Adaptación al cine de la novela homónima de Stephenie Meyer, la misma autora que martirizó a más de un millar de personas con la insufrible saga de Crepúsculo.

En esta ocasión intenta volver a reavivar su antiguo éxito literario y fílmico con ofrecer una nueva saga en el ámbito de la ciencia ficción. El Huésped (The Host) es la primera entrega de la nueva saga romántica que esta autora se ha dispuesto a publicar.

Asumida en su dirección por un director que por lo menos ha elaborado interesantes historias para el cine como Gattaca y El señor de la guerra y Simone, como lo es Andrew Niccol que para este trabajo sirvió también para el aspecto del guión, adaptando una novela que prosigue los eventos de Melanie, una joven de 20 años que es invadida por una alma errante como parte de la misión de invasión a que está sometida la Tierra.

Los seres humanos se han convertido en huéspedes de los invasores, que se han apoderado de sus mentes, pero cuidando el cuerpo. De esta manera casi toda la humanidad ha sucumbido a la misma.

Bajo este contexto Melanie no logra sucumbir del todo a la voluntad de su huésped y mantiene la dualidad de su personalidad que trata de imponerse y resistirse a ceder su voluntad.

Frente a esto también están los humanos pertenecientes a una resistencia que tratan de impedir que sean tomados por estos seres. Por su parte, Melanie no quiere olvidar a su antiguo amor y su huésped se enamora de otro humano, confrontando ideas sobre el amor y la lealtad dentro de ella.

El filme trata de mantenerse dentro de estas líneas de acción, pero su planteamiento se hace excesivo y aburrido. El periplo que se manifiesta dentro de esta historia no llega a justificar muchas de las cuestiones existenciales y hasta esotéricas que corren por debajo de este texto argumental.

El realizador se las avienta todas de un impulso dejando un resultado poco inteligible y borroso.