Definitivamente Wolverine es el personaje más atractivo de los X-Men y el que mejor perspectiva narrativa posee.

Por eso, esta segunda extensión de su historia trata de esclarecer otros puntos de su pasado y las posibles respuestas a un futuro episodio.

Basada en el aclamado cómic, esta historia lleva a Wolverine a Japón, un mundo distante, pero anclado a su pasado cuando una vez salvó a un soldado japonés durante la Segunda Guerra Mundial en el momento del estallido de la bomba nuclear lanzada contra la ciudad de Nagashaki.

Este pasado luego va a repercutir en un presente donde Wolverine tiene que enfrentarse a nuevas amenazas dado su debilitamiento como inmortal.

El guión escrito por Mark Bomback y Scott Frank cabalga por el camino de sus creadores y busca manifestar otros lados del oscuro pasado de este personaje.

James Mangold (Inocencia interrumpida, 1999) inserta puntos similares al anterior contenido, pero haciéndolo menos atractivo. Los pocos personajes secundarios obedecen sólo a un patrón establecido y se menosprecia la oportunidad de establecerse dentro de una historia más simbólica y menos efectista.

Hugh Jackman se siente cansado por llevar a cuesta a un personaje que ya posee trece años desde su inicio para el cine. Pero que regresará al equipo en el 2014 con el filme X-Men: Days of Future Past.

En este episodio más bien se cumple con un compromiso comercial que simplificar la esencia de un personaje atractivo y singular.