SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Ya se ha dicho más de una vez: los días subsiguientes al  anuncio de las nominaciones del  Premio Soberano tienen, tradicionalmente,  un marcado sabor agridulce.  La polvareda  mediática aporta  una amplia gama de reacciones, que puede ser aprovechada, al analizar sus aciertos y errores,  para para afinar el perfil futuro del galardón.

Ningún panorama de  nominaciones de un premio determinado, por definición, es incapaz de ser 100 x ciento completa  y justa. Quienes nominan a cualquier premio, por raro que parezca, son seres humanos y, por tanto, sus decisiones estarán marcadas por las limitantes de esa condición.

Esa oleada de reacciones llama a revisión, verificación de criterios, lo que debe ser aprovechado por los organizadores para mejorar este premio que es un patrimonio del país, independientemente de las diferencias de criterio que se puedan tener con la directiva que desarrolla el Soberano para este 2021. Desde luego, algunas reacciones tienen razones para ser, pero también se cuelan los coletazos del insaciable ego artístico, el deseo de sonar, el hambre de sonido.

El día en que un premio  artístico no levante su natural oleada de reacciones positivas y negativas, en ese momento podría proclamar que ha perdido el interés de sus públicos. No hay nada tan divergente e invitante a la polémica, como la siempre subjetiva evaluación de la labor de los artistas.

El debate, la controversia, la confrontación y hasta las renuncias a nominaciones, es consustancial a un premio de arte como El Soberano.

¿Qué sentido tiene que los artistas salgan a decir lo que se sabe: que están nominados? ¿Hasta qué punto “los agradecimientos a Acroarte y la Cervecería” no constituyen expresión de una estructurada estrategia de comunicación para presionar el veredicto final? Pero ese es el medio artístico que vivimos, con sus mieles y sus hieles.

El Soberano, que en términos de producción ha iniciado con buen pie tras su lanzamiento televisivo en Down Town Center bajo la producción de Rene Brea y coordinación de Caribbean Cinemas, ha demostrado su incidencia en el público y los artistas. El premio es necesario para alimentar la ilusión y la esperanza de la gente al ver premiada la labor artística.

Premiar a otros

La premiación El Soberano, y no somos los primeros en decirlo, tiene una característica singular: es un premio de una institución, a otros (los artistas), sobre todo si se toma en cuenta que los demás premios nacionales con auto-referenciales: Premios La Silla, de los profesionales del cine, premian el cine; El Círculo de Locutores, premia a los bien hablantes ante el micrófono; la Asociación de Cronistas Deportivos (ACD) reconocer a esos cronistas, todo ello sin mencionar lo que acontece con importantes premios internacionales, comenzando con los Oscars, que nos da la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, a los artistas y técnicos del cine; el Premio Epifanio Lantigua de Periodismo Turístico, lo otorga la Asociación Dominicana de Prensa Turística, aun cuando tenemos excepciones: la Asociación Dominicana de Prensa y Crítica Cinematográfica, no se premia a sí misma, reconoce al cine.

Presentadas ya las 296  nominaciones en 70 categorías de El Soberano 2919-2020, proporción que   dista mucho, de los márgenes de selección entre los años 195 y 2005,  años, cuando la cantidad de categorías era entre 38 y 45 y las nominaciones eran entre 100  y 150, por lo cual el margen de errores podría ser mayor, y vistas algunas declinaciones por parte de aristas. Un clarísimo error fue señalar como productor de El Vestidor, a su director Mario Lebrón y no a quien lo fue: Exmin Carvajal, el cual ha sido tanto reconocido como corregido.

En las omisiones se cita, en teatro,  la audazmente experimental Casa de Bernarda Alba (dirección de Indiana Brito y producción de Patricio León y Exprésate Dominicano), en Sala Ravelo, Marilyn Monroe, última llamada (dirigida por Antonio Melenciano)  (no fue un musical como se dijo inicialmente) y 7 años,  escrita por José Cabeza y Julia Fontana, que llega al país de la mano de la casa productora Atrévete, SRL, de Gianni Paulino, obra, la cual es una adaptación de la primera película original española en Netflix, cuenta con la dirección de la Elvira Taveras y con las actuaciones estelares de Amauris Pérez, Gianni Paulino, José Roberto Díaz, Brian Payano y Exmin Carvajal.

