Durante el período de los “doce años de gobierno del doctor Joaquín Balaguer” el país vivió innumerables coyunturas, en las que la población se mantuvo en sobresaltos y a las expectativas de cambios políticos, que iban desde conflictos a lo interno del partido de gobierno y de las fuerzas armadas, intentos de agrupaciones de izquierda para impulsar la guerra de guerrilla, las muertes violentas de personalidades de la prensa y de la oposición, secuestros de diplomáticos y la ocupación, por guerrilleros urbanos, de por lo menos una sede diplomática.
En todos esos años fueron de mucha tensión para las autoridades los de 1970, 1972, 1973 y 1975. Este último, estuvo marcado desde principios por situaciones que mostraban las dificultades y debilidades que afectaban al gobierno: la muerte del periodista Orlando Martínez el 17 de marzo, el asaltos a varias sucursales bancarias dirigidas por el “Grupo Rubirosa”, el desembarco, en afanes guerrilleras, de varios izquierdistas encabezados por Claudio Caamaño a principios de junio, y el secuestro de empresarios de los más importantes del país en el mes de octubre. Especialmente fue una situación de cuidado para el gobierno, la crisis militar del 7 de mayo que eclosionó luego del nombramiento del general Neit Nivar Seijas como jefe de la Policía Nacional.
La desobediencia militar puso en juego la gobernabilidad del presidente Balaguer el 7 de mayo de 1975, cuando todavía la sociedad dominicana se encontraba alarmada ante el asesinato del periodista Orlando Martínez el 17 de marzo, hecho que apuntaba hacia los “incontrolables” enquistados en las Fuerzas Armadas, aunque Balaguer hacía malabares por revertir esa percepción, llegando a señalar a dirigentes de izquierda y del Partido de la Liberación Dominicana de estar vinculado a la muerte del periodista, aunque luego se comprobó que los criminales forman parte de un grupo de militares amparado en la impunidad brindada por el régimen.
La crisis militar pareció ser parte de las contradicciones que por años habían mantenido los grupos de militares relacionados con el general Enrique Pérez y Pérez y el general Neit Nivar Seijas, las que Joaquín Balaguer utilizaba como estrategia para sortear los problemas en las Fuerzas Armadas y mantenerse como gobernante. Era evidente, dependiendo de los nombramientos en los principales mandos del estamento militar, cuál de los dos grupos se encontraba en ascenso y recibía todos los favores del gobierno, o se encontraba en declive y había caído en desgracia frente al mandatario.
Recuérdese la difícil situación de los generales en permanentes conflictos de grupos, cuando el presidente removió de la jefatura de la Policía Nacional a Pérez y Pérez y en su lugar fue posicionado el general Nivar Seijas, en 1972. La disolución de La Banda, que se acusaba de estar patrocinada por el jefe policial, le tocó a Neit Nivar y aunque políticamente esto pareció ser del agrado de la población, lo cierto que los cambios hechos por el mandatario más que fortalecer a uno de los bandos, como indirectamente sucedió, lo que hizo fue consolidar su propia condición de gobernante y de paso favorecer a Pérez, golpeando los intereses políticos, que los tenia, de general Neit Nivar. Con la actuación contra La Banda, el grupo del hombre fuerte de San Cristóbal entraba en contradicción con el presidente, quien, de acuerdo a Brian J. Bosch en su libro sobre los militares dominicanos, había dado luz verde “al moreno” para desarrollar su criticada política de contrainsurgencia basada en la represión y el crimen.
La rivalidad militar era cotidiana y lo acontecido en mayo de 1975 evidenciaba la delicada situación, que pudo haber degenerado en un escenario inmanejable para el presidente. Para ese año, ya los oficiales que anteriormente se tuvieron vinculados al general Elías Wessin, que fue hombre fuerte del sector de la Fuerza Aérea de San Isidro, habían perdido influencia entre los militares; pero no se podía decir lo mismo de Neit y Pérez, generales que daban signos de verdadera enemistad.
La crisis estalló el 7 de mayo, cuando el doctor Joaquín Balaguer tomó la inesperada decisión de nombrar como jefe de la Policía Nacional al general Nivar Seijas, provocando la inmediata reacción negativa del grupo contrario, que aparentemente reaccionó sin medir las consecuencias.
