Dentro de la construcción de la comedia en el cine dominicano son muchos los factores que todavía están pendientes por revisar y solucionar.
No basta estructurar un guión que tienda a la risa fácil, porque para eso se puede presentar el resbalón de una persona por una cáscara de guineo tirada en el suelo y les aseguro que eso producirá una carcajada instantánea.
Este gag ingenuo, pero efectivo es lo que ha determinado que el humor tiene que ver con una situación real y física.
En el cine dominicano se ha pretendido hacer comedias sin remediar en lo que realmente se está contando y si tiene cierta validez como historia.
Muchos han sido los productos dominicanos que han intentado solucionar esta parte de la comedia como género fértil y dinámico, pero en casi todas las ocasiones se han quedado como pastiches de situaciones.
“Lotoman” ha producido una especie de saga cómica “a la dominicana” que sin desmeritar sus cualidades de ser exitosa, no ha podido establecer una real manifestación como comedia justa y dimensionada en todos sus aspectos básicos.
De “Lotoman” puede decirse que pretende convertirse en la primera franquicia de relato de comedia propuesta en varias partes continuando con una historia que puede tener validez en la medida de su receptividad.
La primera prueba de esto se puede definir con la experiencia de Balbuena que tuvo dos entregas y que determinó su popularidad por la calidad de un buen personaje. La segunda está en el éxito que tuvo “Sanky Panky”, con toda la potencialidad de estructurar un relato extendido a otros episodios cinematográficos donde se podía seguir relatando las vicisitudes de Genaro.
Ahora Archie López, después de haber superado la primera prueba, llega a una segunda parte tratando de conectar el lado emocional del público dominicano con la familia Lotoman, compuesta por los medios hermanos Modesto y Manuel, Mama Susana y demás familiares.
“Lotoman 2.0” cuenta la historia de Modesto y Manuel, que luego de convertirse en millonarios gracias al juego del loto, continúan con su periplo existencial.
En esta ocasión la historia se posiciona dentro de un contexto menos original y procura recuperar la fragancia de la primera. Su narrativa goza de poca fluidez, aunque haya consecución de situaciones.
Con nivel técnico superior a muchos filmes dominicanos, con un sonido mejor cuidado y una banda sonora mejor controlada, “Lotoman 2.0” busca aumentar el mercado dominicano hacia las comedias sumando otras características, pero siempre caminando por el lado menos incómodo.
El problema es que se nota episódica y esto se evidencia porque, cada cierto tiempo del relato, se presenta una acción casi desconectada de la anterior, asumiendo también que uno de los flashes de pensamiento provoca una ruptura en la narrativa en detrimento de la correcta continuidad de la historia.
Aunque la jocosidad y el humor están acentuados en los diálogos de Raymond y Miguel, se nota que los niveles de improvisación acuden siempre a inflar cada escena para recargarla de más humor sin controlar la dosificación de la misma.
La veteranía de Olga Bucarelli y Franklyn Domínguez es evidente, por eso el peso de sus personajes adquiere importancia frente a los demás actores y actrices como Elizabeth Ruiz, Dalisa Alegría, Irving Alberti, Luis José Germán, Cheddy García y Chelsy Bautista, al que se suma el galán de telenovelas Fernando Carrillo.
“Lotoman 2.0” es un filme hecho a la medida de sus dos protagonistas principales que han tomado el cine como una extensión de sus propios trabajos en la televisión.
Pensada ya como una trilogía o saga, “Lotoman 2.0” es parte de esa recomposición y evolución de la comedia dominicana que todavía busca una identidad estructural y estética, pero que solo el tiempo explicará su trascendencia.