Hace 42 años el  libro escrito por Charles Portis sirvió de base para uno de los western más emblemático dirigido por Henry Hathaway, filme que en aquella ocasión gozó de una notable aceptación por parte del público y que le ofreció a la carrera de John Wayne su papel más importante, coronado con un premio Oscar a la mejor interpretación masculina.

Ahora los hermanos Joel y Ethan Coen asumieron el riesgo de debatirse o por un remake o por una nueva adaptación cinematográfica. Lo mejor que se les ocurrió fue la segunda opción.

De esta manera hicieron un nuevo guión tocando otros aspectos como la idiosincrasia de los estados del Sur, la discriminación y el racismo. Estas perspectivas ayudaron a conformar un nuevo discurso sobre esta novela y llevó su objetivo por un adecuado camino.

En  este caso la narrativa se concentra desde el punto de vista de una jovencita que, tras la muerte de su padre y con un sentido de venganza, se ve obligada a contratar los servicios de un hosco alguacil para que la ayude a atrapar al criminal y obligarlo a pagar por su crimen.

La cinta recorre, pues, un camino por aquel apartado Oeste ofreciendo un notable argumento lleno de dureza narrativa y de excepcional presentación visual.

La cámara de Roger Dickens atrapa esos matices bucólicos de un Oeste cargado de odio, pero a la vez de extrema belleza. Siguiendo las claves otorgadas por los propios Coen, logra retratar aspectos sustanciales de un país que iniciaba su proceso de consolidación como nación.

Jeff Bridges, que anteriormente trabajó para estos directores en "El gran Leboswoski" encarna al alguacil Rooster Cogburn. Su talento histriónico no tiene desperdicio y logra un retrato sutil de las implicaciones que significaba poner el orden en un territorio hostil.

Pero la sorpresa de este filme se concentra en la joven actriz Hailee Steinfeld, nominada a los premios Oscar, que con su empeño por encarnar a esa joven determinada a cumplir su promesa en esa tierra salvaje, logra una memorable actuación para recordar.

Junto a ellos Matt Damon se procura un papel que quizás no determinó mucho su empuje para colocarse a la altura de Bridges y Steinfeld.

De todas maneras estamos frente a un filme exquisito, de una dirección y realización impecable que los amantes del buen cine no se lo pueden perder.