De acuerdo al periodista Aníbal de Castro, la “designación de Neit Rafael Nivar Seijas en la jefatura de la Policía causó hoy gran sorpresa, incluso en las filas oficiales, tras varios años en que las estrellas del mayor general parecieron tener menos fulgor que nunca. De inmediato, el nombramiento de Nivar Seijas fue visto como parte de un proceso emprendido por el Presidente Balaguer para robustecer su base de apoyo político y equilibrar el poder militar”.
Los altos oficiales, obviamente disgustados por lo que parecía ascenso del grupo contrario, se insubordinaron contra la decisión del presidente y mediante carta del 9 de mayo, presentaron públicas renuncias a sus altos cargos militares. La carta, que fue entregada por ellos a la prensa, estaba firmada por el Almirante Ramón Emilio Jiménez hijo, Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, el general Enrique Pérez y Pérez, Jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional y el general de Brigada Salvador Lluberes Montas, Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea. También fue firmada por el comodoro Logroño Contín, Jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra; alegando los renunciantes que no estaban de acuerdo con la decisión del doctor Balaguer.
El texto de la renuncia, dirigida y entregada expresamente al presidente Balaguer, dejó percibir una actitud de insubordinación que no tenía precedente en las relaciones con el mandatario: “Excelentísimo Señor Presidente: Respetuosamente, hacemos llegar a Vuestra Excelencia nuestra decisión de renunciar, a partir de este momento, de los secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, Jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra y Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aero Dominicana, respectivamente, por no estar de acuerdo con decisiones que han sido tomadas últimamente”.
“En rápidas decisiones—dice el periódico Ultima Hora—el Presidente Balaguer emitió dos decretos, marcados con los números 850 y 851, designando al coronel piloto Renato R. Malagón Montesanos en la jefatura de las Fuerza Aérea y al comodoro Francisco Javier Rivera Caminero en igual posición, en la Marina de Guerra” en sustitución de los renunciantes. Con el decreto 852 el presidente nombró en la jefatura del Estado Mayor de la Fuerza Aérea al coronel Mario Imbert McGregor. Además, Balaguer se auto designó Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, procediendo a tomar un conjunto de medidas de control militar, en las que el sector de Nivar fue de fundamental apoyo. La inverosímil coyuntura dio paso a la reunión de los más importantes oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, para dar muestras de su adhesión y solidaridad con el presidente de la República y rechazar la actitud de los altos oficiales.
El presidente Balaguer dio muestras de su habitual frialdad en coyunturas parecidas y se mantuvo inmutable en sus labores cotidianas, pero sin dejar de asumir la responsabilidad en todos los detalles relacionados con la crisis, lo que se manifestó en los rápidos cambios en la estructura militar y en las adhesiones de simpatía y apoyo dado por todos los oficiales del régimen, lo que se expresó en un comunicado publicado en la prensa del domingo 11 de mayo, en el que se hizo contar, de acuerdo al periódico El Caribe, que los militares apoyaban de manera incondicional e invariable, las disposiciones del jefe de Estado “tanto en el pasado como en el futuro”.
La crisis finalizó cuando los generales renunciantes asumieron la actitud sumisa de los derrotados, llegando el general Pérez Y Pérez a decir, luego de aceptar ocupar el cargo, considerado de poca importancia, de Secretario de Interior y Policía: que las razones de su posición ya habían desaparecidos y que él consideraba al presidente Balaguer como “su padre”.
En aquella coyuntura corrieron rumores de que la insubordinación pudo trascender a situaciones más peligrosas, pero esto no pasó de simples amaracos en los que nuevamente uno de los grupos de militares caía en desgracia y obligado a arrodillarse ante el mandatario, mientras les mostraba una vez más que ellos, los renunciantes, eran simples piezas del ajedrez político-militar y él, el verdadero poder en su gobierno de los “doce años”.
(Para este articulo fueron utilizadas, entre otras fuentes, las siguientes: “Nivar Seijas pasa PN; hacen otros cambios”, El Caribe, 8 de mayo 1975 ; “Renuncian todos los jefes militares”, Ultima Hora, 10 de mayo 1975; “Cambio en la PN, disuelven tres departamentos”, Ultima Hora, 10 de mayo 1975; “Expresan apoyo cambios militares”, El Caribe, 12 de mayo 1975, y Brian J. Bosch, Balaguer y los militares dominicanos, Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 2010).