SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Desde “Sangre, balas y gasolina” (1998), pasando por “Narc” (2002) o “Smokin´Aces” (2007), Joe Carnahan ha sabido estructurar una filmografía basada en relatos de acción y de personajes que buscan, de algún modo, un tipo una reivindicación con su pasado.
En este caso, tenemos una historia sobre un grupo de trabajadores de una compañía petrolera cuyo avión se estrella en las montañas de Alaska.
Los supervivientes, expuestos a un frío glacial y al hambre, sufren, además, de la incansable persecución de una manada de lobos.
Este panorama expuesto tan radicalmente, es la base fundamental para construir un relato dramático sobre este grupo de personajes que tienen que unir sus fuerzas para que el inclemente espacio no los devore.
Aquí Carnahan se decide a balancear el drama exterior con el drama interior de los personajes. Lo que al principio parecen personajes simples, se van mostrando en toda su calidad humana.
Parte del atractivo de este filme es la presencia de Liam Neeson en su reparto. Neeson hace creíble un personaje que tiene la voluntad, a pesar de sus traumas, de seguir hacia delante y tratar de sobrevivir ante los peligros expuestos.
La música de Marc Streitenfeld y la fotografía de Masanobu Takayanagi hacen un adecuado balance entre el espacio inclemente de las montañas y el espacio interior del drama.
“Infierno blanco” es un interesante drama, aunque nada original, ofrece un tiempo de distracción con buena factura.