema de plantaciones en la Española, Del Río Moreno estudia y describe cómo esos experimentos fueron reproducidos luego en el continente a medida que los españoles conquistaban las sociedades aborígenes y establecían regímenes de dominación basados en los repartimientos y encomiendas de indios.
Dijo que la obra conecta la temprana historia dominicana con la temprana historia colonial americana, particularmente con la mejicana y peruana.
Manifestó que el autor también estudia el comercio transatlántico ganadero de vacunos, ovinos y porcinos y pone especial dedicación a los orígenes de la ganadería en las Antillas en páginas muy reveladoras acerca de la crianza de cerdos por muchos criadores que tuvieron que aprender a adaptar sus prácticas de cría en los nuevos territorios tropicales.
“La crianza de reses y su explosiva expansión en las Antillas, así como en todo el territorio americano, es también foco especial de atención del autor de esta obra en la cual aparecen descritos en gran detalle los primeros hatos de la Española”, agregó.
Aseguró que Del Río Moreno estudia los experimentos realizados por los tempranos colonizadores que intentaron adaptar el trigo en la isla, fallando en el intento a pesar de que algunas plantas prosperaban.
Dijo que el fracaso del trigo dio lugar, como es bien sabido, a la adopción del casabe taíno como sucedáneo, costumbre que dura hasta estos días.
“A diferencia del trigo, la caña de azúcar sí se adaptó bien a las condiciones de suelo y clima en la isla y en las demás Antillas, y durante varias décadas del siglo XVI se convirtió, junto con la ganadería, en la base de la economía colonial”, afirmó.
Explicó que el azúcar de caña conectó la economía colonial con el mercado mundial y por ello Del Río consideró importante estudiar las redes de comercialización de este producto, las rutas del comercio azucarero transatlántico, el contrabando, la financiación de la producción y los modelos tecnológicos importados por los nuevos productores americanos.