Rápidos y furiosos es una de esas producciones cinematográficas que ha trabajado bajo una fórmula exitosa: atractivos automóviles, chicas esbeltas y un contexto de acción siempre presente en la narración.
Esto ha llevado a colocar esta saga como una de las más exitosas de su género. Esto, a su vez, le ha proporcionado a Vin Diesel colocarse como el sustituto de aquellos héroes de la pantalla que brillaron en los años ochenta.
Su hábil mezcla de estos factores la han mantenido, hasta el momento, en una sexta parte que pretende llevar su acción hacia otro nivel.
Después de su anterior episodio que se concentró en el golpe dado a un capo de las drogas en Río de Janeiro por unos 100 millones de dólares, ahora la acción se traslada hacia Londres.
Este nuevo contexto obliga a manejar una trama más sofisticada y donde se introducen elementos nuevos como el terrorismo tecnológico. Esta justificación facilita desarrollar una trama que se espera satisfaga a los espectadores.
Manteniéndose todavía como prófugos el equipo liderado por Dom Toreto se ha dispersado por el mundo, pero no tarda en reclutarlo nuevamente por cumplir una misión de capturar a un peligroso terrorista que piensa desarrollar un arma nuclear.
Esto será la justificación argumental que moverá el filme por distintos lugares de Europa manifestando un alto nivel en su producción y un empuje más sobre la saga.
En este caso el director Justin Lin recupera algunos elementos que han hecho famosa la serie para dejarlo caer en este nuevo territorio y contar, por lo menos, con otro relato dinámico y certero.
Sin expresar grandes elogios hacia este filme, tengo que reconocer que el mismo se ha superado en narrativa visual, haciendo cada vez más espectacular las escenas de acción, razón vital para cualquier filme de este género.
Rápidos y furiosos 6 pretende continuar con su hazaña puesto que un importante cabo suelto permitirá empujar la historia hacia una nueva continuidad.