Título original: The Irishman. Año: 2019. Género: Drama. País: USA
Dirección: Martin Scorsese. Guion: Steven Zaillian (Libro: Charles Brandt). Elenco: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Harvey Keitel, Bobby Cannavale. Duración: 3 horas 30 minutos.

Después que los grandes estudios se negaron a financiar “El Irlandés”, el vigésimo quinto largometraje de ficción de Martin Scorsese, fue la plataforma Netflix, de contenido streaming, que aprobó el proyecto tal y como Scorsese quería llevarlo a cabo.

Esto es importante pues las restricciones que los estudios imponen a sus realizadores mutilan muchas de las concepciones originales de la obra y, en este caso, la libertad que le ofreció esta compañía, permitió al director nacido en la pequeña Italia neoyorkina, nadar a sus anchas dentro de un discurso abrasivo sobre la vida de Frank Sheeran (Robert DeNiro), un veterano de la Segunda Guerra Mundial, estafador y sicario que trabajó con algunas de las figuras más destacadas del siglo XX.

“El irlandés” es también la crónica de uno de los grandes misterios sin resolver en los Estados Unidos: la desaparición del legendario sindicalista Jimmy Hoffa. Esto permite prolongar, por igual, un viaje por las zonas oscuras del crimen organizado, sus mecanismos internos, sus rivalidades y su conexión con la alta política.

Adaptación del libro “I Heard You Paint Houses”, de Charles Brandt, a cargo del guionista Steven Zaillian (La lista de Schindler, American Gangster), un libro que es producto de varias entrevistas que hiciera Brandt, ex investigador y escritor estadounidense, a este personaje en la que confiesa su vida de matón a través de una serie de acontecimientos sociales relevantes dentro de la historia contemporánea norteamericana. El título no es más que un eufemismo que se utilizaba dentro de la mafia para describir el asesinato por encargo.

El filme permitió al director reunir a actores que ya son parte de la identidad de su cine en la temática de la mafia norteamericana como Robert DeNiro, Joe Pesci y Harvey Keitel. A este grupo se le une Al Pacino que, aunque es la primera vez que trabaja con este director, se siente como un agregado natural. A sabiendas que una vez compartió historia con DeNiro en “El padrino 2” (Coppola, 1974) y que trabajaron juntos en “Heat” (Mann, 1995), su estilo muy bien encaja con las tensiones que los personajes de Scorsese suelen tener.

“El irlandés” puede ser un punto y aparte en la carrera de Scorsese o más bien una síntesis reflexiva sobre su cine del crimen organizado determinada en cintas como “Mean Streets” (1973), “Goodfellas” (1990), “Casino” (1995) y de alguna manera con “The Departed” (2006) versión de la película de honkonés “Infernal Affairs” (Andrew Lau, Alan Mak, 2002).

Su tono crepuscular lo determina la acción de Frank Sheeran quien inicia la historia a través de las confesiones que realiza en un centro de retiro. Sheeran quiere confesarlo todo como si necesita descargarse de un fardo tan pesado de pecados y delitos.

La historia luego lleva al espectador a algunos saltos temporales de presentes y pasados para ir desarrollando su trama, la que evoca otras grandes películas como ese mismo “Padrino” de Coppola o la estructura multitemporal de Sergio Leone en “Érase una vez en América” (1984).

Lo que Scorsese determina es concentrarse en los vericuetos políticos y sociales de la época, los que conforman el aspecto psicosocial de los personajes, individuos que responden a una idea de estar al margen de la ley por una razón circunstancial sobre las cosas que hacen y dejan de hacer.

Pero otra determinación del director es seguir el rastro de Sheeran, magníficamente interpretado por DeNiro quien dibuja un personaje con una cierta incapacidad de expresar sentimientos frente a las circunstancias que mueven su vida, el cual, de un simple repartidor de carne, se convierte en uno de los más importantes sicarios de la mafia, una responsabilidad que está supeditada a la lealtad, ante todo, en que la figura de Russell Bufalino (Joe Pesci) se convierte en su protector. Pesci, tan agigantado como DeNiro ofrece, quizás, la mejor actuación realizada para Scorsese.

La estructura de la película puede parecer compleja, pero no confusa, pues el realizador le dedica las acciones justas en el tiempo en que se divide la historia. Por eso, las tres horas y media de duración, fluye de manera natural a través de un montaje clásico en la que la narración pasa de momentos álgidos a otros más pausados, teniendo siempre la compañía de Sheeran en el relato y donde la estética del filme hace una variante en la manera que Scorsese retrata a los personajes y su entorno.

El estilo de su fotógrafo habitual de las últimas producciones como Rodrigo Prieto, hace uso de una particular paleta de colores para ir moldeando las fisuras psicológicas en la evolución de Sheeran. De esta manera el colofón que el director desea ofrecer es un tanto distinto a sus anteriores personajes de mafiosos. En ésta, el peso de una vida delictiva tiene sus consecuencias, no en la muerte física, más bien en la ruta hacia el cadalso final que se resume en el abandono y el desprecio de la familia.

Definitivamente, una obra augusta que resume toda la pericia y experiencia de uno de los directores más extraordinario del cine norteamericano contemporáneo.