Es difícil encontrar un filme que pueda reunir tantas cosas a su favor. “El Concierto” es uno de esos filmes cuya estructura y funcionamiento actoral funciona tan bien que su resultado es una pieza fílmica estupenda.
“El Concierto” se centra en Andreï Filipov que era el afamado conductor de la Orquestra Bolshoi, la orquesta más importante en Rusia. Hoy, a la edad de 50 años, continúa trabajando en el Bolshoi, pero dentro del departamento de la limpieza.
El proceso que sufrió Rusia lo dejó fuera a él y a sus amigos Sionistas que lo consideraron piezas rebeldes y no gratas para el Estado.
Pero su reivindicación llega por casualidad, cuando a la oficina del director llega un fax invitando a la orquesta a un recital en París, ocasión que él aprovecha para reunir a sus amigos y suplantar a los verdaderos músicos.
Desde este momento el filme inicia una escalada de situaciones interesantes que sirven como trasfondo para hablar de la situación política de una Rusia desaparecida y de una nueva perspectiva social.
Uno de los elementos que le otorga gracia al filme es la relación de los distintos personajes con ideas distintas pero unidas por un solo factor: el amor por la música. La música también es un importante referente dramático, por el cual se cuenta el pasado de Andreï y las consecuencias que esto le produjo a su vida y la oportunidad de alcanzar el reconocimiento que no logró
Apoyándose en las piezas de Tchaikovsky, la misma es emplea como plataforma musical para detallar los más memorables momentos del filme.
El director Radu Mihaileanu (Betrayal y Train of Life) guionista francés nacido en Bucarest, basado en su experiencia, ha sabido manejar este universo policultural para denotar los distintos matices de los personajes como reflejo de la realidad actual de los países europeos.
“El Concierto” es un filme de gran pasión dramática y retocada con buen humor que se desempeña magistralmente.