Título original: Black Widow. Año: 2021. Género: Acción. País: USA. Dirección: Cate Shortland. Guion: Eric Pearson. Cómic: Don Heck, Stan Lee, Don Rico. Historia: Jac Schaeffer, Ned Benson. Elenco: Scarlett Johansson, Florence Pugh, Rachel Weisz, David Harbour, William Hurt. Duración: 2 horas 12 minutos
Una vez cerrado la trayectoria épica de los episodios de los “Avengers”, varias fueron las historias que se explicaron de algunos de los más emblemáticos personajes como Tony Stark, Bruce Banner o Thor, quienes tuvieron sus páginas individuales dentro de este universo,
Ahora la carrera de Natasha Romanoff, alias Viuda Negra, se perfilaba como una historia atractiva para explicar el origen de su integración al grupo de justicieros. “Viuda Negra” toma esa caligrafía que aproxima a los personajes de este universo a una empatía casi reverencial con los fanáticos quienes han decidido asumir sin complicaciones su rol de acólitos sin condiciones, siendo este personaje y, por demás, asumido con justeza por la actriz Scarlett Johanson, la más simbólica en cuanto a las obligaciones como guardiana del universo.
Natasha Romanoff, alias Viuda Negra, se enfrenta un pasado turbulento de su historia, tejiendo una historia que remite al cine de espías modalidad Guerra Fría y teniendo que lidiar con su origen como espía y con las consecuencias que dejó atrás mucho antes de convertirse en Vengadora.
El filme busca concentrase en un entorno familiar difuso donde las apariencias son parte de lo que puede ser verdad, pero también de lo que es mentira. De esta manera Natasha y Florence Pugh, (Yelena Belova) están destinadas a formar parte de un mundo en la que las fachas y el control mental de un grupo de mujeres son las características que circundan una historia rebuscada en la que Dreykov (Ray Winstone), quien maneja ese santuario de dominio llamado Habitación Roja, se convierte en una herencia de aquellos villanos que llenaron la galería de las prodigiosas aventuras de agente James Bond.
Un mensaje feminista subyace en su alfombra de acción en la que Natasha y Florence necesitan liberar a las demás mujeres espías del yugo mental de Dreykov, llevando gran parte de la misión por este lado y aderezado con algunas cuestiones de la personalidad y miedos de estos dos personajes.
La realizadora australiana Cate Shortland (Berlin Syndrome, 2017) se posiciona en una esquina para no imitar el estilo narrativo fijado por los hermanos Russo en los capítulos finales de “Avengers” y rebusca en otros referentes para dotar a la película de una simpatía distinta.
Aunque no se zafa de los constantes movimientos de la cámara en las escenas de acción que perjudica la posibilidad de que el espectador pueda concentrarse en los detalles, por eso la secuencia final se convierte en un batiburrillo que implica un desorden visual fatigoso.
Realmente lo que queda de esta historia y de las intimidades del personaje de Natasha Romanoff es haber visto una de las películas más flojas de la factoría Marvel.