Un olvido lamentable con perfil de error imperdonable de todos los jurados, fue no nominar como video  Todo cambiará (Rafael Solano, Jochy Fersove y Edilenia Tactuk), una joya textual y visual, producción de tremenda importancia ante el inicio de los meses de encierro por la pandemia. No que nos pasó.

Renuncias a nominaciones

Tienen derecho a renunciar de las nominaciones, los artistas que así lo entiendan, aun cuando no deja de extrañar que el maestro coreógrafo Carlos Veitia, lo haya hecho, expresando consideraciones que piden sea un organismo especializado el que premie el arte clásico. El maestro Veitia,  a quien profesamos respeto, ha recibido el premio al menos en cuatro oportunidades, siendo la más reciente en 2018. Pero hay derecho a cambiar de criterios. Tiene derecho a renunciar a la nominación y se debe analizar el hecho para recoger el espíritu de la misma.

El caso Vakeró es de otra naturaleza: fue nominado por videoclip y no entre los cantantes urbanos, como creemos que hubiera sido su deseo. Buscar sonido es una necesidad constante del ego artístico.

¿Nuevas categorías?

En los premios Soberano recién iniciados con sus nominaciones, hay errores técnicos, selecciones  de nominados que puede resultar discutibles, omisiones por falta de categorías que deberían ser creadas, tal cual se crearon ahora: Youtuber, Programa digital y concierto de streaming, que representan una puesta al tono con lo que ocurre en la realidad mediática y del espectáculo. En esa misma medida debieron haber existido, en cine,  las categorías documental y guionista.  Es documental es un género que ha estado creciendo en calidad y cantidad  y el no tener un espacio hace que, solo para 2019, fueran invisibles  para fines del Soberano, nada menos que  cinco  documentales Gilbert, héroe de dos pueblos (Pavel López/Euri Cabral),1984 el otro Abril (Rayvin Jaquez), Cacú: un cambio por la vida (Marvin del Cid), Isla de Plástico (José María Cabral) y Santo Domingo, primera de América (José Enrique Pintor/Huchi Lora). Para las nominaciones del 2019 en el renglón de cine se dejaron de lado estas  producciones de documentales, pese a ser es tiempo un año interesante por estos trabajos que oscilaron entre la historia y el medio ambiente. El claro mensaje es que el documental es una producción cinematográfica y como tal debe tener oportunidad de estar en la primera línea de las nominaciones.

En las nominaciones de teatro del 2020, olvidamos igualmente nominar actores, actrices y directores  en 2020, limitándose solo a las obras, lo cual es un fallo de quienes votamos en esa dirección.

Es necesaria ya una categoría que reconozca el talento de la comunicación publicitaria. Los comerciales de televisión de 2020 (citamos en particular los de Café Santo Domingo y los Bancos BDH, Popular y Reservas, de quienes públicamente no se sabe quiénes son sus creadores) fueron una muestra de criterio artístico, sentido social, textos asertivos, poéticos e inspiradores, que no encuentran espacio para dejarse sentir en una premiación tan televisiva como la del Soberano.

Suscribimos, por responsabilidad, sus nominaciones que, como vemos, no son perfectas. Son el resultado de lo que era posible para relanzar el premio nada menos que con la selección discriminante de dos años, 2019 y 2020. Y fueron resultado de una votación  por lo que hubo que respetar la dictadura del sufragio.

Al Soberano hay que dejarle que tome su curso, enriquecerlo con sugerencias, críticas y hasta rechazos de sus nominaciones, evitar errores (desde los mecanográficos hasta los de criterios estéticos), dotarlo de capacidad para actualizar las categorías (criterio que se mostró adecuadamente respecto de lo virtual en que se crearon ahora tres categorías nuevas)