Pocas películas han podido establecer, en sus primeros minutos, un vínculo entre la historia y el público.

El caso de “La pesca de salmón en Yemen” posee esta característica que inmediatamente envuelve al espectador desde el inicio. La misma nos cuenta la historia un doctor que trabaja en el Centro Nacional para el Fomento de la Piscicultura, donde realiza distintas investigaciones.

Un día le llega una petición de una firma financiera, representante de un acaudalado jeque yemení, para asesorar un importante proyecto de introducir la pesca del salmón en las montañas de Yemen.

Semejante propuesta le parece al doctor una locura y estupidez, pero cuando un incidente político ocurrido en el mundo árabe pone en juego el futuro del Primer Ministro británico, el proyecto se convierte en un asunto nacional y obliga al doctor aceptarlo.

Sin más remedio, junto a una asistente del jeque, inicia el proyecto, pero que a su vez correrá paralelamente a los bemoles de su vida privada.

Basado en la novela del mismo título de Paul Torday, el guionista Simon Beaufoy toma todas las herramientas posibles para crear la mejor de la atmósfera y poder contar con este relato que se mueve entre la comedia y el drama de una manera sutil y atractiva.

La presencia de Ewan McGregor y Emily Blunt, otorgan al filme un balance perfecto de personajes que se mueven por un terreno favorable para ambos. También la presencia de Kristin Scott Thomas, como la consejera del ministro, funciona a la perfección.

Pero todo no hubiera resultado dinámico y funcional si no tuviera la mano del director sueco Lasse Hallström (Las reglas de la vida), quien sabe perfectamente colocar todo en su posición necesaria para que fluya y sin tropiezos.

Dentro de esta temporada de preaviso a un verano cinematográfico fatigoso, ver “La pesca de salmón en Yemen” será como un trago de agua fresca y cristalina.