Al escritor sueco Stieg Larsson se le debe una de las trilogías de literatura popular más importante del siglo XXI. La saga de Millennium se propuso como un compendio narrativo atractivo que luego se convirtió en un producto cinematográfico de gran éxito en la televisión sueca.
La continuación de ese título fue “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire”. Estas marcaron una referencia en la literatura moderna de consumo masivo que impactó por su rudeza gráfica y su estilo particular.
Era de esperarse que esto alentara a los productores de Hollywood a tomar este material y lograr una versión que se mantuviera a la altura de su versión sueca. Esta vez le ha favorecido al director estadounidense David Fincher (La red social, El curioso caso de Benjamin Button, El club de la pelea), tomar las riendas de un thriller que no deja a nadie neutral.
“La chica del dragón tatuado”, versión estadounidense de la primera entrega de Millennium no es un remake en el sentido más estricto, más bien se enfoca en hacer una nueva visión del mismo texto y dejando correr el relato en el mismo país de origen, en este caso Suecia. La misma no hubiera sido la misma si se empeñaran en adaptarla a la realidad norteamericana.
Daniel Graig interpreta ahora al periodista Mikael Blomkvist, quien se une para resolver un misterioso asesinato a Lisbeth Salander, una compleja “hacker” informática interpretada por Rooney Mara.
Ambos toman el lugar de Michael Nyqvist y Noomi Rapac aquellos intérpretes de la versión original. Fincher y el guionista, Steven Zaillian (La lista de Schindler), decidieron colocar en su justo lugar los hechos donde sucedieron.
El filme en sí es un laberinto caprichoso de misterio y revelación donde estos personajes caminan. Incluso puedo decir que las escenas de gran pasión violenta adquieren un matiz superior a la original dada la óptica del director.
La joven actriz Rooney Mara no imita el trabajo de la espléndida Noomi Rapac quien ha creado un icono de heroína moderna con su habitual vestimenta y los piercings en todo su cuerpo. Mara construye para sí una imagen propia sin desmeritar la acción y psicología del personaje.
Excelente trabajo de Fincher que ha puesto su pericia para llevar un filme de gran manejo de atmósfera y extraordinaria narrativa.