En homenaje a todos los que han nacido antes de su tiempo, que no han conocido límites para el desarrollo de sus ideas y su ingenio.

Y por supuesto, en homenaje a Leonardo.

“Yo abrí los ojos para darme cuenta que el resto del mundo aún dormía”. Leonardo Da Vinci

Imagen Hombre Vitruviano tomada de https://carleton.ca/leonardo2019/

En mi más reciente visita a Canadá en verano de este año, mi destino fue Ottawa, que visitaba por primera vez.  Mi ruta de museos se vio encabezada por la expo Leonardo 500 years of Genius.

Este año el mundo rinde homenaje a Leonardo di ser Piero Da Vinci, con motivo de los 500 años de su fallecimiento el 2 de mayo de 1519, con exposiciones en muchas ciudades.  Leonardo fue el gran protagonista del Renacimiento nacido en el año 1452, en la ciudad de Vinci, que pertenece a la actual Provincia Toscana de Italia.

En el 2003 Dan Brown colocaría a Leonardo Da Vinci en categoría de estrella del rock, gracias a su libro de ficción, el Código Da Vinci, que luego se convertiría en una película muy taquillera protagonizada por Tom Hanks en el papel del Robert Langdon.  La verdadera protagonista de esta historia es la hermosa obra pictórica conocida como La Ultima Cena.

El mundo que creó Dan Brown nada tiene que ver con el ambiente en que vivió y la gente que rodeó a Leonardo Da Vinci.  Leonardo no era un sacerdote de alguna oscura secta, que pasaba códigos extraños a través de su obra.  Leonardo era simple y llanamente un genio que abarcó una impresionante variedad de áreas del conocimiento, entre ellas, la invención, el dibujo, la pintura, escultura y arquitectura, la ciencia, música, matemáticas, ingeniería, literatura, anatomía, geología, astronomía, botánica, paleontología y cartografía.

Para tener una idea del tiempo en que tocó a Leonardo Da Vinci vivir, resulta útil recordar que nació 40 años antes del Descubrimiento de América en 1492.  Europa se movía lenta y reticente de la Edad Media a la Edad Moderna, del feudalismo a las monarquías, y este período de transición fue tan importante como revolucionario. 

La humanidad de los siglos XV y XVI se replanteó su realidad y la forma de mirar el mundo, tratando de regresar al pensamiento, la política, las ciencias y las artes grecolatinos, que fueron terriblemente silenciados durante la Edad Media.  Ocurrió una transformación y una expansión del ingenio humano que nos ha influenciado hasta nuestros tiempos, las ideas de la humanidad se fueron moviendo lenta y dolorosamente del teocentrismo al antropocentrismo.

¿Qué habrá significado para el genio Leonardo vivir en la Italia del Renacimiento?  ¿Se habrá sentido solo y perseguido? O por el contrario curioso y entusiasmado? Su observación del mundo, su investigación de todo lo que le rodeaba apunta a una existencia intensa, ávida de conocimiento.  Encarnó una originalidad y un ansia insaciable por conocer los fenómenos que le rodeaban, por ejemplo, el movimiento del aire entre las alas batientes de las aves, la fuerza de las corrientes de agua en los ríos, el efecto de la fuerza aplicada en las máquinas.

Leonardo se apuntó a los grupos de personas más progresistas de su tiempo, pero no se dejó limitar ni siquiera por ellos.  Vale la nota de que se atribuye el uso del término “Renacimiento” por primera vez a Giorgio Vassari (1511-1574), pintor, arquitecto e historiador, pero fué Leonardo quien encarnó lo que se conocería más adelante como “Hombre del Renacimiento”.

Al pensar en Leonardo tiendo a asociarlo de manera casi automática con una de sus pinturas más emblemáticas, la Mona Lisa o la Gioconda como se le conoce.

Por coincidencia familiar, mi hermano José Antonio, mi cuñada Salma y mi sobrina María José, por un lado, y yo por otro, estuvimos visitando a la Mona Lisa en el año 2019, en que se conmemoran 500 años de la muerte de Leonardo Da Vinci. 

Mi sobrina conoció en persona a la Gioconda este año.  Vale decir que su visita al Louvre, fue un pedido expreso de su parte; el interés de María José por conocer París se resume en su frase “yo no quiero ir a Paris a tomarme fotos frente a la Torre Eiffel, quiero entrar a los museos, conocer la historia…”, reflejo innegable de la esmerada educación que recibe de sus padres y su escuela, el Liceo Francés de Santo Domingo.

Lamentablemente, debido a los ataques que ha sufrido la obra desde 1956, la misma se exhibe detrás de una fortaleza de cristal hace años. 

Entristece ver a la Gioconda prisionera en su fortaleza de cristal, e impide apreciar y disfrutar de cerca esta obra original de Leonardo, la fineza de sus pinceladas, su tratamiento del color, se dificulta intuir el curso de su mano creadora al realizar esta magnífica obra.  Los ataques contra la obra y su consecuente lejanía, sin embargo, han incrementado su popularidad, y la ha convertido en un ícono de las bellas artes y del ingenio humano.

Así se exhibe la Mona Lisa actualmente. Imagen tomada de la cuenta https://twitter.com/MuseeLouvre

Apreciarla en toda su dimensión en el Museo del Louvre, se dificulta más al tener que enfrentar a la muralla humana armada con cámaras de los teléfonos móviles en mano, en torno a ella; pocas obras en el mundo que rivalicen en popularidad.  Indican las estadísticas del Louvre que la visitan más de 8 millones de personas en un año.    ¡Para completar el panorama, me relata José Antonio hay un personal de seguridad del museo que no te regalan ni tres segundos frente a la obra cuando comienza a decir “circulez, allez!”.  La experiencia puede ser una decepción.

Imagen de la Gioconda tomada por José Antonio Amiama Nielsen en verano de 2019 Museo del Louvre, París.

No obstante, la serena, intuitiva y curiosa emoción del artista creador de la Gioconda, expresada en la misteriosa, pícara, casi indescifrable sonrisa de la dama, logra traspasar al cristal blindado que la protege y la barrera humana de sus fans.