En 1962, el legendario Stan Lee (co-creador de otros éxitos como El Hombre-Araña, El Increíble Hulk, X-Men, Los Cuatro Fantásticos, Iron Man) y Jack Kirby presentaron El Poderoso Thor a los lectores de Marvel Comics. Desde esta aparición el dios nórdico inició un proceso de aceptación a través de varias adaptaciones para la televisión y el cine.

Pero no es hasta esta versión cinematográfica que el producto propone como una historia más concreta con mejor proporción sin perder su tono de aventura ni su objetivo con las audiencias.

Para esta ocasión le toca a uno de los intérpretes shakesperianos más reconocido en el Reino Unido como el actor y director Kenneth Branagh para llevarla a cabo. Para él el haber escogido una pieza de consumo popular y hacerlo un producto cinematográfico con ciertos ribetes de enseñanza mitológica, se convirtió en un gran reto.

En esta historia el reino mítico de Asgard es el centro del relato teniendo a Thor, un guerrero poderoso pero arrogante, como su figura principal. En su desarrollo unos sucesos llevan al gran Odín a  quitarle sus poderes y desterrarlo a la Tierra donde tiene que lidiar con su nueva situación.

Branagh, dado su experiencia en la dirección, lleva a todo el elenco a definir cada aspecto de su personaje y construye un panorama de gran espacio para la aventura y la acción. Lógicamente las revistas de tiras cómicas fueron la fuente de material clave, aunque cierto grado de improvisación y adaptación de otros materiales literarios sirvieron para completar el tono de esta entretenida historia.

Chris Hemsworth, prácticamente nuevo en el oficio, cumple con su rol adecuadamente, teniendo a la bella Natalie Portman como su contraparte, la que no se detiene mucho a pensar en su función y agrega cierta pizca de química a la relación.

Si puedo analizar el resultado final que posee “Thor”, puedo manifestar que cumple su cometido, porque mantiene un buen balance entre el humor, la aventura, el romance y la acción y eso ayuda bastante a disfrutarla a plenitud.