El espacio creativo de Danny Boyle se expande cada vez más. Este es un director que siempre ha buscado temas que le permitan explorar nuevas cosas dentro de su filmografía.
Boyle (Trainspotting, 1996) subraya esta vez el elemento de la identidad propia y de las implicaciones psicológicas que los recuerdos pueden provocar dentro de la mente humana.
Tomando como base la hipnoterapia los guionistas Joe Ahearne y John Hodge arman un andamiaje argumental para focalizarlo en la idea de la infatuación mórbida y la dependencia emocional de un individuo y sus traumas internos.
En trance nos relatará la historia de Simon, empleado de una casa de subastas, quien se involucra con una banda criminal para robar una millonaria obra de arte, pero durante el atraco, sufre un accidente que le borra parte de la memoria, olvidando el lugar donde guardó el arte robado.
Esto hace que su jefe busque a una hipnoterapeuta para sacarle la información de su maltratada mente. A partir de este proceso se desatan una serie de sucesos que van complicando cada vez más la trama.
No deseo revelar varias cuestiones fundamentales del filme, pues está construido como si fuera un rompecabezas donde la realidad y la proyección del subconsciente se confunden a veces; pero lo que puedo destacar es que su base psicológica permite construir un juego donde el espectador también tendrá sus propias conclusiones.
Boyle busca la mejor manera para producir tensión dentro y fuera del filme, tomando en cuenta los rigores de la propia narrativa y acelerando y deteniendo su ritmo interno.
James McAvoy, Vincent Cassel y Rosario Dawson es el trío que sostiene este filme, tres patas fundamentales donde cada uno juega su rol adecuadamente.
Si desea ser parte de un juego psicológico adecuado para su entretención En trance es su mejor opción.