Alfonso Cuarón (Y tu mamá también, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, Niños del hombre) desde hace tiempo estaba en busca de un guión que lo revitalizara dentro de la industria en Hollywood; y esa historia vino precisamente de su propio hijo Jonás quien junto a él le dieron forma a este relato.

Precisamente el guión prescinde de esas subtramas que podían cargarla demasiado. Su trama central es directa y minimalista: La doctora Ryan Stone (Bullock) se encuentra reparando el telescopio Hubble en su primer viaje espacial. Le acompaña el veterano comandante Matt Kowalsky (Clooney).

Toda la misión iba como lo planeado hasta que una lluvia de escombros espaciales, producto de una explosión de un satélite ruso, destruye su estación y lo compelen a estar solos vagando por el inmenso espacio sideral.

Ellos, entonces, tendrán que luchar frente a esta adversidad, enfrentarse ante los peligros del espacio para lograr volver con vida a la Tierra.

Bullock y Clooney resumen una pareja que se complementa muy bien y donde ambos se necesitan para afianzar sus propios personajes, siendo el personaje de Bullock  la que posee la mayor carga dentro del filme.

Así ella tiene que soportar los embates de un cuadro dramático que logra llevar muy bien y donde los Cuarón pueden realizar a lo largo de todo el filme, los guiños y homenajes que ellos alcanzan a establecer.

Los homenajes se pueden dejar ver en el propio establecimiento del personaje de Stone, aunque no existe ningún alien en el panorama, deja entrever que la Teniente Ripley nunca ha perdido vigencia.

Sumado a esto, el director saluda desde la lejanía al Kubrick que, sin ahondar en la filosófica intención de 2001: Odisea en el espacio (1968), surge por momentos esa imagen referencial a este filme.

Y en otro plano, Bullock, al igual que Tom Hanks en Náufrago (2000), debe asumir su destino en ese espacio como Hanks lo realizó en la isla desierta.

Los efectos visuales es el plato más atractivo que posee este filme. La cámara de Emmanuel Lubezki recorre todo ese espacio dramático en largos planos secuencias y en una cámara que siempre está acompañando a los personajes.

El sonido juega también un papel importante dentro de este contexto, donde la música es la alternativa utilizada para provocar las sensaciones vitales del impacto dramático de las explosiones y colisiones.

En un conjunto general puedo manifestar que Gravedad es un justo ejercicio técnico que ha puesto a prueba la capacidad del cine como un verdadero juego audiovisual.