El productor Jerry Bruckheimer y Disney han desarrollado una de las franquicias de mayor éxito en los últimos años.

“Piratas del Caribe” concebida a mediados de los años 1950 como una atracción-museo de cera acerca de piratas históricos, surge como adaptación de un texto novelesco especialmente realizada para los parques temáticos que posee la compañía fundada por Walt en California.

Después de tres exitosas partes llega un nuevo episodio de la saga teniendo al capitán Jack Sparrow como eje central de la historia.

En esta ocasión le ha tocado a Rob Marshall (Chicago), que trabaja sobre la base de sus antecesoras tratando de establecer un nuevo nivel de entretención dosificando la dosis de aventura y humor.

Esta vez el actor Johnny Depp regresa a su ya legendario papel del Capitán Jack Sparrow, personaje que lo ha colocado en la cima de su carrera y convirtiéndolo en un actor popular, contrario a su estilo personal.

Esta versión reduce la narrativa a niveles más convencionales, utilizando la misma estructura y colocando algunos elementos nuevos a la acción. La misma sigue a Jack cuando se cruza con una mujer de su pasado tras su misión de encontrar la legendaria Fuente de la Juventud y su encuentro con Barbanegra.

Todo el cuento queda justificado por esta misión sin mostrar otras líneas de acción que cubran el mayor panorama posible. Quizás el elemento de las sirenas puede resultar la parte más explicita de este capítulo pero sin llegar a explotarse a su plenitud.

En el reparto de esta saga, repite Geoffrey Rush en el papel del vengativo Capitán Hector Barbossa, Kevin R. McNally encarnando a Joshamee Gibbs, y Penélope Cruz quien le otorga una pizca de revelación exótica, pero sin llegar a convertirse en una pieza fuerte en la trama.

“Piratas del Caribe: navegando en aguas misteriosas” es una pieza fílmica que se siente poco superada con relación a los otros episodios que, aunque cumple en cierta forma con su cometido, se proyecta desgastada y falta de impacto.