“Liborio es un campesino que desaparece en un huracán y regresa como profeta, la gente lo sigue y se aíslan juntos en las montañas en búsqueda de la libertad plena, hasta que el país es invadido por la armada estadounidense.”
DIRECTOR: Nino Martínez Sosa.
COLOR-2021-99 min
Género: Drama histórico etnográfico
Idioma original: español
Guion: Nino Martínez Sosa, Pablo Arellano
Fotografía: Oscar Durán
Edición: Ángel Hernández Zoido, Nino Martínez Sosa
Sonido: Maite Rivera Carbonell
Producción: Fernando Santos Díaz, Nino Martínez Sosa.
Casa Productora: Guasábara Cine, Basié Guanábana Macuto, Quenepa Producciones.
Intérpretes: Vicente Santos, Karina Valdez, Ramón Emilio Candelario, Fidia Peralta, Anderson Mojica, Jeffrey Holsman, Gabriel Medina.
Es posible que lo más extraordinario y mejor logrado de la película “Liborio”, dirigida y escrita por Nino Martínez Sosa y Pablo Arellano, es el diseño de la banda sonora, y la forma en cómo se narra el drama del personaje y su entorno. La atmósfera cinematográfica está construida desde una zona atemporal y planos fragmentados que se combinan y se integran a un concepto fotografía claro-oscuro que ambienta o sugiere un latente suspenso misterioso al personaje.
El director decide contar el mundo interno del Papá Liborio mesiánico, profeta y curandero que existió en el siglo XX en San Juan de la Maguana, abatido por militares de la ocupación americana del 1916.
Pero resulta que ese ángulo de la historia del personaje no está logrado. La trama que plantea el guion se alarga, escudriñando la superficialidad de ritos, sin mínimamente profundizar en los aspectos étnicos religiosos que envuelven la vida de Liborio.
Formalmente es una trama bien expuesta, está muy bien montada, sumergida en un lenguaje lleno de símbolos que apelan a la superstición; pero el cuento no convence y no atrapa en sentido emocional porque los contenidos del guion arañan, describen situaciones, pero no transciende la letanía folclórica mítica-religiosa del personaje.
Liborio es una película de forma, llena de escenas metafóricas que el director Nino Martínez las soluciona desde unos diálogos que anticipan, preceden la imagen y la acción de los personajes, y es un hermoso recurso porque funciona para integrar las acciones de los diálogos a un paisaje de naturaleza exuberantemente verde, que fue el contexto donde nació y murió el personaje.
La fortaleza y debilidad de este film es su construcción formal porque se nota mucho. Desde la forma, se trata de llenar huecos temáticos que la historia expone de forma muy frívola, sin ni siquiera sugerir las aristas antropológicas del personaje sumergido en el rito. Y esta debilidad se aloja en el guion y en el rigor investigativo de donde se partió para diseñar la zona místico-religiosa del personaje. Este es el hándicap del film porque la exposición visual está lograda; consigue sumergir a Liborio en unos largos e intensos silencios reveladores que dejan percibir su limbo interno y meditativo”, lo cual da un buen carácter a la figura mesiánica del personaje.
La película se dilata para aporta poco contenidos. Y ese bache se siente porque la línea guionistíca no sabe qué narrar desde el argumento y desde la construcción de unos diálogos que en general son insulsos y poco creíbles porque se quedan en la prédica. Liborio es un film con grandes logros, pero no atrapa la emoción.