Betania para el resto de los mortales, Beti para el chulo y sus clientes , mami para su hija de dos años y otro "cuero malo" más de su cuadra para el dueño del carwash-terraza-bar-picalonga "Las Maeñas"

Bailables hata la amaneca. No se aceptan armas de fuego ni consumo de drogas, reza el letrero escrito a tiza roja en una pizarra colocada sin mucho apuro en la fachada del negocio .

Betania, Beti, 22 años, oriunda  de Gaspar Hernández. Tez morena y facciones delicadas,  conoció a Ramiro, el periodista de esperpentos,  la noche del debut en el local de la botella que canta , Julito Deschamps. Magnífico a capella en su piano de cola.

Para esos días, Ramiro era un aprendiz del oficio. Lo contrataron en el periódico para trabajar como redactor de publirreportajes en las patéticas revistas Dia de las Madres, Día de San Valentín, Día del Médico, Día del Tornillo Flojo y la Tuerca Manca, Día de No Me Jodas La Vida, Día Para Que Te Paguen Una Mierda de Salario.

Te necesito, amor tanto, te necesito, como las flores necesitan agua y luz, como el cielo necesita las estrellas , como la barca que no vive sin su mar. Julito Deschamps.

Es decir, como todos y algunos pocos con más suerte, el joven redactor  empezó como cargapalos, un término muy popular en el argot periodístico para denostar a los reporteros de calle, novatos,  coge lucha, a los que le falta el necesario fogueo, los que se hacen expertos en hacer yuca en el Palacio cuando el Presidente tiene algo importante que decir y pasan las horas y nada y el Presidente se tarda y  el cargapalo con hambre y sed. Hasta que aparece el Presidente, habla, y los labios del cargapalo son dos líneas de ceniza y  el cansancio levanta pesas  en sus pestañas.

Ramiro era un descuartizador de cuartillas, zombi de zombis frente a la página en blanco cada vez que tenía que escribir un reportaje con motivo del Día de Los Padres.  Le dieron ganas de empezar la entrada aconsejando a los lectores comprarles a los progenitores un cohete a ver si los padres se largan a Marte y ya jamás no se escriba más revistas esperpénticas sobre los viejos queridos , mi querido viejo.  Imposible, lo esperpéntico paga su sueldo.

Hace un rato comentaba que Beti conoció a Ramiro la noche de la presentación en Las Maeñas del bolerista, bardo y bohemio,  hasta la cima más alta de su incipiente calva,  del  cantante y compositor , Julito Deschamps.

Esa noche del viernes, las mesas y sillas del carwash-terraza-bar-picalonga no fueron  suficientes para acomodar a los amantes del crooner Julito, la botella que canta y el trago que compone boleros desgarradores, con ese tufo tan peculiar a desconsuelo y melaconlia de su voz.

Un público colorido y sórdido escuchaba las canciones del bardo y su piano de cola. Coroneles  de la Policía, ilustres doctores del área metropolitana incapaces para su entorno pensar que un pediatra tan prestigioso visite locales de “cueros malos”.

Y los que nunca se pueden quedar:  los diputados y políticos pedestres de mirada torva y  morbosa. Claro, también  los infaltables, los clásicos del crimen organizado. Nadie puede pensar que detrás de esa guayabera tan impecable que bebe guiski caro y que detrás de esa cara de empresario serio se esconde el estafador más versado o el proxeneta más exitoso de Boca Chica.

El éxito de esos días del Gran Julito Deschamps era su bolerasooooooo Te necesito, amor tanto, te necesito, como las flores necesitan agua y luz, como el cielo necesita las estrellas , como la barca que no vive sin su mar.

Super bolero con su voz aguardentosa, pausada.

El periodista  se sentó en la barra y pidió una cerveza. Nunca había estado en un lugar de esa naturaleza. Pero esa tarde salió disparado del periódico, las revistas patéticas lo estaban volviendo loco. Un publirreportaje sobre una tienda para niños y adolescentes lo sacó de quicio. Y había que esmerarse, ser “lo más profesional posible”. La dueña de la tienda era la hermana del dueño del periódico . ¡A joderse! ¡Ramiro!

Betania (esta vez , Betania, no Beti) observó a este hombre tan abrumado en una esquina de la barra. Se acercó y le preguntó qué le pasaba

-Pero niño… y ese decricaje. Le preguntó como si lo conociera de toda la vida. La Beti, cruzada de brazos, y mirándolo todo el tiempo a los ojos.

– Nada. Mucho trabajo. Ramiro contesta como si la mujer le  apestara. Piensa que no debe seguir la conversación.  No le gusta el espíritu del local ni el interés ni mucho menos la sorpresiva confianza  de la mujer hacia él.

Imposible zafarse de su destino. Betania lo cuestiona de nuevo.

– Cuéntame, ¿qué pasó? Insiste, esta vez se acerca más a Ramiro. Le roza el hombro izquierdo.

-Ya, está bien, gracias por el interés. Me beberé la cerveza y me voy a mi casa. Este fin de semana me toca trabajar en el periódico.

Como si alguien manipulara un resorte, la minifalda de Betania, se ajusta y se eleva mostrando más de sus  muslos fuertes y macizos.  Ramiro ignora el nuevo estatus de la minifalda pero si lo abruma el perfume baratón que emana la mujer . De repente siente náuseas.

-No insistas. No voy a hacer nada contigo.

-¿Anjá? Y cómo llegaste aquí, jablador.

-Tranquila, sigue en lo tuyo por favor, ¿ok?

Betania lo mira fijamente. La peluca al estilo Las Chicas del Can se le desacomoda. Se pasa la lengua por los labios rojos y le lanza un beso en el aire a Ramiro.

Una semana después, una joven super maquillada y mostrando una elegancia forzada,  abre la puerta de cristal de  la redacción del periódico donde trabaja Ramiro.

Lo divisa  al final de la primera fila de periodistas. Todos ellos  concentrados en sus computadoras.  Ramiro también,  por supuesto. El cargapalos echando mezcla por ese teclado, como debe ser.

-Hola Ramiro. Beti, Betania, sonríe y saca un objeto  de su cartera.

– ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te dejaron entrar? Intenta levantarse. Se lo impide un ardor de fuego que  surca su rostro. Beti, Betania le acaba de construir una breve zanja que sangra desde inicios de su  oreja izquierda hasta los comienzos de su  boca.

La mitad de la navaja de afeitar cayó al suelo.  Betania ni se molestó en recogerla. A seguidas ofrece explicaciones acerca del acto violento contra él.

"Yo solo quería hablar contigo, ayudarte. No quería acostarme contigo. Te jodiste. Te marqué para toda la vida. A Beti, Betania hay que hacerle caso, le sentenció al oído con la mayor frialdad posible. El hombre sangraba y ella solo lo miraba fijo. El teclado de la computadora cambió de blanco a rojo. Un desastre.

En fin,  el gran escándalo del siglo en el periódico. A Ramiro se lo llevaron de emergencia a la clínica más cercana y a la Beti la apresaron. La llevaron  esposada en volandas caminando en el aire .  La elegancia forzada de la Beti se esfumó. El jaleo entre los  policías y la arrestada provocó que la peluca de la Beti  navegara de un lado a otro de su cabeza hasta caer al suelo. Una mujer policía recogió la peluca.   Beti, Betania, la mami de su hija de dos años, no es rubia. Ahora se  reveló el misterio entre clientes y colegas del carwash-terraza-bar-picalonga “Las Maeñas”.

Mujeresssss,   Beti no es rubia ná y se la acaban de llevar presa por zanjarle la cara a un periodita. ¡Coño, pero esa muje si tá loca!