Es indudable que la figura de Steve Jobs es una de las más prominentes no solo en los Estados Unidos sino en todo el mundo. Su manera del ver la vida a través de los componentes que diseñó, hizo popular y masificada el uso de la tecnología.

Creo que ha sido muy rápido el haber realizado un filme biográfico, pues hace apenas dos años de su partida. Esto puede sugerir que tenía que ser aprovechable todavía su influjo e impacto tras su muerte.

Siguiendo la línea narrativa sobre otro emprendedor del uso del uso de la tecnología como lo es Mark Zuckerberg y el filme The Social Network (2010), Jobs empieza en 2001 con Steve Jobs presentando el iPod en una reunión de Apple.

Luego retrocede al año de 1974  para establecer los inicios de Jobs cuando deambulaba por el campus de la universidad de Stanford donde tomaba clases de caligrafía.

El filme se centra más bien en su enigmática y explosiva figura haciendo un retrato superficial de una persona de poseía muchas aristas. Relaciones amorosas, vinculaciones en su entorno de trabajo, decepciones y metas logradas, son algunos de los elementos que se plantean dentro de este marco dramático.

Ashton Kutcher, como Jobs, se integra a un personaje que le pudo ofrecer muchas posibilidades para sorprender, pero se mantiene sin alteraciones y solamente desarrollándolo de manera adecuada.

Lógicamente esta pieza ha sido aderezada con muchas pinceladas de ficción para moldear un filme que no expresara más allá de lo que podía decir, solamente subrayando lo justo, de acuerdo a la visión de Joshua Michael Stern (Swing
Vote
, 2008).

Un filme cuyo objetivo es mostrar al público lo genial que fue Steve Jobs, por eso no es casual que esté escribiendo esta crítica con una de sus invenciones.

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