Una vez el realizador ecuatoriano Sebastián Cordero impresionó a la crítica internacional con un interesante filme que marcaba su buena trayectoria por el ambiente cinematográfico.
“Ratas, rateros y ratones”, filme que muestra el mundo de los pequeños delincuentes en Ecuador, produjo inmediatamente un impacto en el mundo cinematográfico. Luego vino “Crónicas” y ahora nos muestra “Rabia”.
Basado en la novela homónima del argentino Sergio Bizzio, quien funge también como guionista, este filme habla de la historia de José María un albañil y de Rosa una empleada doméstica. Ambos son inmigrantes sudamericanos que trabajan en España.
Por un enfrentamiento violento con su capataz, José María lo mata accidentalmente hecho que lo obliga a refugiarse en la mansión donde trabaja Rosa, sin contar nada a nadie, ni siquiera a ella.
Escondido en el desván abandonado, él comienza una vida secreta, escondiéndose de los habitantes de la misma y convirtiéndose en una especia de fantasma. Esta situación vouyerista lo sitúa en una posición de anonimato que lo empuja a aislarse del mundo y de su propia novia.
Cordero opta por asumir su responsabilidad tras las cámaras dejando al espectador seguir en tono pausado, la relación de este personaje con el medio en que habita.
El trabajo en la fotografía de Enrique Chediak es la clave para crear la atmósfera y dejar que la misma cámara ayude a la comprensión de espacio y el tiempo interno de desarrollo de la historia.
Martina García y Gustavo Sánchez defienden sus espacios dramáticos y colocan a este filme en una posición gananciosa y recomendable por su manejo dramático y artístico.