El desastre natural ocurrido en el este de Asia en diciembre de 2004 marcó definitivamente a muchas familias. El cine, como espejo de la realidad, siempre se ha mostrado dispuesto a recrear en la virtud de su ficción, lo que considera importante para mostrar al público.
Este hecho ya fue manifestado en la pantalla por Clint Eastwood en su filme “Hereafter” (2010), con un tremendo realismo en sus primeros minutos de historia.
Ahora, el cineasta español Bayona (El orfanato) con guión de Sergio Sánchezi arman un argumento basado en los testimonios de María Belón, quien, junto a su familia, fue una de las víctimas de ese tsunami y, contra todo pronóstico pudo sobrevivir ella y toda su familia.
El filme “Lo imposible”, protagonizado por Naomi Watts y Ewan McGregor toma esta realidad familiar e inicia con la familia en sus vacaciones de invierno en Tailandia.
Precisamente se basa en una historia real que tuvo lugar durante ese tsunami que azotó a la costa tailandesa en el año 2004.
Lo incomprensible e inesperado de este desastre natural que acaban de sufrir, los obligan a luchar por la supervivencia y por volver a reencontrarse.
Bayona posee todos los elementos a su favor para hacer de este filme un drama familiar que toca el sentimiento y la sensibilidad de un público que responde sin miramientos a su discurso.
Todos los resortes y mecanismos para hacer estremecer al público están a la vista, y no es que esté en desacuerdo, porque para este tipo de filmes es válido y hasta necesario.
Desde la misma entrada del tsunami al contexto dramático, el público sabe a qué se va a enfrentar y cuál será la conclusión final de todo esto. Lo importante, entonces, es la manera en que Bayona dosifica el filme y la tragedia.
Para esto va por lo convencional sin modificar nada de la fórmula. Pero para el resultado final del filme es funcional.
Magníficamente recreación del maremoto y de sus secuelas posteriores que hacen de su dirección artística uno de los elementos más fuertes de la historia.
Todo esto ayudado por la actuación de Naomi Watts que se esmera en hacer visible su personaje, aunque el rol de McGregor quede en un segundo plano.
De todas maneras este un filme que, a pesar de su fórmula controlada, conecta con la audiencia haciéndola jugar con sus emociones.