SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Eran signos de abril lluvioso y mes internacional del Jazz, como manda ese tiempo cada año.

El Palacio de Bellas Artes, espacio pionero de los conciertos de  Jazz, situado en su colina entre  luces renovadoras, esperaba al público ungido de  lluvia y abril, porque mayo desde hace mucho, descansa para fines de lluvias tradicionales, rebelión climática que a los jazzómanos y jazzómanas, nunca detiene.

La idea era organizar un concierto que cumpliera con las  exigencias estéticas propias que un programa de radio tiene por objetivo desde hace 24 años.

El tiempo de organización es como una añoranza que uno supone.  Sin saber al final cómo será.

Nacen todas las ilusiones posibles, mientras el concierto toma forma y destino.

Las intuiciones se implementan, las ideas surgen y se acomodan, y paso se va cubriendo el espacio organizativo.

Jazzomania Jazz Festival cuando se puede y con su espíritu

Desde el año 2014 se han producido, a puros sacrificios, 3 ediciones de este proyecto que  llega a los escenarios cuando aparece un sponsor posible, cosa que en estos tiempos es cada vez más difícil y bien complicado. ¡¡Jazzeamos, seguiremos resistiendo!!.

Todo comenzó en la Quinta Dominica, situada en el mismo corazón de la Ciudad Colonial. Ahí nació el Jazzomania Jazz Festival con la ayuda de Guillo Carias y sus amigos músicos norteamericanos, que nunca se han querido ir con su música a otra parte…

Desde su aparición en Sullivan´s, en Raleigh Carolina del Norte, tocando con excelentes músicos que por esa plaza cruzan, Guillo Carías consideró propicio convencer a sus amigos para tocar en Santo Domingo, con honorarios sin lujos, pero con la grata pasión de la amistosa aventura.

Los músicos de Jazz que se respetan, la aventura nunca, pero nunca, la cambian por nada.

Y entonces aparecen sorpresas: así llegaron a este país músicos como Stephen Anderson, académico superior de música, compositor y pianista, para solo citar un caso por el momento.

Así nacería el Dominican Jazz Project, auspiciado hacia el 2015, por la Universidad de Carolina del Norte, que incluye a los músicos dominicanos Guy Frómeta, David Almengod, Sandy Gabriel Carlos Luis y al propio Guillo Carias.

En la  segunda edición del Jazzomania Jazz Festival, Irlanda y sus músicos dijeron presente en el Palacio de Bellas Artes: Emilie Conway Trio, con J. Taylor al piano y Demian Evans en el contrabajo. Aquello se titulaba el concierto de la rosa (The Rose Concert)… Era de nuevo abril-27- del 2015. La tercera edición ha sido el concierto con The Dominican Jazz Proyect el pasado 28 de abril.

The Dominican Jazz Project por primera vez en vivo en Santo Domingo

De este proyecto existe un cd, grabado en Carolina del Norte.  El repertorio contenido en el mismo no se había presentado en vivo en el país.

Programas de radio como Besos y Abrazos, Música al Medio Día (97.7 FM), se habían preocupado en promover la música allí contenida, como también lo había  hecho Jazzomania, cuando estaba en el aire.

Interesado en celebrar el Día Internacional del Jazz, el Ministerio de Cultura acogió la idea de la presentanción de The Dominican Jazz Proyect dentro del marco del Jazzomanía Jazz Festival, en su tercera edición, ahí comenzó el asunto…

Un concierto memorable para un público memorable: 28 de abril 8 de la noche

Aquella noche la lluvia prometía circulación cero. Impetuosa, clandestina, balada húmeda invisible. Stephen Anderson, piano. Eddie Thigpen (Flugelhorn) Jeffry Eckels (Contrabajo) sonreían bajo el efecto de luces de camerino. Todo estaba listo.  Sandy Gabriel (Saxo tenor), Guy Frómeta (Baterias) y David Almengod (Percusión). Guillo Carías (Clavietta y Flugelhorn)… Era inevitable, había que comenzar, el presentador inesperado dio la señal y la música poco a poco creó el ambiente que la gente buscaba, lo que el público necesitaba: calidad de música de Jazz entre fusión y grandes improvisaciones con los contenidos de Jazz, como gran escudo estético sonoro.

La lluvia seguía su propio concierto, pero la gente la desafiaba y lograba llegar al Palacio de Bellas Artes. Todo o nada. Vídeo sobre las confesiones de un Jazzómano, vídeo de una estrofa de la canción  Yo me pregunto de René del Risco Bermúdez. La música de The Dominican Jazz Proyect fascinó al público, el Concierto se convirtió por momento en un programa de radio, la gente suspiraba de contenta, el objetivo se había logrado: aplaudían radiantes en su burbuja de Jazz del momento, a los músicos con pasión.

Reflexiones sobre la mangulina, subir el espíritu del Jazz a la música con alma nacional

Está plagada la historia de compositores del exterior a quienes las combinaciones rítmicas dominicanas crearon dulce ansiedad imaginativa. Pienso entre otros en Paul Austerlitz, que ha creado una base rítmica estudiando el jaleo y al pambiche dominicano y que ha logrado una de las mejores versiones fusión Jazz, del merengue Juanita Morel. Extraordinaria e inteligente, fresca, innovadora y rica en variaciones rítmicas (Busque enlace al pie de  este texto).

Otra versión interesante se hizo con el sexteto Jazzomania  en la Quinta Dominica en abril del 2014 (Cuquito Moré, bajo; Guy Frómeta batería; Guillo Carías, trompeta; Eddie Thigpen, Flugelhorn, y Steve Anderson, piano.

Justamente, Anderson ha escrito varias piezas luego de haber estudiado la música dominicana.

Y ello ha sido notable, es el caso de la  pieza Reflexiones sobre la Mangulina, que fue interpretada con gran emoción aquella noche, porque era evidente que la pieza conservaba un sabor dominicano de sur profundo y al mismo tiempo tenía los enclaves sonoros del mejor Jazz posible, de sus normas interpretativas.

Aquel puente hacía pensar que nuestros propios músicos con mejor estudio de nuestra música, tendrían una fuente inagotable de Jazz fusión a su antojo y claro, siempre procurando la mejor de las interpretaciones: eso implica estudio, dedicación y trabajo, obviamente.

En la interpretación de aquella pieza, Sandy Gabriel, contenido apenas pulsando el aliento en la húmeda caña de su inspiración, con su saxo tenor daba la clave al resto de los músicos, mientras Steve Anderson con el piano, apenas rellenaba con arpegios delicados el contrapunto magulinístico revestido de Jazz, pero dejando un espejo de oídos para que el ritmo de raíz no pereciera en la fusión. Y eso obra milagros: el público sintió que alguna fibra interior le habían rosado y gritó de pie maravillado, alucinado.

Si bien en todo el concierto la gente mantuvo esa actitud,  esta pieza en especial, que fue explicada por los productores en escena, encendió pasiones y aplausos.

Los conciertos siempre deben terminar, ley del tiempo y la escena, pero dejan gratas memorias en la audiencia, eso sucedió aquella noche de abril, entre lluvia y luces y un Jazz  imborrable (CFE)