Las historias diseñadas para toda la familia generalmente pecan de ser sensibleras hasta el colmo. El grado de sentimentalismo aumenta aún más si son inspiradas en eventos reales que, en pos de salvar las distancias dramáticas con el relato original, son aderezadas de una serie de situaciones para aplicar los resortes que vayan directamente a sensibilizar a los espectadores.
La historia en cuestión parte de un evento real que narra la vida de una joven delfín que tras quedar atrapada en una trampa para cangrejos en playas de Cabo Cañaveral (Florida) es trasladada al Hospital Marino de Clearwater.
Las heridas que sufrió en la cola fueron muy profundas hasta el punto de que fue forzaba a amputarle esta parte vital del cuerpo, sin la cual le sería casi imposible nadar.
Fue necesaria la experiencia de un biólogo marino y de la devoción de un niño para lograr un milagro de salvar a Winter.
El filme se focaliza en el proceso de rehabilitación del delfín y de la amistad que se va construyendo entre este animal y el niño que lo encontró en la playa.
El director Charles Martin Smith asume la trayectoria de un guión predecible donde apunta siempre a la resolución feliz y acomodada para la obtener la gracia de los espectadores.
Morgan Freeman como el doctor Ken McCarthy, quien tiene la misión de fabricar una prótesis para la delfín encuentra, sin mucho esfuerzo, hacer un personaje creíble.
Por su parte, Harry Connick Jr., Ashley Judd, Kris Kristofferson y Ray McKinnon construyen un reparto funcionable para este relato que de seguro motivará por su mensaje y moraleja.