Dentro del proceso de construcción filmográfica del cine dominicano todos los temas son válidos, pero siempre y cuando éstos hagan aportes verdaderamente significativos.

Los asuntos temáticos de este imperfecto cine criollo han moldeado una cultura cinéfila preferiblemente hacia las comedias, las cuales han tenidos sus altas y sus bajas, pero siempre tratando de cumplir con una cuota de acercamiento con el público nacional.

Dentro de este cuadro, los dramas no han tenido la gracia que han contado las comedias y han sido relegados a un plano menor, aunque no por esto no hayan sido importantes.

Al parecer los realizadores dominicanos siempre quieren apostar hacia la novedad, intentando crear fórmulas y patrones que ya han sido hartamente utilizadas por el cine de Hollywood. 

La presente producción dominicana que lleva el título de “Pimp Bullies, víctimas de un prostíbulo” se ha concentrado por el lado del drama y el thriller (y por demás bajo una carga erótica) con el único fin de despertar cierto morbo en el público por las escenas de sexo.

La historia en cuestión retrata la realidad social del negocio de la prostitución donde muchas mujeres caen en las trampas de alcanzar el tan propagandístico “sueño americano”, lo cual en el mayor número de los casos se convierte en el camino que las lleva a perder su vida.

Es la historia de Isabel, una madre soltera de un barrio de Santo Domingo, que vive en una terrible agonía y desesperanza porque su hijo padece de una enfermedad y ella no tiene los recursos económicos para curarle.

Después de muchos intentos, un  proxeneta le ofrece irse en un viaje ilegal a la ciudad de Nueva York e iniciar una vida de prostitución, donde es posteriormente asesinada.

Quince años más tarde de este asesinato, un policía investigador de casos no resueltos, vuelve tras las pistas para descubrir quién asesinó a Isabel.

El filme se apoya en una estructura confusa y débil tanto en su narración visual como en su microestructura. Detalles significativos de establecimiento de personajes y de contexto son pasados por alto (como la evolución física de los personajes por el paso del tiempo que no llega a manifestarse) dejando un relato a la deriva y terriblemente aburrido.

La dupla de Alfonso Rodríguez en la dirección y de José Miguel Bonetti en el concepto de la historia ha vuelto a revelar el afán de jugar con fórmulas y estereotipos ya probados en otras filmografías, pero escasos en nuestro contexto.

Con respecto a las actuaciones son tan acartonadas que parece ser un desfile de modelos novatos y con poca experiencia.

No logro entender la decisión del uso del idioma inglés como factura de realización, puesto que para nuestro contexto este factor reduce bastante el filme en cuanto a la credibilidad de los personajes y  la historia.

No creo que esto le aporte mucho a la película ni mucho menos que la haga más interesante ante los ojos del público dominicano, y considero tampoco sea una novedad para el público extranjero.

Los desnudos de varias escenas pueden justificarse por la propuesta temática, pero son tan burdos que el impacto esperado de las imágenes ante el público, la convierte en una caricatura de sí misma.

El análisis más concentrado de este filme se tendrá que ver en la posteridad y si realmente ha hecho algún aporte al cine nacional puesto, que en este momento, es poco lo que puedo recomendar del mismo.