No me gustan las películas sensibleras ni manipuladoras. Y mucho menos cuando se apoyan en un evento que todo reconocen que ha sido de gran envergadura en los aspectos sociales y humanos: el 9/11.

Pues bien, aquí les presento un filme que está condicionado por aquellos resortes que van directamente a provocar sentimientos de apego y nostalgia. Basado en la novela de Jonathan Safran Foe, “Extremely Loud and Incredibly Close” es la historia de  Oskar Schell, un niño precoz de once años que, tras la muerte de su padre en los atentados del 11 de septiembre de 2001, encuentra un misterioso sobre con una llave, acostumbrado a los juegos de búsqueda del tesoro que le enseñó su padre, este niño se lanza a la búsqueda de la cerradura que esa llave puede abrir por toda la ciudad de Nueva York.

En su peregrinar se encuentra con una serie de personajes de la ciudad de Nueva York que de una u otra manera va tocando sus vidas de una manera que nunca volverán a ser las mismas.

Con igual estructura a aquella cinta titulada “Cadenas de favores”, Daldry (Billy Elliot, Las Horas) se lanza a construir un panorama favorable para que el público acepte los condicionamientos de la propia historia.

Todo el peso de la misma es apoyado por la actuación del joven actor Thomas Horn, quien como el niño Oskar es convincente y es lo mejor que posee el filme, a parte de la sensiblería manipuladora que en muchas ocasiones cansa.

El contexto del 9/11 sirve como una pantalla para buscar en el espectador la más fina carga emocional y, sin soltarlo, lo trata de envolver una y otra vez.

Tom Hank y Sandra Bullock son dos buenas cartas en este filme. Ellos equilibran un relato que puede mover la balanza hacia lo simplemente ligero, pero a la vez adecuado.

Junto a esto la música de Desplat (habitual en el cine de Daldry), se focaliza en lograr mantener este acento, repitiendo tonalidades musicales parecidas a sus anteriores trabajos.

“Tan fuerte y tan cerca” es un cine manipulador de sentimientos, aunque se apoye en buenas y justas actuaciones.