De vez en cuando surge un filme que nos empuja a gritar de emoción cuando su resultado se acerca a lo que realmente esperábamos.
“El discurso del rey” (The King’s Speech) es una de esas historias simples pero cargadas de una belleza y maestría en la construcción temática.
El contexto se centra que tras la muerte de su padre, el rey Jorge V, Bertie, afectado desde siempre de un angustioso tartamudeo, asciende de pronto al trono como Jorge VI de Inglaterra.
La nación se encuentra al borde de la guerra y, en tiempos de guerra, la labor de un líder es de vital importancia para la coherencia del pueblo británico. Pero su discapacidad para comunicarse de manera fluida coloca al borde del fracaso su entereza y decisión como gobernante.
Esto hace que su esposa recurre desesperadamente a un especialista del habla para resolver este angustiante problema. El especialista, entonces, lo lleva por un período de terapia que lo ayudará no solo en su problema de tartamudez, sino en la adquisición de una confianza psicológica de la que carecía.
Tom Hooper, un realizador británico venido desde la televisión, se encarga de mostrarnos un relato cargado de mucha fluidez narrativa donde el trabajo actoral es el mejor ejemplo de la cohesión de un elenco a favor de un filme.
Colin Firth, Geoffrey Rush y Helena Bonham se muestran en su absoluta madurez y se convierten en los soportes esenciales de un filme afable y disfrutable en todos los sentidos.
Firth, como Jorge V hace su más extraordinario trabajo, dejando a un lado los convencionalismos y centrándose en llevar a mejor término la gracia de un personaje y su profundidad psicológica.
Geoffrey Rush y Helena Bonham dominan sus propios espacios dejando a cada uno explorar las características de sus personajes.
El guión escrito por David Seidler delinea sutilezas e idiosincrasias de una nación que ha tenido que jugar papeles importantes en la historia reciente. Definitivamente, este es un filme que jugará un papel importante dentro de los premios Oscar.