Es bastante gratificante encontrar un filme, de vez en cuando, con ciertas características de un cine serio y con la intención de explorar la condición humana a través de un acertado drama.
“El juego de la fortuna” es un buen ejemplo de lo que quiero explicar. La misma es la adaptación cinematográfica de “Moneyball: The art of winning an unfair game”, libro de Michael Lewis que relata la historia real de Billy Beane, el director general de los Oakland Athletics, quien se arriesgó a predecir los rendimientos de los peloteros a través de un complejo análisis estadístico.
El filme va explorando varios niveles de la misma conducta del personaje principal y su misión de variar ciertas reglas que dentro del béisbol parecen inviolables. Brad Pitt como el nuevo director del equipo asimila un personaje que bien puede caber dentro de un contexto movido por las circunstancias, pero que en él precisamente se cambia todo el espectro.
Pitt va en el orden de interpretar un buen personaje evitando contagiarlo con esa aureola de estrella cinematográfica que, por desgracia, lo acompaña en muchas de las ocasiones.
Una posición de relevista es la alcanzada por Jonah Hill, un joven actor que ha dado su buenos momentos en el cine desde aquella cinta “Get Him to the Greek”. En esta ocasión se centra en un personaje que vale la pena observar.
Bennett Miller (Capote) junto a los guionistas Steven Zaillian y Aaron Sorkin llega a plantear una historia llena de excelentes actuaciones, un guión excepcional que representa nociones universales que apuntan a indicar a no temer a los cambios y a las ideas nuevas; y no debes conformarse con lo tradicional
El filme presenta muy bien el asunto del análisis del juego del béisbol y las integra perfectamente en una narrativa que gustará a todo el público y que puedo vaticinar que la veremos en la contienda del Oscar.