Sé que Quentin Tarantino en sus años mozos, como lector de películas en aquel santuario comercial de renta de video donde trabajaba en la ciudad de Los Ángeles, fagocitó mucho cine, de todos los géneros y de todos los países.

Dentro de este período de formación visual, Tarantino tuvo predilección por el género de las artes marciales muy popular en China que luego se trasladó hacia occidente.

Esta predilección, junto al Western, ha marcado definitivamente la filmografía de este talentoso director.

En el caso que ocupa la siguiente reseña, y por ende menciono a Tarantino, es que es el productor de este filme que hace homenaje, o así lo pretende, a los filmes de artes marciales que fueron muy populares en la década de los 70.

La cuestión es que si él no hace un filme sobre el tema, lo produce para otros. Y esto fue lo que precisamente ha sucedido.

“El hombre de los puños de hierro”  es una película de aventuras y acción inspirada en los clásicos del kung-fu. Teniendo a dos colaboradores suyos como  RZA y Eli Roth, el primero el director de la cinta y el segundo el guionista, la película hace un acopio de todo ese estilo singular.

La historia se centra en la China del siglo XIX  donde un hombre se ve obligado a elaborar armas para diferentes facciones tribales. Pero cuando le toca la verdad, él tiene que enfrentar la propia amenaza que lo acosa.

La cinta, como era de esperarse, mezcla secuencias de lucha coreografiada con altos niveles de violencia para ofrecer un panorama de acción que llega hasta  un momento de saturación progresiva.

Russell Crowe y Luci Liu asumen roles muy distantes a los que una vez fueron para dejar poco entusiasmo en la pantalla.

Un filme nada entusiasta a pesar de su posición como género de acción y lucha.