Título original: Nadie sabe que estoy aquí. Año: 2020. Género: Drama. País: Chile. Dirección: Gaspar Antillo. Guion: Enrique Videla, Gaspar Antillo, Josefina Fernández. Elenco: Jorge García, Luis Gnecco, Millaray Lobos García, Nelson Brodt, Juan Falcón, Duración: 1 hora 31 minutos

“Nadie sabe que estoy aquí” es una producción chilena original de Netflix para América Latina, que hurga en los temas de personajes solitarios y con algunas heridas del pasado. Es la historia de Memo quien fuera un niño prodigio de la canción, pero que, como adulto, vive oculto y sepultado por sus traumas en una zona remota de Chile ayudando a su tío en la tenería de pieles de oveja.

Pero su ocultamiento, en medio de esta naturaleza y el trabajo duro, se ve violentado cuando los traumas de su pasado vuelven para que tenga que enfrentarlos sin más remedio. Un detonante que va moviendo el relato por sitios angostos que paulatinamente van revelando esas carencias emocionales de Memo.

Con el protagonismo de José García (el entrañable Hurley de “Lost”), el director chileno Gaspar Antillo, quien hace su debut en el largometraje, construye una historia de aislamiento teniendo ese efecto que le proporciona García, a través de su contextura física, pero dejando marcado una peligrosidad llana en el personaje pues su pasatiempo favorito es entrar en las casas ajenas para husmear por los rincones de la misma.

De esta manera Antillo trata de equilibrar las rarezas de su personaje con una, quizás, falsa bondad que lógicamente produce cierta empatía en el público. No obstante, se asegura de que, del trauma, pase a los momentos más entrañables dejando establecido las intenciones del personaje para continuar con su vida sin mirar hacia atrás.

La corpulencia de García sirve también para entablar un diálogo permanente entre el estado psicológico de su personaje y sus actitudes frente al contexto geográfico, marcando un ritmo pausado en su organicidad, en la que esa cámara lo acompaña generalmente desde las espaldas.

El filme no pretende ser un drama exagerado, aunque por momentos puede peligrar, pero se nota que el director permite que los personajes se vayan abriendo en la medida que el relato se desarrolla para así mostrar todos los elementos de su conjunto. Como, por ejemplo, el amor o la amistad que Memo va estableciendo con Marta el cual representa el cuadro final, en cenital, de lo que puede ser su vida en el futuro.

“Nadie sabe que estoy aquí”, sin tomarse los riesgos necesarios, es una historia adecuadamente manejada con un especial ritmo que lo hace una buena revelación para su director Gaspar Antillo.