El tema de piratas sigue vigente y no importa el género, siempre hay motivos para celebrar. En esta ocasión los estudio británicos Aardman (Wallace & Groomit, Pollitos en fuga) vuelve al arte de la animación con plastilina para mantener un arte de animación ya en desuso.

Por primera vez los estudios añaden la tercera dimensión para ampliar el espectro de apreciación de su técnica con el fin de ponerla a tono con los nuevos tiempos.

Aardman, con la cabeza en la dirección de Peter Lord y Jeff Newitt, se enfrasca en una aventura con piratas, pero dejando sentado que ellos mismos se pueden mofar de aquellos emblemáticos personajes como Charles Darwin o la propia Reina Victoria.

Saltándose algunos huecos históricos y tomándose las licencias que le permite la historia, se narra un relato que coloca a un típico pirata británico de enorme barba roja, cuya tripulación es la más atípica de los contornos de los mares.

Con un humor ácido y hasta fuera de control, se cuenta la historia de ese pirata que desea ganarse el premio del pirata del año, pero en su empresa tiene que sortear muchos obstáculos para poder llevarlo a cabo.

El film es una adaptación de una saga literaria “Pirates!”del autor inglés Gideon Defoe, la cual condensa los primeros dos libros. El problema de solucionar esta adaptación es que el animado tiene muchas escenas con diálogos que pueden retrasar la entrada del dinamismo de la aventura. Pero una vez avanzada la historia su ritmo se recupera y ofrece un buen espectáculo.

Un punto a favor es que los personajes están llenos de gracia con un cuidado en sus detalles y trabajo de la plastilina.

Un buen  producto que puede iniciar un verano cinematográfico que, como siempre, está destinado al público familiar en pos de vender la mayor cantidad de taquillas.